lunes, 31 de agosto de 2020

Estoy a tu puerta y llamo: Verás cómo todo cambia

Es como si conversara contigo...                                                                                                       

Estoy a tu puerta y llamo

Gabriela Bossis, Diario 'Él y yo'


1500. 7 de marzo. 
¿No es verdad que te he guiado bien? Recuerda de dónde vienes; antes eras descuidada, pero ahora, ¿dónde estás? Cerca de Mí, sobre Mi Corazón, con todos los mimos delicados de un familiar de la casa. Todo esto lo encuentras bien simple y, sin embargo, toda tú eres una respuesta a la Misericordia.
¿Qué serías tú ahora si Yo no te hubiera ayudado en tal y tal circunstancia? ¡Aun en el terreno de lo material! ¿Te acuerdas tú ahora seguido de eso para agradecérmelo? Aunque solamente lo hicieras una vez al día, como si quisieras coleccionar los motivos de amarme.
No te dejes fácilmente invadir por el sueño del alma; haz fervorosos actos de deseo, deseo de escalar el amor para alcanzarme de más cerca.
Cuando estés, por así decirlo, al alcance de la Mano de tu Señor, verás cómo todo cambia para ti.
Verás cuánta será la intensidad de tu vida espiritual y cómo la Tierra se irá muriendo para ti en cumplimiento de lo que Yo dije: 'nadie puede servir a dos señores'. ¿Estás bien segura de haber escogido tu Señor? Entonces, en este tiempo de Cuaresma, haz penitencia y únete a lo que Yo hice en el desierto y tu penitencia valdrá mucho.
Imagínate lo que puede ser quedarse cuarenta días sin alimento, sin casa, sin compañía, en oración constante, de día y de noche... ¿No crees que en Mis Mortificaciones hay Méritos suficientes como para cubrir la multitud de los pecados del Mundo?
Únete a Mí, fraterniza conmigo ofreciéndome algunas penitencias escogidas por ti misma. Me gustarán simplemente por haberlas escogido tú. Siempre Me agrada más lo que viene de vosotros. Porque cuando hacéis lo que tenéis mandado, aprecio en vosotros la docilidad; pero cuando Me dais algo espontáneamente, esto lo aprecio como amor. No temas imaginarte qué cosas podrían darme gusto: busca bien.
Eres Mía de noche, lo mismo que durante el día. Cuando respiras, ya sé que es
para Mí ¿te agradaría vivir un solo instante en que no fueras Mía?
El Loira, que corre a tus pies, está todo el prometido al océano; así tú, derrámate toda y expándete en el Infinito. No te detengas en el proceso de nuestra intimidad, hunde tu alegría en Mí; siempre tengo una felicidad nueva que ofrecerte, que tú no conoces y que nadie más sería capaz de darte.
ReL

¿Qué hacer cuando te dicen una mentira tras otra?

LYING


La duda y la sospecha envenenan el alma, la confianza la sana

El otro día veía la historia de un hombre condenado a muerte por un asesinato que él afirma no haber cometido.
En la visita de su mujer a verle en la cárcel, le pregunta a ella si nunca ha tenido ni la más pequeña duda de su culpabilidad. Quiere saber si siempre ha creído en su inocencia.
Él le dice que lo entendería si así fuera. Pero ella contesta: «Tampoco dudo que el sol va a salir cada mañana por el Este».
Esa confianza ciega en el otro, en su verdad, me parece un milagro. El amor crece desde el conocimiento. Cuanto más conozco a alguien en su verdad más le amo.

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Di Valeriya Popova 22|Shutterstock

El amor es el sentimiento más puro y extraordinario que puede nacer en el corazón humano. El amor busca la verdad, se sostiene sobre la base de la sensibilidad y se asienta en una fe que no se tambalea.
Cuando amo a una persona la amo en su integridad. Y surge en mi corazón un así llamado prejuicio positivo hacia él. No dudo de él, aunque otros puedan dudar y quieran hacerme cambiar a mí de opinión.

¿Y si no reconoces a una persona en sus palabras o actos?

A veces en el Evangelio hay frases de Jesús que me resultan difíciles, no las entiendo. Son afirmaciones que me incomodan e inquietan.
Y pienso en mi interior que Jesús no pudo decir esa frase. No dudo de su verdad. Pero yo amo a Jesús en su integridad, en su vida, en su forma de vivir y de amar.
Creo en la imagen de Dios que ha sido revelada en sus palabras y sobre todo en sus obras. Mi prejuicio hacia Él siempre es positivo y por eso aquellas palabras que no reflejan la forma de pensar y de vivir de Jesús, no las tome en cuenta.
Yo creo en Él, en su coherencia, en su vida completa y esas palabras incómodas no me hacen dudar en mi amor hacia Él.
Cuando amo a una persona la amo en toda su verdad. No creo que sea infalible, sé que tendrá pecados como yo los tengo. Dirá cosas fuera de lugar. E incluso puede que haya hecho cosas en su vida que desconozco.
Pero si un día me dicen algo malo de él, me cuentan algo grave que hizo o dijo, si lo que escucho va contra lo que yo sé de él, simplemente no dudo de su integridad.

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Shutterstock | loreanto

Mi prejuicio positivo es más fuerte, es un baluarte y no deja entrar la sospecha en mi ánimo. No me alejo de él, no lo juzgo sin preguntar y no dejo de amarlo en esa verdad que yo conozco.
Mi amor es mucho más fuerte que lo que puedan decirme para hacerme dudar. Más incluso cuando lo que me dicen puedan ser interpretaciones, juicios u opiniones.
En mi ánimo no hay espacio para la sospecha.

Adiós sospechas, miedo y desconfianza

Tampoco yo quiero vivir sembrando sospechas a mi alrededor. Veo a dos personas juntas y no interpreto ni juzgo cómo es la relación que las une. No me dejo llevar por lo que otros dicen a partir de lo que ven. Prefiero no vivir sospechando de todo.
Los vínculos tienen sus riesgos. Pero no quiero que esa realidad me vuelva miedoso y desconfiado. No quiero dejar de creer en las personas incluso cuando han caído.
No dejo de creer y confiar en las personas a las que amo. No dudo de sus intenciones, aunque los hechos parezcan contradecir mi certeza.
Quizás lo hago por mi propia salud mental, puede ser. Pero creo que el amor hace que la duda y la sospecha no se asienten en mi corazón. Comenta Martin Scorsese sobre su película Silencio:
«Dudar puede generar una sensación de soledad, pero en conjunción con la fe, con una fe profunda e inquebrantable, las dudas pueden generar una sensación de comunión y fraternidad. Silencio es la historia de un hombre que aprende (de una forma muy dolorosa) que el amor de Dios es más misterioso de lo que se imagina, que el Señor deja en manos de los feligreses más de lo que pensamos y que siempre está presente incluso a través de sus silencios».
Es cierto que la duda me ayuda a crecer. Dudar de mí mismo, no creerme seguro de mi capacidad, de mi voluntad, de mi corazón.
Pero no quiero convertirme en alguien que duda de todo y de todos. No quiero vivir desconfiando.

Volver a confiar de nuevo siempre

Sé, que cuando se ha roto la confianza y me he sentido herido por aquel en quien creía ciegamente, todo se vuelve más difícil.
Volver a confiar parece un camino imposible. La duda se adentra de mi alma. ¿Me volverá a fallar de nuevo? ¿Volverá a mentirme? La duda entra, lo penetra todo como un veneno y me vuelve desconfiado.
Aprender a confiar de nuevo en quien ha fallado, puede llevarme toda la vida. Creer en la bondad escondida del que me ha hecho daño. Creer en la verdad de sus palabras cuando los hechos parecen desmentir lo que dice.
Quiero pecar de confiado más que de desconfiado. Quiero creer en las personas incluso después de haber perdido la inocencia de la confianza primera.

solidarity
a katz | Shutterstock

Tal vez esa segunda confianza en mi vida sea más profunda, más verdadera. Un amor probado es un amor más hondo y acrisolado.
Es un amor que se adentra en mares profundos sin miedo. Un amor a prueba de posibles futuras traiciones. Un amor que siempre mira más alto.
Es la mirada del niño que confía en su padre y no teme, aunque un dolor siga a otro dolor. Ha puesto en alguien su confianza y no la va a retirar, aunque muchos le pidan que lo haga. Así quiero ser yo.
Confío y no temo. Dejo mi barca en las manos de Dios y creo en los que amo, en la verdad de su vida, en su autenticidad.
Desaparece la sospecha del alma. De la duda regreso a la certeza. Del miedo a la confianza. Sólo así el amor se vuelve más verdadero.
Carlos Padilla Esteban, Aleteia

Vea también  Comentario al Decálogo: 8 no levantar falso testimonio ni mentir



Guía para padres preocupados con el uso de las pantallas en la educación de sus hijos


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Este manifiesto contra la tecnología como eje educativo principal durante la pandemia recoge las preocupaciones compartidas por muchos padres y educadores en estos momentos de cambio e incertidumbre

No cabe duda que gracias a las tecnologías aplicadas a la educación muchos niños y niñas han podido seguir el curso académico durante la reciente pandemia. La incertidumbre que atravesamos está llevando a muchas instituciones educativas a invertir decididamente en este tipo de herramientas digitales que, en el hipotético caso de un segundo confinamiento, podrían ayudar a mantener –siquiera de forma rudimentaria- la marcha del curso. En efecto, no son uno ni dos los colegios que, en el contexto de la pandemia, han tomado la decisión de pasarse a las tabletas y de dar un decidido protagonismo a las tecnologías aplicadas a la educación.
Esta progresiva apuesta por lo digital suscita preocupación en muchos padres y educadores. En concreto, en el mes de agosto se ha hecho público un manifiesto suscrito por decenas de entidades y centenares de profesionales –psicólogos, pedagogos, profesores, maestros-, que reivindica una educación presencial y personal, y pretende mantener a raya esta deriva hacia lo digital que se observa en el panorama educativo.
Veamos brevemente cuáles son las cinco principales peticiones de los firmantes del Manifiesto, que traslucen preocupaciones compartidas por muchos padres y educadores en estos momentos de cambio e incertidumbre.

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Shutterstock | Andrew Angelov

LIMITAR EL TIEMPO FRENTE A LA PANTALLA.

 La principal aspiración del Manifiesto consiste en reducir el tiempo que los niños pasan en frente de las pantallas. Con la buena intención de tener a los niños “ocupados” durante las largas horas en casa, o con la pretensión de seguir ofreciendo un servicio educativo completo, muchos colegios han sobrecargado durante la pandemia a los menores con interminables tareas y clases delante de pantallas.
Los firmantes del Manifiesto alertan frente a los riesgos cognitivos y físicos que dicha sobreexposición puede suponer para la salud física y mental de los menores:
  •  dispersión,
  • pérdida de la capacidad de atención,
  • problemas de vista,
  • obesidad,
  • trastornos del sueño
Sin aportar ideas novedosas en este punto, el Manifiesto es claramente crítico con una visión de la educación virtual como panacea de todos nuestros males, y pone de nuevo sobre el tapete problemas asociados a una excesiva exposición a las pantallas que no está de más recordar.

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Shutterstock | FamVeld

DAR UNA MAYOR PRIORIDAD E IMPORTANCIA AL PAPEL DEL MAESTRO Y A LAS RELACIONES INTERPERSONALES

La segunda petición del Manifiesto subraya que la educación es una cuestión más personal que tecnológica, por lo que las relaciones interpersonales constituyen el marco idóneo en el que la educación resulta fructífera. Entre estas relaciones, se destaca la relación entre el alumno y el maestro, persona que con su conocimiento, su actitud y su personalidad acompaña e ilusiona a los niños y niñas en el proceso de aprendizaje.
Los firmantes del Manifiesto sostienen que ningún algoritmo o programa puede sustituir la figura del profesional creativo, empático y comprometido con la educación integral del niño que está llamado a ser un buen maestro.

OPTIMIZAR EL APRENDIZAJE SENSORIAL, EL FORMATO ANALÓGICO

El Manifiesto incide también en la importancia de buscar métodos pedagógicos que primen el aprendizaje a través de los sentidos, de las manos, de la actividad física. Los niños, particularmente los más pequeños, aprenden mejor cuando utilizan sus sentidos:
  • leyendo libros físicos,
  • escribiendo a mano,
  • coloreando y pintando,
  • o trabajando en un proyecto de tecnología.
Por el contrario, el aprendizaje delante de una pantalla es sensorialmente más pobre, con lo que resulta inevitablemente más superficial y menos significativo. Este aprendizaje virtual, a menudo, reduce la creatividad de los niños y supone un hándicap al desarrollo de muchas de sus habilidades, que solo se despliegan mediante la experimentación física de sus capacidades y sus límites.

EVITAR LAS COMPRAS APRESURADAS DE TECNOLOGÍA

Las decisiones apresuradas durante la pandemia que puedan llevar a un uso excesivo de las Tecnologías Aplicadas a la Educación durante años. Los firmantes del Manifiesto son conscientes que las decisiones que se tomen ahora –motivadas en muchos casos por las necesidades acuciantes de la pandemia- conformarán las prácticas educativas en los años venideros, una vez que –Dios y científicos mediante- hayamos felizmente ganado la batalla al virus.
En este sentido, solicitan a las autoridades políticas y académicas la mayor cautela a la hora de tomar decisiones que quizá en un contexto de confinamiento pueden ser útiles o necesarias, pero cuya extensión en el tiempo sería enormemente perjudicial para los niños.
La urgencia de la situación no debería llevarnos a adoptar las soluciones más a mano si la implementación de las mismas supone un riesgo para el proceso educativo de niños y niñas en el medio y largo plazo. De alguna manera, se pretende evitar que las decisiones sobre tecnología que hoy tomamos y van a condicionar el futuro inmediato de la educación sean adoptadas con la mentalidad del bombero.

LA PRIVACIDAD SÍ QUE IMPORTA

Finalmente, el Manifiesto pone el foco sobre la cuestión de la privacidad de los menores. Las herramientas digitales al servicio de la educación son idóneas para reunir una cantidad ingente de información sobre los menores de edad, que una vez registrada puede ser hackeada o vendida a empresas u otros poderes fácticos con fines de carácter comercial, ideológico, etc.
En este sentido, los firmantes del Manifiesto exigen que antes de contratar servicios digitales de soporte para el aprendizaje, las autoridades y los centros educativos se aseguren de que sus políticas de protección de datos son suficientemente garantistas.
A pesar de su carácter reivindicativo, el Manifiesto contra la tecnología como eje educativo principal durante la pandemia es un texto caracterizado por el equilibrio y la moderación. Su lectura resulta interesante para todo el que esté interesado en el gran debate pedagógico de nuestra época, que el advenimiento de la pandemia puesto, si cabe, todavía más en primer plano: ¿cuánto y cómo utilizar las tecnologías digitales en la educación?
Los firmantes del Manifiesto, convencidos de que la educación es un proceso personal –y no puramente mecánico-, defienden una educación basada en las relaciones personales y las experiencias y vivencias físicas, donde pantallas y herramientas digitales sirvan como complemento, útil muchas veces, pero siempre secundario. Con acierto, en mi opinión, defienden que las emergencias del momento deben espolearnos a ser más creativos a fin de potenciar esos aspectos interpersonales de la educación, en lugar inducirnos a echarnos en brazos de una tecnología que, por mucho que sus defensores lo nieguen, resulta más impersonal y, por ende, mucho menos educativa.
El debate está servido.
Juan M. Otero, Aleteia



sábado, 29 de agosto de 2020

Para los que sufren la marginación, Fazendas de la Esperanza: «No hay mejor venganza que el amor»

Analía fue violada por su padrastro y su hermano era drogadicto, en las Fazendas se rehabilitaron


Ayuda a la Iglesia Necesitada apoya a las Fazendas de la esperanza
Ayuda a la Iglesia Necesitada apoya a las Fazendas de la esperanz
Vivir atrapado en las adicciones es un infierno para el que consume, para la familia y para todos los que lo rodean. Las Fazendas de la Esperanza buscan una respuesta a este sufrimiento. Nacieron en Brasil, pero hoy existen 139 haciendas en 22 países del mundo. Analía Rodríguez es argentina y, hoy en día, encargada de las Fazendas de Esperanza en Chile, Argentina y Uruguay. La fundación Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) apoya desde sus comienzos esta magnífica labor. En una entrevista para el programa semanal “Donde Dios Llora” comparte su desgarrador testimonio de vida.
“Venimos de una familia muy humilde, muy simple. Somos cinco hermanos y mi madre. Mi hermano ya tenía otras experiencias de recuperación que no fueron bien. Luego fue a la Fazenda a Brasil y volvió con un grupo de misioneros para abrir la primera en Argentina, en la provincia de Córdoba. Él sabía lo que estaba sucediendo con nosotros, conmigo especialmente, fui abusada sexualmente a los 14 años por mi padrastro. Tenía un hijo de siete años, fruto de estos abusos, y estaba embarazada de otro. Yo pensaba que mi vida iba a ser siempre así. Vino a casa y me dijo que tenía algo para ofrecerme que no era dinero, que no era una casa, era algo que a él le había sacado de las drogas y que era Dios. Una esperanza nació dentro de mí, porque no era aquello lo que yo quería vivir. Y él, junto con un sacerdote, me sacó de ese lugar.
Cuando llegué a la Fazenda no era lo que yo soy ahora. Llegué vacía, sin dignidad, sin autoestima, sin un objetivo, sin un sentido de vida. Estaba en el mundo porque no me quedaba otra que vivir, había intentado suicidarme varias veces. No consumía drogas, ni alcohol, pero hoy entiendo que la droga en las personas es un efecto secundario, que las heridas son anteriores a las sustancias y que cada uno tiene un camino diferente de cómo sobrellevarlas.
Lo que me ayudó dentro de la Fazenda fue la espiritualidad. Yo no tenía nada de eso, fui a la Fazenda porque salía de mi casa o moría ahí, solo por eso. Hoy veo el camino de Dios en mi vida, porque yo no sabía rezar, no sabía leer de corrido siquiera, tengo sólo séptimo grado... En la Fazenda veía cómo los muchachos intentaban poner en práctica la Palabra de Dios, eso me llamaba mucho la atención, por ejemplo, los viernes teníamos comunión de almas, donde cada uno exponía cómo se sentía. Para mí eran muy fuertes esas experiencias, porque uno contaba el dolor que había pasado. La Palabra nos anima a amar en lo concreto y ellos decían: yo intenté amar más allá del dolor. Yo me preguntaba: ¿Cómo pueden vivir eso? Yo no lo conseguía porque el dolor me invadía, los recuerdos, las pesadillas, ¿por qué a mí? Las preguntas no me dejaban en paz.
Me acuerdo de que me fui a confesar en la Fazenda con un obispo que acompaña la labor en Argentina. Era mi segunda confesión. Le dije: ‘Yo me quiero vengar porque no es justo, no es justo. Yo no lastimé a nadie’. Y él me dijo: ‘No hay mejor venganza que el amor. Tú tienes que perdonar’. Le contesté: ‘¿Pero perdonar, por qué? Son las personas las que tienen que pedirme perdón a mí’. Yo lloraba todo el día, porque veía cuánto de la vida había perdido. Tenía 26 años y no había tenido adolescencia, no viví mi juventud.
Y él me dijo: ‘Si tú estás aquí, aunque hoy tú no lo entiendas, es porque Dios te trajo aquí, quiere algo bueno para ti y tú tienes que empezar a amar. Tienes que dejar de pensar en el por qué o por qué llorar. Tú tienes que empezar a vivir hoy.’ Y eso empecé a hacer. Lo intentaba, porque era una lucha, los pensamientos me invadían, los recuerdos, pero me acordaba de lo que este obispo me dijo: ‘Vivir el presente, hoy’. Y empecé a hacer esa experiencia: vivir el presente hoy, amar, querer bien a las demás personas, empezó a nacer el deseo de perdonar a mi madre y perdonar a ese hombre que no sabe lo que hizo.
Los tres pilares de las fazendas (Foto: Ayuda a la Iglesia Necesitada)
Los tres pilares de las fazendas
En la Fazenda hay tres pilares: la espiritualidad, que es la fundamental, el trabajo y la convivencia. La espiritualidad porque nos ayuda a reencontrarnos con nosotros mismos y con Dios, porque tanto mi experiencia personal como la de muchos jóvenes, nos perdimos, perdimos el sentido de pertenencia, a qué pertenecíamos. Después, el trabajo, es devolverte la dignidad, saber que eres útil, empezar a tomar nuevos hábitos y saber que lo que comes en el día, es fruto de tu esfuerzo, porque vas a trabajar en la huerta, plantas o vas a trabajar a la panadería y el pan que comes, lo hiciste tú, lo que come tu familia en la comunidad, es fruto de tu esfuerzo. En la convivencia uno aprende a vivir con uno mismo y con los demás, algo que afuera no sabíamos.
Hoy, entiendo que cada persona que llega es un Cristo que sufre, como llegué yo un día. Yo fui ese Cristo que sufría y que fue acogido y amado, sin saber el dolor que venía detrás. Experiencias como la mía hay muchas más y más dolorosas. Cuando uno va charlando y comparte su experiencia mientras trabaja, mientras limpia, mientras cocina, descubres experiencias dolorosas, pero el hecho solo de querer vivir el momento presente, ahí donde Dios nos pide, hace que suceda el milagro que él quiere para cada persona. Sólo la gracia de Dios, en el día a día que tenemos organizado, hace que eso sea posible. Pero no es solo un Dios que leemos o que se estudia, sino un Dios que se vive”.
Una ayuda indispensable
Ayuda a la Iglesia Necesitada es uno de los promotores de las Fazendas de la Esperanza desde sus comienzos. Sólo durante los últimos diez años ha apoyado el trabajo de las Fazendas de la Esperanza en dieciséis países con 68 proyectos y casi 4 millones de euros. En estos momentos Ayuda a la Iglesia Necesitada está apoyando una Fazenda para mujeres en Angola, África.
ReL







Estoy a tu puerta y llamo: ¿Quieres empezar otra vez?

Es como si conversara contigo...                                                                                                       

Estoy a tu puerta y llamo

Gabriela Bossis, Diario 'Él y yo'



1499. 20 de febrero de 1946. 
Tú querrías subir hacia Mí mas de prisa. Te parece que patinas en el mismo lugar y, en ciertos momentos, que retrocedes. Pide cada día la ayuda de un alma de la iglesia triunfante, una de la iglesia que sufre en el Purgatorio y encárgate de la salvación de una de la Iglesia militante.
Esta trinidad de almas ayudarán a la tuya. El que salva un pecador se salva a sí mismo. Y las almas que han dejado la Tierra tienen una Caridad inmensa para con aquéllos que todavía están en el combate. Estos intercambios son no solamente permitidos, sino que hacen la alegría del Padre de familia, que os ama como a otros Cristos.
Y tú pregúntate si te vales, en verdad, de todos los medios de salvarte en el Amor. ¿Sirvo al Amor? ¿Me oye el Amor porque yo Le hablo en mí? ¿Lo miro vivir en mí? Ya ves, hija, que con frecuencia te digo que no Me dejes solo. Da tú que tanto has recibido. Tú, que has comprendido mejor las cosas, vive con fuerza esa vida oculta que sobrepasa toda otra vida y que está llena de méritos a causa de su Fe.
¿Quieres empezar otra vez? Porque siempre estás en el principio por tu pequeñez y tu pobreza... ¡Cuántas veces has fallado en el intento de entrar en el amoroso silencio del corazón! Pero Yo te he esperado ahí y te he visto venir y tú ¡ni siquiera lo notaste! ¿No te parece que conviene que tú y Yo lamentemos todas esas ocasiones perdidas? Dímelo así y Me consolarás,,,
Entonces le dije: 'Señor, es que soy tan miserable..."
El: Dame una confianza de niño, la esperanza del pobre ante el rico; entonces Yo colmaré los huecos con sumo cuidado. Serás como la esposa que se ha preparado con las joyas más preciosas de un Esposo próvido.
ReL

De Confucio a Santo Tomás: el camino a la Verdad de un joven filósofo chino recién bautizado


Confucio le acercó más a la verdad que la filosofía moderna occidental, explica Francisco Pablo, un apasionado de los teólogos medievales. Foto de recurso.
Confucio le acercó más a la verdad que la filosofía moderna occidental,
explica Francisco Pablo, un apasionado de los teólogos medievales.

 El día de la Asunción de Nuestra Señora, en una parroquia de la periferia de Shanghai, fue bautizado Francisco Pablo Yang, joven chino de 27 años recién doctorado en Filosofía por la universidad de Nanking. Trabaja en una célebre editorial de la ciudad. 
Francisco Pablo ha compartido su recorrido de fe en Asia News (los ladillos son de ReL):
Mi búsqueda de Dios y mi bautismo
Nací en 1993 en una familia normal de Anhui y crecí en un ambiente ateo. En los primeros dos años de universidad era totalmente laicista y hedonista, sin grandes aspiraciones, y llevaba una vida absurda y disoluta.
El 5 de septiembre de 2013, súbitamente y sin ningún preaviso, como si hubiese sido iluminado, comprendí que no quería seguir viviendo sin un objetivo específico. Ahora, mirando atrás, comprendo sin ninguna duda que fue la gracia de Dios la que me invadió.
En búsqueda de la sabiduría
Así que comencé a estudiar filosofía por mi cuenta, tratando de descubrir qué es la sabiduría. Lo primero con lo que entré en contacto fue la filosofía moderna occidental, que sin embargo me pareció fabricada con especulaciones pobres: un racionalismo abstracto que nada tiene con la vida real.
No era aquello lo que deseaba mi corazón, así que me encaminé hacia el denominado “conocimiento de la vida”, o sea, la filosofía china, en particular la filosofía confuciana. A menudo Dios nos hace recorrer un camino tortuoso para que podamos realmente sentir omnipresente su Divina Providencia.
Por medio de Santo Tomás de Aquino
Lo que más me apasionó de las filosofías confucianas fue estudiar a Zhu Xi (1130-1200), y justo a través de él conocí a Santo Tomás de Aquino y gracias a este último la Verdad divina y santa de la Iglesia. Además, el respeto del catolicismo por la tradición y los santos, su profundo compromiso crítico con la modernidad, el ejemplo de misericordia de los Papas Juan Pablo II y Benedicto XVI... todo estaba en perfecta sintonía con mis experiencias personales y con lo que había estudiado antes, y me atrajo intensamente.
Hablando más en profundidad, debo decir que esta atracción se quedó en lo superficial, era solo una preparación a la gracia de la fe como don de Dios, a la llamada a convertirme a Él. 
Diferencias insalvables
Al principio no lograba entender esto, e intentaba fundir mediante mi esfuerzo la tradición del catolicismo con la tradición china. Esos intentos me hicieron sufrir y al final se revelaron vanos. Pese a los puntos comunes entre las dos tradiciones, hay diferencias básicas insuperables que, una vez aplicadas a la vida cotidiana, nos podrían poner en contradicción, generando confusión.
Solamente al final logré entender que lo que me pedía el Señor no era integrar o fundir estos dos grandes sistemas, sino obedecerle a Él; no obligarme, según mi voluntad personal, a una transformación total, sino aprender a ser humilde dejando que sea Dios quien me conduzca por este bosque que es la vida.
A pesar de ello, las dificultades espirituales tienen en cualquier caso un lado positivo, y probablemente es a lo que el hombre moderno, nacido en otra tradición, debe enfrentarse cuando se quiere acercar a Dios, como si fuese un prueba.
Todo es don
En mi vida luego sucedieron algunos acontecimientos que tienen que ver con la amistad y también con la familia. A través ellos, el Señor se me reveló aún más: es el conocimiento de este Dios que se anonadó por amor el que permite al hombre profundizar en su conocimiento del prójimo, para amarlo, y en el de su pobre yo: "A ver, ¿quién te hace tan importante? ¿Tienes algo que no hayas recibido?" (1 Cor 4, 7).
Dios se revela en los contactos y en las relaciones entre las personas, haciendo así que el hombre construya relaciones en relaciones con Él como Trinidad.
De Lubac
Luego siguió una larga espera: no me sentía dispuesto y estaba siempre indeciso y dejé de lado la cuestión. Sin embargo, el Señor puso de nuevo mi vida en movimiento a través de una persona concreta.
Conocí a un hermano con quien iniciamos un grupo de lectura en común, donde leímos juntos el libro Catolicismo de Henri de Lubac (1896-1991). Gracias a esta experiencia adquirí un conocimiento más profundo sobre la comunión en Dios, y tras una serie de acontecimientos maravillosos, este año recibí finalmente el bautismo en la solemnidad de la Asunción de María.
¿Por qué Francisco Pablo?
Después de una larga reflexión y tras comentarlo con mi director espiritual y con los amigos, decidí tomar como nombre de bautismo el de Francisco Pablo.
San Francisco de Asís es el fundador de la orden franciscana. Guardo un sentimiento especial hacia la orden franciscana. Cuando leí San Francisco de Asís de G.K. Chesterton, su carisma me conmovió profundamente. Si bien fue Santo Tomás de Aquino quien me hizo entrar en contacto con la verdad del catolicismo, mi teólogo preferido es el franciscano San Buenaventura.
Además, la pobreza espiritual de la orden franciscana es el carisma al que aspiro en mi vida cotidiana: es necesario que el hombre se vacíe para que el Espíritu Santo pueda entrar en nosotros.
Por otro lado, en cuanto hombre moderno, a través del Medievo quisiera llegar directamente a la época de los Apóstoles, viviendo en esta tradición viva. Por eso elegí Pablo como segundo nombre. Por mi temperamento, quizás estoy más cerca de Juan, pero el estilo apasionado de Pablo desempeña una función complementaria.
De todos modos, ruego para que la pasión misionera de Paolo me encienda y me ayude a proclamar el Evangelio de Cristo en tierra china, según mis posibilidades. 
¡Para la gloria eterna del Señor!
ReL
Vea también  Romano Guardini - el Relato sobre mi conversión




viernes, 28 de agosto de 2020

Estoy a tu puerta y llamo: ¿Sabes lo que es mendigar?

Es como si conversara contigo...                                                                                                       

Estoy a tu puerta y llamo

Gabriela Bossis, Diario 'Él y yo'



1496. 4 de febrero de 1946.
¿Quieres entender algo sobre lo que es Mi humildad?
Pues, considera Mis distintos Nacimientos.
Nazco en el Seno Inaccesible del Padre. Nací del Seno de una Virgen, en la pobreza. Nací, en la obscuridad, del seno de un Sepulcro. Y nazco (diariamente) en la Eucaristía, en obediencia a la palabra de un hombre.
Yo: ¿Puedo llamarte 'mi Señor?'
El: ¡Claro que sí! Porque Soy tuyo, lo mismo que tú eres creatura Mía. No Me dirás que no hay una grande dulzura en este intercambio. ¿Por qué habrías de temer el renovarlo sin cesar? Llámame, pues, 'tuyo' y Yo te llamaré 'Mía'.
No te rehúses, pues lastimarías al Amor. Avanza siempre en el camino de las donaciones, segura de que con ello Me complaces.
Nunca te he reprochado el que Me hayas amado en demasía ni que te hayas excedido en la confianza. ¿Te he dicho alguna vez que exageras, que Yo no quiero ir tan lejos? Yo, que por el deseo de recibir vuestras intimidades, llego hasta el extremo de mendigarlas... ¿Sabes tú lo que es mendigar? Es desear con tanta fuerza que se pierde el sentido de la gloria y se arrebata el movimiento más pequeño, con tal de llegar a lo que se quiere. 
 ReL


jueves, 27 de agosto de 2020

Estoy a tu puerta y llamo: Tu vestidura del último viaje...

Es como si conversara contigo...                                                                                                   

Estoy a tu puerta y llamo

Gabriela Bossis, Diario 'Él y yo'



1498. 14 de febrero. Hora Santa.
Pensaba en arreglos financieros, en los impuestos y en otras cosas.
El: ¿No Soy Yo tu Tesoro eterno e infinito? Y las finanzas de la Tierra sirven para tan corto tiempo. No les concedas largos pensamientos; solamente lo que sea indispensable. De lo contrario, te expones al riesgo de que arrastren tu pensamiento. Iba a decir 'el corazón de tu pensamiento', que Me pertenece.
¿No eres feliz cuando Me perteneces? ¿Has hallado en otra parte dulzuras como las que Yo te doy? ¿Conmigo no estas en tu casa, en familia, tú, Mi pequeña imagen querida?
Que tu sola preocupación sea la de estar siempre cerca de Mí y en las cosas de Mi Gloria y de Mi Reino, Mi Voluntad, Mi fiarme de las almas, Mis más delirados Deseos. Y ahora, ¿sabes lo que deseo esta tarde? Reposar en ti. Para ello, sé toda Mía. Clava tu pensamiento en Mi Corazón y en Sus Sufrimientos. Entonces Me parecerá que los compartes, Me darás un precioso socorro en el Jardín solitario.
¡Si supieras! Pero no, vosotros no sabéis lo que es para Mí vuestro pensamiento; si lo supiérais, lo dirigiríais más a vuestro Esposo.
Yo tomo, sin embargo, los nombres más dulces para invitaros a una respuesta y, a pesar de eso, muchos Me tienen lejos, como un extraño que no se quiere ver mezclado en la propia vida.
Hasta en el momento de la muerte Me tienen miedo. Se marchan de aquí porque es inevitable, pero sin pensar para nada en echarse en Mis Brazos, que son los del Salvador, los del gran Amigo, los de un Dios que desposa, de un Creador que todo lo hizo en vosotros. ¿No sería lo más natural dárselo todo con alegría y agradecimiento?
Tú, hija, no obstante tu pequeñez, alcánzame con frecuencia como ensayando el postrer vuelo. Puesto que ese día tiene que llegar, que tu alma piense en su vestidura del último viaje...
ReL

Un «Ave María» menos conocido que es tan hermoso como el de Schubert




La increíble mezcla vocal de Voces8 destaca una joya de la música sacra  

El “Ave María” es una de las obras de música sacra más compuestas y grabadas del mundo católico. Aunque no hay escasez de versiones, configuradas para una amplia gama de estilos, la mayoría de las personas solo están realmente familiarizadas con el arreglo popular de Schubert.
Por supuesto, que Schubert esté en un lugar privilegiado es bien merecido, ya que su música fue diseñada para atraer emociones reverentes de los oyentes, pero hay muchos otros tratamientos dignos de esta oración a la Santísima Madre que vale la pena explorar.
Hoy os traemos el “Ave María” de Franz Biebl, compositor del siglo XX. Escrita en la década de 1960, la pieza no ganó mucho impulso hasta 1989, cuando se estrenó por primera vez en los Estados Unidos. La pieza combina el texto latino de la oración del Ángelus con el del Ave María que sirve de estribillo.
El Ángelus se canta en canto llano, descansando sobre una nota zumbante mientras los cantantes recitan la oración, pero las secciones del Ave María se impregnan de líneas polifónicas que ascienden maravillosamente.
Si bien el estilo es el de un motete, una forma musical que se remonta a algunas de las formas más antiguas de la música cristiana, los acordes coloridos de larga duración producidos por el coro recuerdan mucho al período romántico. Aunque el período romántico en la música terminó en la época en que nació Biebl, es obvio que se inspiró en esta época.
Voces8 hace otro buen trabajo con este trabajo coral, como es de esperar de uno de los principales coros sagrados del mundo. Como siempre producen un sonido tan grande que parece imposible que no haya más gente cantando con ellos. Si está buscando más de Voces8, le sugerimos «A Boy and a Girl» de Eric Whitacre, uno de los compositores vivos más talentosos.
J.P. Mauro, Aleteia

Vea también Cómo nacieron el Ave María y el Rosario

miércoles, 26 de agosto de 2020

Foto Pulitzer, Cuba 1959: un cura confiesa a un hombre que va a ser asesinado por los castristas


José Ramírez, arrodillado ante el sacerdote Domingo Lorenzo antes de ser asesinado por los comunistas.
José Ramírez, arrodillado ante el sacerdote Domingo Lorenzo
antes de ser asesinado por los comunistas.

"Eran días de desenfreno, desbordamiento de todos los instintos primitivos del hombre-fiera salvaje. Era la revolución de los barbudos de Fidel Castro, que se asienta sobre montañas de cadáveres desde 1953 -cuartel Moncada- hasta hoy, con la consiguiente ruina de la patria esclavizada, destrucción de las familias, de las instituciones, de la economía, de la libertad, de todos los valores morales y virtudes heroicas de aquel país, digno de mejor suerte".
Esta frase está escrita en 1962, y su autor es un sacerdote, co-protagonista de una fotografía que dio la vuelta al mundo y ganó el Premio Pulitzer en 1960. En ella, administra en plena calle los últimos auxilios espirituales a un hombre que va a ser asesinado por los comunistas armados que les rodean, y que ocupan el poder desde el 1 de enero de 1959.
Foto: Pulitzer.
La historia tiene tres nombres propios: la víctima, José Rodríguez; el sacerdote, Domingo Lorenzo; y el fotógrafo, Andrew López
Ésta es su historia.
Un burgalés condecorado por Eisenhower
Andrew López nació en Burgos en 1910, pero a los cuatro años llegó a Estados Unidos. Vivió casi toda su vida en Nueva York, donde con el tiempo se formó en la fotografía como autodidacta hasta convertirse en periodista gráfico a partir de 1941. 
Foto: ebay.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Andrew estuvo en el frente como corresponsal, donde cubrió el desembarco de Normandía, la batalla de las Ardenas y la entrada de los aliados en París. Cuatro días antes de ese hecho fue herido en el campo de batalla y volvió por un tiempo a Estados Unidos, pero luego volvió a ser enviado, esta vez al Pacífico, donde asistió a la rendición de Japón y a las pruebas atómicas en el atolón Bikini.
López pudo demostrar su heroísmo al ayudar a rescatar a varios soldados norteamericanos que habían sido capturados por los alemanes. Por esa acción recibió en 1947, de manos del general Dwight D. Eisenhower, futuro presidente de Estados Unidos, la Medalla de la Libertad, la mayor condecoración que puede recibir allí un civil.
Rochester Democrat and Chronicle, 19 de noviembre de 1947.
López había empezado también a trabajar para la UPI (United Press International) casi como recadero, hasta que pudo demostrarles su talento como fotógrafo. Estuvo en la agencia cuarenta años, ganándose una fama legendaria de adicto al trabajo.
Andrew, pugnando por una foto en una cena de captación de fondos del Partido Demócrata en California en 1960. Foto: ebay.
Aunque cubrió eventos de todo tipo, se especializó en deporte, en particular béisbol y hockey. Se casó con Amy, su esposa durante 53 años, y tuvo dos hijos. En 1983 se jubiló y se trasladó a vivir a Florida, donde murió de cáncer en 1986 dejando además siete nietos y seis bisnietos.
Amy felicita a su marido tras ganar el Premio Pulitzer. Foto: ebay.
Su gran momento de gloria fue el Premio Pulitzer de Fotografía de 1960 por una serie de instantáneas captadas el 17 de enero de 1959 en los momentos previos al asesinato, por parte de la "justicia revolucionaria", de un cabo del ejército cubano.
"Confiéseme, que yo soy católico"
El cabo José Rodríguez vivía en Jovellanos, un pueblo de Matanzas. Era padre de siete hijos y vivía "pobremente" con su familia, según contaría luego Don Domingo evocando la buena relación que había hecho con ellos en sus años de párroco en la zona: "Era un celoso guardián del Ejército y cumplidor del deber en las misiones que se le encomendaron", apunta.
"Nunca supe de qué le acusaban", continúa, "porque entre aquella gritería ni se oían los cargos que le hacían. Sólo oí cuando William Gálvez dijo: 'Pena de muerte por fusilamiento, y será fusilado ahora mismo. Traedme el garan (era el garan un fusil con mirilla telescópica), que yo mismo lo mataré”. 
Gálvez, jefe de los rebeldes en la zona que sería luego un propagandista del régimen, había actuado de fiscal y juez en un simulacro de juicio de dos minutos en el que no hubo abogado defensor. La "sentencia" se dictó en el Castillo de San Severino, en Matanzas, y llegaron a ponerle ante el pelotón de fusilamiento.
Foto: Pulitzer.
Lo llevaron a empujones hasta el patio, donde al ver al sacerdote cayó de rodillas y le dijo: “Padre, usted es el único amigo que aquí tengo. Todos me acusan… Ay, mis hijos. ¿Qué será de ellos? Confiéseme, que yo soy católico".
"Rodeados de barbudos con metralletas bastante cerca de nosotros, el cabo de rodillas y yo en pie, con una pequeña estola y un crucifijo, le oí en confesión y le absolví", cuenta el padre Lorenzo: "Estaban apurados por llevarle al paredón, y me urgían terminase pronto... y el William ya estaba abajo con su fusil. Lo llevé yo mismo a la pared y al ir a vendarle no quiso que lo hiciera: quería morir como un militar".
En el último momento Gálvez decidió posponer el fusilamiento hasta la mañana siguiente porque había muchas personas y entre ellas varias mujeres. El sacerdote acompañó a José hasta un calabozo, donde también estaba su hermano, y ya no le vio más.
Gálvez ordenó "que los fotógrafos entregasen todos los carretes de sus cámaras con los negativos, que no quería fotos… Todos los entregaron menos un americano, que con su cámara corría por los corredores en dirección a la reja-puerta, mascullando: 'Asesinos', 'Asesinos', 'Asesinos'. Y esta es la foto en cuestión, única que se conserva en tres partes: una confesándose, otra besando el crucifijo y otra en el paredón, donde se aplazó el fusilamiento hasta el siguiente día al amanecer, que ya no vi, y lo llevaron a sepultar a Jovellanos".
Así quedó reconocida, también en esta ocasión, la valentía de Andrew, que permitió obtener un documento de gran valor para la Historia.
Ramírez fue fusilado al día siguiente y su cuerpo entregado a su familia en Jovellanos. Los castristas obligaron a su hijo mayor a firmar una carta aprobando el asesinato de su padre.
Sacerdote entregado y amigo fiel
 ¿Cómo explicar la presencia de aquel párroco de Matanzas en tan atípica situación?
Domingo Lorenzo tenía muchos amigos entre los militares y civiles detenidos por los revolucionarios. "Como eran mis amigos y soy fiel a la amistad, y en horas de dolor está la prueba, me agencié un salvoconducto para visitar a todos los prisioneros de la República, escrito por Celia Sánchez, y firmado por Fidel Castro, que todavía conservo, y para atender en sus últimos minutos a los condenados a muerte". 
El padre Lorenzo llegó a asistir espiritualmente a 58 amigos suyos antes de ser fusilados. Él se reconoce "cansado" y "nervioso" por aquella tarea: "Todo era matar, matar, matar… Y después de muertos me los entregaban pasada la una de la madrugada. A aquella hora tenía que llamar a las funerarias, a los forenses, a los juzgados; lavarlos, conducirlos a la funeraria, meterlos en la caja y después dar la noticia a sus viudas, hijos, padres… y las escenas eran desgarradoras. Había que acompañarlos al cementerio, adonde iban solo los familiares y algunos barbudos".
Empezaron a atosigarle. "Era bien claro el marxismo despiadado y bien ensayado", explica: "Un día me llamaron al cuartel de Matanzas y me ordenaron que dejase Cuba si no quería ir también yo al paredón".
Era viernes, y el sábado, a las cinco de la tarde, tomó un avión de Iberia rumbo a Madrid, a donde llegó el 5 de abril de 1959.
El 22 de noviembre de 1962 escribió en ABC la carta donde da cuenta de todos estos hechos. Era entonces párroco en Carracedo del Monasterio (León).
Por su interés, reproducimos en su integridad el artículo.
Los fusilamientos en Cuba
Domingo Lorenzo - ABC, 22 de noviembre de 1962
La foto que días pasados fue objeto de vivos comentarios en periódicos españoles corresponde ciertamente al cabo del ejército del general Fulgencio Batista, presidente de la República de Cuba, y es de enero de 1959, cuando este cabo, llamado José Rodríguez o “Pepe Caliente”, fue sentenciado a muerte en el castillo de San Severino, en Matanzas. El sacerdote que le está oyendo en confesión en el patio del referido castillo es el que suscribe, padre Domingo Lorenzo, a la sazón párroco en la misma ciudad de Matanzas.
Fue el primer fusilamiento en la ciudad, sin tribunales, sin defensor, sin testigos, y sólo una persona habló, vociferó, gesticuló y sentenció por sí y ante sí; esta persona era el llamado comandante William Gálvez, a la sazón jefe del ejército rebelde en Matanzas. Fue pública la vista, con proliferación de fotógrafos, corresponsales de prensa, pueblo en general, que en medio de gran histerismo, deseosos de venganza, de sangre, ebrios de todo, pedían: “¡Paredón! ¡Paredón!” por todas partes, y eran pocas las personas que en aquel castillo había que no tuviesen un fusil o ametralladora en sus manos, un poderoso revólver al cinto y una canana cruzada desde el cuello al pecho y espalda.
Eran días de desenfreno, desbordamiento de todos los instintos primitivos del hombre-fiera salvaje. Era la revolución de los barbudos de Fidel Castro, que se asienta sobre montañas de cadáveres desde 1953 -cuartel Moncada- hasta hoy, con la consiguiente ruina de la patria esclavizada, destrucción de las familia, de las instituciones, de la economía, de la libertad, de todos los valores morales y virtudes heroicas de aquel país, digno de mejor suerte.
 Conocí al cabo José Rodríguez en Jovellanos, un pueblo de Matanzas, en mis largos años por aquella zona, como a su familia, con siete hijos, que vivían pobremente en Jovellanos. Era un celoso guardián del Ejército y cumplidor del deber en las misiones que se le encomendaron. Nunca supe de qué le acusaban, porque entre aquella gritería ni se oían los cargos que le hacían. Sólo oí cuando William Gálvez dijo: “Pena de muerte por fusilamiento, y será fusilado ahora mismo. Traedme el garan (era el garan un fusil con mirilla telescópica), que yo mismo lo mataré”. 
Lo empujaron por la escalera abajo hasta el patio, donde cayó en mis brazos, que le estaban esperando, y al verme cayó de rodillas diciendo: “Padre, usted es el único amigo que aquí tengo. Todos me acusan… Ay, mis hijos. ¿Qué será de ellos? Confiéseme, que yo soy católico".
Rodeados de barbudos con metralletas bastante cerca de nosotros, el cabo de rodillas y yo en pie, con una pequeña estola y un crucifijo, le oí en confesión y le absolví. Estaban apurados por llevarle al paredón, y me urgían terminase pronto desde los corredores que circundan aquel castillo-fortaleza de tiempos de España, y el William ya estaba abajo con su fusil. Lo llevé yo mismo a la pared y al ir a vendarle no quiso que lo hiciera: quería morir como un militar.
En ese momento, y cuando ya estaba yo esperando la descarga, sonó la voz de William: “Llévenlo al calabozo. Ya no será fusilado hoy. Será mañana, cuanto todo esto esté despejado, que hay muchas mujeres aquí. Llévenselo…”
Y yo mismo lo conduje casi desmayado a uno de los calabozos, donde estaba su otro hermano preso también como muchos; cayó en sus brazos y ordenó el William que saliésemos del castillo, que los fotógrafos entregasen todos los carretes de sus cámaras con los negativos, que no quería fotos… Todos los entregaron menos un americano, que con su cámara corría por los corredores en dirección a la reja-puerta, mascullando: “Asesinos”, “Asesinos”, “Asesinos”.
Y esta es la foto en cuestión, única que se conserva en tres partes: una confesándose, otra besando el crucifijo y otra en el paredón, donde se aplazó el fusilamiento hasta el siguiente día al amanecer, que ya no vi, y lo llevaron a sepultar a Jovellanos. Nadie de su familia estaba allí, y al participárselo le hicieron firmar un escrito al hijo mayor “aprobando” el fusilamiento de su padre, lo que motivó una carta en el periódico ¡Adelante! del señor Pimentel recriminando a este hijo. 
¿Por qué estaba yo allí? Habían caído presos muchos amigos míos militares y civiles en los distintos cuarteles y prisiones. Deseaba visitarles en aquellos momentos de confusión, pena, dolor; cuando estaban sin afectos y sin permitírseles ver a familiares ni amigos. Como eran mis amigos y soy fiel a la amistad, y en horas de dolor está la prueba, me agencié un salvoconducto para visitar a todos los prisioneros de la República, escrito por Celia Sánchez, y firmado por Fidel Castro, que todavía conservo, y para atender en sus últimos minutos a los condenados a muerte. Y así estuve en ese castillo, en La Cabaña, en Príncipe, Varadero, Cárdenas, Jovellanos, Colón, Santa Clara, Cienfuegos, etc., donde había amigos míos presos, conocidos o no; pero presos, y sus familiares me requerían.
En honor a la verdad digo que en aquellas fechas me dieron toda clase de facilidades los barbudos. Era el “26 de julio” y con unos rosarios que llamaban “collaritos”, unas medallas y unos crucifijos regalados; un gorrito del “26 de julio” sobre mi cabeza, y mucho valor, se llegaba a todos los calabozos, se cruzaban todas las carreteras, guardarrayas, caminos y vericuetos a altas horas de la noche con un buen automóvil, salvando gente del paredón
Era ya mucho para aquella tensión, después de haber asistido a cincuenta y ocho amigos fusilados. Estaba cansado, nervioso por la impotencia en que me vi de salvarlos en el tiempo y vida terrenal, incluso ni a los que me habían favorecido “antes” salvando a fidelistas a petición de ellos mismos, y “después” estos salvados no atendieron un ruego mío ni de nadie.
Todo era matar, matar, matar… Y después de muertos me los entregaban pasada la una de la madrugada. A aquella hora tenía que llamar a las funerarias, a los forenses, a los Juzgados; lavarlos, conducirlos a la funeraria, meterlos en la caja y después dar la noticia a sus viudas, hijos, padres… y las escenas eran desgarradoras. Había que acompañarlos al cementerio, adonde iban solo los familiares y algunos barbudos.
Me atreví a acompañar el duelo en el cementerio de Matanzas y en el de Colón, de La Habana, y… ya no me dejaban vivir. Era bien claro el marxismo despiadado y bien ensayado, y un día me llamaron al cuartel de Matanzas y me ordenaron que dejase Cuba si no quería ir también yo al paredón “por ser el único defensor del ejército de Batista y de los llamados criminales de Guerra” (que tenían un alma que salvar también). Era un viernes, y el sábado, a las cinco de la tarde, en uno de los aparatos de Iberia, salí para Madrid, adonde llegué el cinco de abril de 1959. Muchas más cosas yo sé que no caben en cuartillas. Lo que pasó después todos lo conocemos.
¡Dios salve a Cuba!
 Carmelo López-Arias / ReL
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