domingo, 31 de enero de 2021

7 cosas que hacer para tener éxito en la oración

 

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La oración es un corazón a corazón silencioso y libre con Dios, pero también una dura batalla de todos los días, ¡cuántos cristianos la comienzan con entusiasmo y la abandonan en el transcurso de la ruta! Aquí 7 claves que permiten practicar esta hermosa oración cotidianamente

La oración no es «hacer» sino «estar con». Esto no impide que esta cita, a veces seca, de la oración se motive y se construya. Pierre Descouvemont, sacerdote y teólogo, explica las siete cosas que hay que hacer para tener éxito en la práctica cotidiana de la oración.

Complacer a Dios

Roman Zaiets | Shutterstock

Es primeramente para agradar a Dios que debemos aceptar la invitación que Él nos envía todos los días en la oración. La Biblia no los afirma en efecto: tenemos la estupenda posibilidad de contribuir a la felicidad de nuestro Dios.

Él no nos necesita, ya que, desde siempre y hasta siempre, es infinitamente feliz en el seno de la vida trinitaria. Pero nos ama tanto que reclama nuestros pobres gestos de amor. Él los «mendiga», decía santa Teresa del Niño Jesús.

Uno no persevera en la oración solo para recibir los torrentes de amor que se desbordan del corazón de Cristo, sino por el placer de complacerle.

Por eso, aburrirse no es grave, ya que él está verdaderamente feliz de este tiempo dado. Y aún hay que pedir la gracia de creer.

«Hacer» el pleno

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Evgeny Atamanenko - Shutterstock

Uno no hace la oración haciendo el vacío, sino haciendo el pleno.

Tomemos ejemplo de los monjes que alimentan su oración de la famosa lectio divina. Rezan partiendo de las Escrituras. Se toman el tiempo para escuchar al Señor decirles y repetirles su amor a través de su Palabra.

Muchos cristianos se quejan de que no logran hacer el vacío al comienzo de su oración, esto es normal: solo se suprime lo que se remplaza.

«Hacer» silencio

Hacer silencio no significa hacer el vacío en tu mente. Por el contrario, ten cuidado de no dejar que tu espíritu divague en consideraciones intempestivas sobre los textos bíblicos o el autor espiritual que acabamos de leer.

Dios no necesita escuchar un ejercicio retórico o una charla teológica. ¡Cuantas menos palabras, mejor! Ellas pueden ser simples como las palabras de un niño: “¡Gracias, Señor! ¡Perdón! ¡Por favor! Dios mío, te amo».

Sin embargo, no nos imaginemos que para hacerlo bien deberíamos callarnos absolutamente y no decir nada. Aquel que grita: «Señor, ¿por qué tantas pruebas en mi vida? ¡Me resulta difícil aceptar tu voluntad! “, agrada lo mismo que el que está recogido.

Nuestra conversación con el Señor -a veces escucho, a veces hablo, a veces me callo- debe ser tan simple como una cita de amor.

«Hacer» confianza

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By wavebreakmedia/Shutterstock

Simple … ¡pero difícil! No nos sorprendamos de que sea difícil orar. San Pablo no duda en decir que «no sabemos orar correctamente» (Rom 8:26).

Cuando oramos, es el Espíritu Santo el que ora en nosotros. Incluso cuando no lo pensamos, es Él quien inspira nuestra oración. Él es el alma, el aliento que nos lleva al Padre y nos hace gritar, con Jesús y en él: “¡Abba, Padre!».

Él es quien nos hace gustar el Amor del Padre, quien hace resonar en el fondo de nuestros corazones: «¡Tú también eres mi hijo amado en quien me complazco!

Entonces podemos decirle con confianza a nuestro Dios: «Tu afecto por mí no tiene medida».

El Espíritu también es, y sobre todo, aquel que aumenta la capacidad respiratoria de nuestros pulmones espirituales a fin de que el Señor pueda colmarnos en la medida de nuestra esperanza en Él.

«Hacer» esfuerzo

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By Pixel-Shot|Shutterstock

Para orar, es necesario un esfuerzo indispensable de voluntad no solo para empezar sino para perseverar… y volver a la oración cuando uno la ha abandonada.

Este esfuerzo, lo hacemos como una oveja frágil, en las manos del Buen Pastor, bajo su mirada, para hacerlo sonreír más.

«Hacer» un rincón de oración

Marie-Alix B.

Instala en un rincón de tu casa imágenes y fotos frente a las cuales será más fácil reunirse y rezar en comunión con todos tus hermanos y hermanas del Cielo de la tierra. La existencia misma del rincón de oración nos recuerda que tenemos que preparar esta futura cita.

«Hacer» un retiro

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Shutterstock

Es mucho más fácil perseverar en la oración cuando has tenido la humildad y el coraje de seguir una verdadera «escuela de oración».

Para esquiar bien, tomamos lecciones. Para hacer una buena oración, es normal dedicar unos días en la vida a aprender lo que nuestros antepasados descubrieron en la fe … ¡y ejercitándose! Aquí, como en otros lugares, los reciclajes y las inyecciones de estimulo son indispensables.

Por Emmanuel Pellat Edifa


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sábado, 30 de enero de 2021

Los versículos de la Biblia más leídos en 2020

BIBLIA


En 2020, miles de personas buscaron Isaías 41, 10: "No temas: yo estoy contigo".

En medio de la prueba y la tribulación, muchas personas acuden a la Biblia para encontrar esperanza, significado y consuelo. Este año ha sido tumultuoso con la pandemia de COVID-19 que ha dejado al mundo entero en desorden.

No debería sorprendernos que muchos hayan recurrido a la Biblia en 2020 para tratar de entender cómo navegar esta crisis.

Según ChristianityToday, “La popular aplicación de la Biblia YouVersion registró un aumento de las búsquedas del 80 por ciento en 2020, totalizando casi 600 millones en todo el mundo. Isaías 41, 10 se clasificó como el versículo más buscado, leído y marcado en la aplicación».

No temas: yo estoy contigo; no temas: yo soy tu Dios; te fortaleceré, te ayudaré, te sostendré con mi diestra victoriosa. (Isaías 41, 10)

Muchos han estado luchando para lidiar con el miedo y la ansiedad, conforme la COVID-19 se iba propagando rápidamente por todo el mundo.

BibleGateway, uno de los sitios web más populares para buscar en la Biblia, publicó hallazgos similares.

Los momentos de noticias críticas de 2020 se correspondieron con picos extremos en las búsquedas de palabras clave / frases clave de la Biblia durante 2019 en Bible Gateway, el sitio web cristiano más visitado del mundo, y se pueden agrupar en los cuatro temas principales: social, pandémico, político y el fin de los tiempos.

Algunos de los versículos más leídos en BibleGateway fueron Jeremías 33, 6 y Jeremías 29. 11.

He aquí, le traeré salud y curación, y los sanaré y les revelaré abundancia de prosperidad y seguridad. (Jeremías 33, 6) Porque yo sé los planes que tengo para ti, dice el Señor, planes para el bienestar y no para el mal, para darte un futuro y una esperanza. (Jeremías 29,11)

La esperanza también fue un término popular, y este año ascendió en la clasificación del motor de búsqueda de la Biblia.

Está claro que, en medio de la incertidumbre, la gente quiere esperanza y saber que Dios está a nuestro lado, calmando nuestros miedos y angustias.

Philip Kosloski, Aleteia

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Tu hijo se sentirá único y querido con este truco de Don Bosco

 

FUN


¿Has experimentado alguna vez la agradable sensación de cómo alguien puede hacer que te sientas único? Sentirse único y querido es algo que a todos nos gusta, que necesitamos.

Sentirse único y querido es el primer ingrediente para alcanzar la felicidad en esta vida. Este próximo domingo 31 de enero celebraremos la fiesta de San Juan Bosco, un santo que nos dejó a través de su vida y obra grandes consejos para la educación en la infancia y en la juventud. Su sabiduría nos puede servirnos de guía para la educación de los hijos en el seno de una familia cristiana. Y más en estos tiempos de pandemia.

El 25 de marzo de 2020, ante la crisis del coronavirus que afectaba a toda la humanidad, el Papa Francisco nos dejó estas palabras:

“Queridos hermanos y hermanas, cada vida humana, única e irrepetible, vale por sí misma, constituye un valor inestimable y hay que anunciarlo siempre de nuevo, con la valentía de la palabra y la valentía de las acciones. Para ello hacen falta solidaridad y amor fraternal por la gran familia humana y por cada uno de sus miembros.”

Don Bosco tenía el magnífico don de hacer que sus chicos viviesen cada momento ordinario de la vida, a pesar de las dificultades, con gran alegría y el camino de la fe como una grandiosa aventura hacia la felicidad.

¿Cómo conseguía esto? ¿Cómo podemos imitarlo nosotros?

Para San Juan Bosco la educación se basa en el amor:

No basta con quererlos, ellos han de darse cuenta de que se les quiere.”

Era capaz de hacer sentir a cada muchacho de un modo particular que era querido, valioso, estupendo y que la vida tenía grandes planes para él, los planes de Dios.

¿Cómo lograr que se sienta querido?

Cuando queremos a alguien, le estamos diciendo que confiamos en él, que estimamos sus virtudes, le empoderamos, pues reforzamos su autoconcepto o confianza. Don Bosco conseguía que sus chicos se sintiesen elegidos, únicos y afortunados gracias a ese amor fraternal que practicaba con ellos (una palabrita al oído, compartir juegos, consejos, teatro, risas, sus famosas buenas noches…).

Para imitar a san Juan Bosco como educadores no hay truco ni recetario, pero sí un verbo infalible: “estar”.

Si algo caracteriza “la manera” de Don Bosco es el “estar estando”. Para él era importantísimo el dedicar tiempo y cariño, darse desde el corazón a los chavales y acompañarlos en cada momento significativo de su vida, poniendo confianza en ellos, preocupándose por ellos. En definitiva, un “estar con ellos de parte de Dios”. Desde este “estar”, el santo construye el afecto entre el educador y los chavales, creando un clima de familia y agradecimiento.

Imitemos a don Bosco en ese amor fraterno y así conseguiremos con nuestros muchachos desarrollar el autoconocimiento, reforzar su autoestima, el apego seguro y poco a poco, casi sin darnos cuenta, iremos entrando en su corazón.

Tratemos de buscar “una relación humana atenta a la persona del joven, sinceramente cordial y afectuosa, inspirada desde la caridad cristiana, que impulsa al educador a acercarse para comprenderlo y hacerse cargo de sus necesidades y de sus problemas’’. (Bosco, Memorie dell’Oratorio, Librería Ateneo Salesiano, Roma 2011, 128).

Esta forma de mirar a los muchachos conlleva un lazo cristiano, un encuentro fraterno que posibilita encontrar a Dios en cada niño o joven.

San Juan Bosco supo vivir, con alegría y confianza en el Padre, la aventura de la trama pedagógica. No se trataba de una alegría teórica. Se trata de una alegría que educa desde la vida.

Por tanto, como decía san Juan Pablo II:

¡Respeta, defiende, ama y sirve a la vida, a cada vida, a toda vida humana! ¡Sólo siguiendo este camino encontrarás justicia, desarrollo, libertad verdadera, paz y felicidad!” (Enc. Evangelium vitae, 5).


PARENTING

Miriam Esteban Benito, Aleteia 

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lunes, 25 de enero de 2021

El carácter propio de la educación católica

 

EDUCATION


¿La enseñanza cristiana se distingue por la educación en “valores” o por la transmisión de la “fe”? ¿Y si la vida moral fuera de la mano de la vida espiritual?

Conocemos los debates que resurgen regularmente en torno a la cuestión del carácter propio de la educación católica: ¿cuál es ese carácter “propio”?

¿Es la puesta en práctica de los valores cristianos: sentido de compartiraceptación de todos, incluso los más frágilesrespeto de la persona…?

Ciertamente. Pero sería ofender a la enseñanza pública dudar que esta también comparta esos valores, comunes a todas las escuelas.

Sería también olvidar que los valores de países como España y Francia son en realidad preceptos cristianos secularizados. Así, el reconocimiento de los esfuerzos o del mérito, por mencionar sólo un valor, es una forma moderna de la parábola de los talentos: se da la misma oportunidad a cada uno, sin distinción de estado, sea cual sea su punto de partida.

Los trastornos de identidad de la educación católica

¿Este carácter propio no sería más bien la adhesión plena y completa a las verdades de la fe católica?

Sin embargo, eso no es algo que pueda exigirse a los directores de centros, profesores, padres o alumnos, en nombre de la libertad de conciencia presentada como indisociable del carácter propio.

De hecho, la adhesión a la fe católica no es por lo general la razón prioritaria por la que los padres inscriben a sus hijos en una escuela católica. Y tampoco es la razón mayoritaria por la que los educadores solicitan trabajo en ellas.

Sin embargo, ¿se puede hablar aún de un “carácter”, un marcador real identificativo, cuando un establecimiento escolar lucha por encontrar un número suficiente de los actores que se supone que deben hacerla existir? ¿Es un carácter esencial o una etiqueta “autoadhesiva reubicable”?

Conocemos este debate. En cambio, lo que se conoce menos es que esta controversia es en realidad la traducción y la caja de resonancia de una cuestión teológica fundamental.

Tratando con antelación esta cuestión teológica, nos damos los medios para arrojar luz sobre nuestros problemas de identidad. La cuestión es la siguiente: ¿existe una moral o, con otras palabras, un modo de vida que sea específicamente cristiano?

¿Hay que separar la moral de la espiritualidad?

TATJANA SPLICHAL | DRUŽINA

Un error recurrente, aunque apoyado por ciertos moralistas, consiste en separar la moral de la espiritualidad.

Por un lado, las normas y preceptos sobre el comportamiento: las virtudes morales como la justicia, la fidelidad, la honestidad, el respeto a la palabra dada… Podemos considerar con todo derecho que estas normas son exigibles: esperamos de un educador, por ejemplo, que se ciña a estos compromisos.

Por otro lado, la espiritualidad, el movimiento del alma que nos orienta hacia Cristo y nos inspira la fe, el amor a Dios y al prójimo, el deseo de la salvación, y la vida sacramental. Evidentemente, no puede ser impuesta.

¿En qué desemboca esta distinción? En apariencia, agrada a todo el mundo, cristianos y no cristianos: los valores cristianos se consideran ante todo plenamente humanosuniversales y, por lo tanto, no son el coto privado de los católicos bautizados que se inclinan por el misticismo.

Y concedemos a los católicos fervientes el derecho a pensar que dirigen su vida o su educación “a la luz del Evangelio”; no vemos a quién podría molestarle esto.

Al nadar entre dos aguas, llegamos a negar la existencia de un estilo de vida específicamente cristiano y justificamos la eliminación de la transmisión de la fe.

El encuentro con Cristo se expresa en todo

CATHOLIC SCHOOL
Philippe Lissac | Godong

En realidad, esta separación hace del todo incomprensible la naturaleza misma de nuestra vida moral: nuestros compromisos profundos y nuestras elecciones cotidianas.

En el fondo, no se trata de separar la moral humanista de la espiritualidad para venderlas luego en piezas separadas.

Existe claramente una moral específicamente cristiana, alimentada por la fe, la esperanza y la caridad, nutrida por una visión teológica del cuerpo, de los fines últimos y de la antropología.

La adhesión a Cristo y a la Iglesia compromete a toda la persona y se realiza plenamente en nuestros actos concretosen el niño que nos es dado a cuidar recibimos a Jesús mismo.

Por eso la heroicidad de las virtudes es la firma de los santos: Cristo nos pide nada menos que seguirlo hasta la entrega total de nosotros mismos, y su cruz, que Él nos invita a cargar, no es producto de la imaginación.

Al contrario, nuestras decisiones, pequeñas y grandes, tienen un impacto profundo en nuestra vida íntima, hasta el punto de alimentar o perjudicar nuestra relación con Dios y la perspectiva que tenemos sobre los demás: implican a la persona en su totalidad.

¿Lo que define concretamente al cristiano? Ese encuentro con Jesús, ese impacto en el corazón por el rostro de Cristo que transforma toda una vida, que lleva a hacer el bien más allá de lo “razonable”, que infunde el ardiente deseo de llevar a Dios a todos aquellos que aún no lo conocen. Este es su carácter propio.

Jeanne Larghero, Aleteia

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Domingo de la Palabra, Fisichella: desconectar el móvil y abrir la Biblia

 

BIBLE

Public Domain

LEAN LA BIBLIA: Leer la Biblia (lectio divina) puede ser un excelente punto de partida

 para la oración en pareja. Pueden elegir juntos un pasaje, después leerla en voz alta, y 

luego de un rato de oración, compartir lo que les haya inspirado a cada uno.

Ayer la Iglesia celebró por segundo año el Domingo de la Palabra de Dios, instituido por el Papa Francisco en 2019. Debido a la reaparición de la ciática, la celebración no ha sido presidida por el Papa, sino por monseñor Rino Fisichella, quien, leyendo la homilía preparada por el Santo Padre, ha expresado su invitación para “llevar siempre con nosotros la Palabra de Dios” y “pedir al Señor la fuerza de apagar la televisión y abrir la Biblia; de desconectar el móvil y abrir el Evangelio”

“Pidamos al Señor la fuerza de apagar la televisión y abrir la Biblia; de desconectar el móvil y abrir el Evangelio”. Son las palabras del Papa Francisco – pronunciadas por Monseñor Rino Fisichella – con las que nos invita a acoger la Palabra del Señor, en el día en el que la Iglesia Católica celebra por segundo año el Domingo de la Palabra de Dios, instituido por el Papa Francisco en 2019 para que se celebre todos los años cada tercer domingo del Tiempo Ordinario.

Hoy el Papa Francisco no ha podido celebrar la Santa Misa desde el Altar de la Cátedra de la Basílica Vaticana, en su lugar, lo ha hecho Monseñor Rino Fisichella, presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización, quien también ha leído la homilía preparada por el Papa. Una homilía en la que Francisco ha querido centrarse en dos aspectos: “a qué y a quien Jesús anuncia el Reino de Dios”.

Qué dice Jesús

«El tiempo se ha cumplido, el Reino de Dios está llegando». El Papa Francisco explica que esta frase del Evangelio nos quiere decir que “Dios está cerca”, que su Reino ha bajado a la tierra: “Dios no está —como muchas veces estamos tentados de pensar— allá arriba en los cielos, lejos, separado de la condición humana, sino que está con nosotros. El tiempo del distanciamiento terminó cuando en Jesús Dios se hizo hombre. Desde entonces, Dios está muy cerca; nunca se separará ni se cansará jamás de nuestra humanidad” nos cuenta la homilía del Pontífice.

El Papa Francisco además hace hincapié en que el texto resalta que Jesús «decía», es decir, “no lo dijo una vez y basta, sino que lo repetía continuamente: Dios está cerca” y esto deja claro que “era el hilo conductor de su anuncio, el núcleo de su mensaje”. Por ello, el Pontífice asegura que si este es el inicio y el estribillo de la predicación de Jesús, “también debe ser la constante de la vida y del anuncio cristiano”.

Rino Fisichella – pronunciando la homilía del Santo Padre – señala que la Palabra de Dios nos permite constatar esta cercanía y nos infunde esta paz, “pero no deja en paz”. “Es una Palabra de consolación, pero también de conversión. «Conviértanse», dijo Jesús justo después de haber proclamado la cercanía de Dios. Porque con su cercanía terminó el tiempo en el que se toman las distancias de Dios y de los otros, terminó el tiempo en el que cada uno piensa sólo en sí mismo y sigue adelante por su cuenta”. “Esto no es cristiano – ha exclamado – porque quien experimenta la cercanía de Dios no puede distanciarse del prójimo, no puede alejarlo con indiferencia”.

A quién habla Jesús

“Veamos ahora a quién habla Jesús” lee Fisichella. “En primer lugar se dirigió a los pescadores de Galilea. Eran personas sencillas, que vivían del fruto de sus manos, trabajando duramente noche y día. No eran expertos en las Escrituras y no sobresalían seguramente por la ciencia y la cultura. Habitaban una región variopinta, con diferentes pueblos, etnias y cultos. Era el lugar más lejano de la pureza religiosa de Jerusalén. Pero Jesús comienza desde allí, no desde el centro, sino desde la periferia; y lo hace para decirnos también a nosotros que nadie está al margen del corazón de Dios. Todos pueden recibir su Palabra y encontrarlo personalmente”.

El Papa Francisco pone este ejemplo para decirnos que Jesús no atrajo a sus discípulos con discursos elevados e inaccesibles, sino que hablaba sus vidas: a unos pescadores de peces les dijo que serán pescadores de hombres. “Si les hubiera dicho: “Vengan detrás de mí y los haré apóstoles, serán enviados en el mundo y anunciarán el Evangelio con la fuerza del Espíritu, los matarán pero serán santos”, podemos imaginar que Pedro y Andrés le habrían respondido: “Gracias, más bien preferimos nuestras redes y nuestras barcas”.

Sin embargo, Jesús los llama a partir de su vida: “Son pescadores, se convertirán en pescadores de hombres”. “Con esta frase – lee Fisichella – descubrirán paso a paso que vivir pescando peces era de poco valor, pero remar mar adentro desde la Palabra de Jesús es el secreto de la alegría. Así hace el Señor con nosotros, con su Palabra quiere hacernos cambiar de rumbo, para que dejemos de ir tirando y vayamos mar adentro en pos de Él”.

No renunciemos a la Palabra de Dios

Francisco hace una invitación a llevar siempre con nosotros la Palabra de Dios: “Llevémosla siempre con nosotros, en el bolsillo, en el teléfono; démosle un sitio digno en nuestras casas. Pongamos el Evangelio en un lugar donde nos recordemos abrirlo cada día, si es posible al inicio y al final de la jornada, de modo que entre tantas palabras que llegan a nuestros oídos llegue al corazón algún versículo de la Palabra de Dios”. Y para poder hacer esto – concluye su homilía – “pidamos al Señor la fuerza de apagar la televisión y abrir la Biblia; de desconectar el móvil y abrir el Evangelio”.

Vatican News, Aleteia 


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domingo, 24 de enero de 2021

Un ejercicio para cuando te enfades con tu pareja


YOUNG COUPLE,


El rencor se asienta lentamente en la pareja y a veces toma proporciones desmedidas. Aquí tienes un método para deshacerte de esta emoción negativa.

¿Alguna vez te ha pasado que te cuesta olvidar algo que tu cónyuge ha dicho o hecho? Un comportamiento hiriente o una palabra afilada te obsesionan hasta el punto de generar un malestar, incluso un resentimiento, y pueden llegar a engendrar un deseo de venganza contra él o ella: “¡Me lo va a pagar!”. El malestar va seguido de la ira. Y el deseo de devolver el golpe.

Esto es lo que le sucedió a Claire después de que su marido Jean la criticara varias veces delante de sus amigos. Ella experimenta rencor hacia él, incluso hostilidad, y le da vueltas sin parar a los acontecimientos ultrajantes. Ella desea de todo corazón salir de esta situación de encierro. Y, al mismo tiempo, no puede aceptar sin hacer nada estos ataques injustos…

Expresar lo que se siente en pareja

El rencor es un sentimiento temible que levanta un muro en la relación, tanto más sólido cuanto que lo apuntalamos al revisar sin cesar esos recuerdos desagradables. Deforma las interacciones y destruye la comunicación profunda. Y puede llegar incluso al rechazo. Claire no ha llegado aún a ese punto, pero percibe que todas sus relaciones ya se han enturbiado, incluso, por supuesto, en el ámbito sexual. Está demasiado resentida con su marido.

Así que será necesario que esta pareja se abra mutuamente: “Eviten la amargura, los arrebatos, la ira, los gritos, los insultos y toda clase de maldad” (Ef 4, 31). ¿Por qué Jean sintió necesidad de expresar esas críticas delante de los demás? ¿Es que no podría haber hablado de ello con su esposa? ¿Es consciente de la humillación y el rencor que ha generado en ella? Claire tendrá no sólo que transmitir directamente a Jean lo que siente, sino también profundizar en la resonancia de estos sucesos para ella misma. Un comportamiento así es, sin duda, desagradable y poco cortés, pero ¿basta para provocar un resentimiento y una acritud tan grandes? ¿Por qué se siente tan afectada?

Un ejercicio que ayuda a hablar más fácilmente de nuestras heridas

Hay un pequeño ejercicio que se puede hacer en pareja para expresar expectativas y necesidades. Cada uno elabora en un folio tres listas donde escribe: lo que ama del comportamiento del otro, lo que le molesta, lo que necesita. Luego se intercambian los folios y se conversa sobre ellos. Porque conocer a nuestro cónyuge y darnos a conocer a él o ella es una clave de la intimidad, que es el cemento de la pareja.

Si la intimidad se cultiva y vive en profundidad, será más fácil expresar las heridas sentidas antes de que se infecten y pudran la relación. O la resequen. Todo ello sin olvidar que este paso requerirá, antes de la conversación marital, una revisión de uno mismo y de sus comportamientos, como el hijo pródigo.

Edifa Aleteia

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Una oración para escuchar y responder a la llamada de Dios

 


Todos estamos llamados personalmente por Dios para algo único. Sin embargo, para escuchar esta llamada, hay que rezar y ponerse en lo que san Francisco de Sales y san Ignacio de Loyola llaman “la indiferencia”

¿Todo el mundo tiene una vocación? La respuesta es “sí”, pero conviene distinguir dos niveles de distinta importancia.» El primer nivel concierne a nuestra vocación de bautizados. A este respecto, todos estamos llamados a la santidad. Somos creados para la felicidad, para la belleza, es decir, para la visión de Dios.

Sea cual sea nuestro estado de vida o nuestra situación, estamos llamados a amar como Cristo nos amó. Responder a esta llamada original no es algo facultativo: ¡es nuestra vocación propia de bautizados, nuestra alegría y nuestra salvación!

El segundo nivel concierne a la vocación como proyecto de Dios para nuestra vida. Es ahí donde interviene la colaboración tan misteriosa y hermosa entre la iniciativa divina y la libertad humana.

Recordemos al joven rico a quien Jesús miraba con tanto amor: “Si quieres ser perfecto…”.

Cada llamada de Dios –porque las hay– viene precedida de ese “sí” que respeta enteramente la libertad de cada hombre y mujer.

Dicho esto, para escuchar esta llamada de Dios, conviene ponerse en lo que san Francisco de Sales y san Ignacio de Loyola llaman “la indiferencia”.

Esta “indiferencia” es una firme determinación para cumplir la voluntad del Señor para y contra todo. Consiste en rezar así:

Oración para cumplir la voluntad de Dios

Ya sea el matrimonio o la vida consagrada,
ya sea aquí o allí, poco importa, Señor, ¡lo que importa eres Tú!

Sé que mi felicidad no depende de mi estado de vida
ni de aquello que haga, sino de la intimidad que tenga contigo.

Solamente busco una cosa: estar disponible para servirte,
porque solamente Tú puedes colmar los deseos más profundos de mi alma.

El consejo de san Ignacio

Ignacio de Loyola explica que si hemos elegido un modo de vida sin haber vivido primero este proceso de “indiferencia”, conviene perseverar en la fidelidad a la elección que hayamos hecho. Sin embargo, precisa:

“Muchos en esto yerran haciendo de oblicua o de mala elección vocación divina; porque toda vocación divina es siempre pura y limpia, sin mixtión de carne ni de otra afección alguna desordenada”.

Dicho de otra forma, san Ignacio pone en evidencia el hecho de que las elecciones vitales, aun siendo buenas, pueden no ser calificadas como “vocación divina”.

En efecto, si una persona sigue su movimiento propio sin ese trabajo interior previo de la “santa indiferencia”, su vida será una elección personal, pero no cabe hablar con propiedad de “vocación”. Dicho esto, ¡evidentemente es posible santificarse en una vida así!

Permanecer abiertos al presente y a la realidad

Falta ver cómo procederá Dios para indicarnos su voluntad, una vez esta “santa indiferencia” se haya adquirido tras la purificación de los sentid

En este punto, ¡no hay que dar rienda suelta a la imaginación! Conviene permanecer tranquila y sencillamente abiertos al presente y a la realidad: un encuentro, un acontecimiento, una lectura… acompañados de una moción interior; así es el comienzo de un camino “vocacional”, en el sentido amplio del término, que merecerá siempre ser discernido con la ayuda de un guía espiritual.

Por el padre Nicolas Buttet, Edifa Aleteia

Vea también: Vocación del creyente: una explicación



El Papa y la Palabra de Dios «Llevémosla siempre con nosotros, en el bolsillo, en el teléfono...»

 


El Papa Francisco ha querido impulsar la lectura de la Biblia y para ello instauró el Domingo de la Palabra de Dios, que precisamente se celebra hoy. Para ello, iba a celebrar la Eucaristía para resaltar aún más el papel que el Pontífice quiere dar a este domingo.

Sin embargo, una vez más los dolores que está sufriendo Francisco debido a una ciática le han obligado a suspender su presencia en esta y otras celebraciones de estos días. La Eucaristía ha sido presidida por el arzobispo Rino Fisichella, presidente del Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización, que ha leído la homilía que el Papa había preparado para esta ceremonia.

“La Palabra nos acerca a Dios; no la tengamos lejos. Llevémosla siempre con nosotros, en el bolsillo, en el teléfono; démosle un sitio digno en nuestras casas. Pongamos el Evangelio en un lugar donde nos recordemos abrirlo cada día, si es posible al inicio y al final de la jornada, de modo que entre tantas palabras que llegan a nuestros oídos llegue al corazón algún versículo de la Palabra de Dios”, dejó escrito Francisco.

A continuación ofrecemos íntegra la homilía que había preparado el Papa para este Domingo de la Palabra de Dios:

"En este domingo de la Palabra escuchamos a Jesús que anuncia el Reino de Dios. Vemos qué y a quién lo dice.

Qué dice. Jesús comenzó a predicar así: «El tiempo se ha cumplido, el Reino de Dios está llegando» (Mc 1,15). Dios está cerca, este es el primer mensaje. Su Reino ha bajado a la tierra. Dios no está -como muchas veces estamos tentados de pensar- allá arriba en los cielos, lejos, separado de la condición humana, sino que está con nosotros. El tiempo del distanciamiento terminó cuando en Jesús Dios se hizo hombre. Desde entonces, Dios está muy cerca; nunca se separará ni se cansará jamás de nuestra humanidad.

Esta cercanía es el inicio del Evangelio, es lo que -resalta el texto- Jesús «decía»: no lo dijo una vez y basta, lo decía, es decir lo repetía continuamente. “Dios está cerca” era el hilo conductor de su anuncio, el núcleo de su mensaje. Si este es el inicio y el estribillo de la predicación de Jesús, debe ser también la constante de la vida y del anuncio cristiano. Antes de nada, se necesita creer y anunciar que Dios se ha acercado a nosotros, que hemos sido agraciados, “misericordiados”. Antes de cualquier palabra nuestra sobre Dios está su Palabra para nosotros, que continúa diciéndonos: “No temas, estoy contigo. Estoy y estaré cerca de ti”.

La Palabra de Dios nos permite constatar esta cercanía, porque -dice el Deuteronomio- no está lejos de nosotros, sino que está cerca de nuestro corazón (cf. 30,14). Es antídoto contra el miedo de quedarnos solos ante la vida. De hecho, el Señor a través de su Palabra con-suela, es decir: está con quien está solo. Hablándonos, nos recuerda que estamos en su corazón, somos hermosos para sus ojos, estamos custodiados en las palmas de sus manos.

La Palabra de Dios infunde esta paz, pero no deja en paz. Es una Palabra de consolación, pero también de conversión. «Conviértanse», dijo Jesús justo después de haber proclamado la cercanía de Dios. Porque con su cercanía terminó el tiempo en el que se toman las distancias de Dios y de los otros, terminó el tiempo en el que cada uno piensa sólo en sí mismo y sigue adelante por su cuenta. Esto no es cristiano, porque quien experimenta la cercanía de Dios no puede distanciarse del prójimo, no puede alejarlo con indiferencia. En este sentido, quien es asiduo a la Palabra de Dios recibe saludables cambios existenciales: descubre que la vida no es el tiempo para esconderse de los otros y protegerse a sí mismo, sino la ocasión para ir al encuentro de los demás en el nombre del Dios cercano. Así la Palabra, sembrada en el terreno de nuestro corazón, nos lleva a sembrar esperanza a través de la cercanía. Precisamente como hace Dios con nosotros.

Rino Fisichella celebrando misa en San Pedro

Rino Fisichella ha sustituido al Papa en la celebración de la misa

Veamos ahora a quién habla Jesús. En primer lugar, se dirigió a los pescadores de Galilea. Eran personas sencillas, que vivían del fruto de sus manos, trabajando duramente noche y día. No eran expertos en las Escrituras y no sobresalían seguramente por la ciencia y la cultura. Habitaban una región variopinta, con diferentes pueblos, etnias y cultos. Era el lugar más lejano de la pureza religiosa de Jerusalén, el más distante del corazón del país. Pero Jesús comienza desde allí, no desde el centro, sino desde la periferia; y lo hace para decirnos también a nosotros que nadie está al margen del corazón de Dios.

Todos pueden recibir su Palabra y encontrarlo personalmente. Hay un hermoso detalle en el Evangelio a este propósito, cuando se hace notar que el anuncio de Jesús llegó «después» del de Juan (Mc 1,14). Es un después decisivo, que marca una diferencia: Juan acogía a la gente en el desierto, donde iban sólo aquellos que podían dejar los lugares donde vivían. Sin embargo, Jesús hablaba de Dios en el corazón de la sociedad, a todos, allí donde estuvieran. Y no hablaba en los horarios y tiempos establecidos. Hablaba «mientras caminaba por la orilla del lago» a los pescadores que «echaban las redes» (v. 16). Se dirigía a las personas en los lugares y tiempos más ordinarios. Esta es la fuerza universal de la Palabra de Dios, que alcanza a todos y a cada ámbito de la vida.

Pero la Palabra tiene también una fuerza particular, es decir, que incide también en cada uno de modo directo, personal. Los discípulos no olvidarán jamás las palabras que escucharon aquel día en la orilla del lago, cerca de la barca, de los familiares y de los compañeros, palabras que marcaron para siempre su vida. Jesús les dijo: «Vengan detrás de mí y los haré pescadores de hombres» (v. 17). No los atrajo con discursos elevados e inaccesibles, sino que hablaba sus vidas: a unos pescadores de peces les dijo que serán pescadores de hombres. Si les hubiera dicho: “Vengan detrás de mí y los haré apóstoles, serán enviados en el mundo y anunciarán el Evangelio con la fuerza del Espíritu, los matarán pero serán santos”, podemos imaginar que Pedro y Andrés le habrían respondido: “Gracias, más bien preferimos nuestras redes y nuestras barcas”.

Sin embargo, Jesús los llama a partir de su vida: “Son pescadores, se convertirán en pescadores de hombres”. Tocados por esta frase, descubrirán paso a paso que vivir pescando peces era de poco valor, pero remar mar adentro desde la Palabra de Jesús es el secreto de la alegría. Así hace el Señor con nosotros, nos busca donde estamos, nos ama como somos y con paciencia acompaña nuestros pasos. Como a aquellos pescadores, nos espera en la orilla de la vida. Con su Palabra quiere hacernos cambiar de rumbo, para que dejemos de ir tirando y vayamos mar adentro en pos de Él.

Por esto, queridos hermanos y hermanas, no renunciemos a la Palabra de Dios. Es la carta de amor escrita para nosotros por Aquel que nos conoce como nadie más. Leyéndola, sentimos nuevamente su voz, vislumbramos su rostro, recibimos su Espíritu. La Palabra nos acerca a Dios; no la tengamos lejos. Llevémosla siempre con nosotros, en el bolsillo, en el teléfono; démosle un sitio digno en nuestras casas. Pongamos el Evangelio en un lugar donde nos recordemos abrirlo cada día, si es posible al inicio y al final de la jornada, de modo que entre tantas palabras que llegan a nuestros oídos llegue al corazón algún versículo de la Palabra de Dios.

Para poder hacer esto, pidamos al Señor la fuerza de apagar la televisión y abrir la Biblia; de desconectar el móvil y abrir el Evangelio. En este Año litúrgico leemos el Evangelio de Marcos, el más sencillo y breve. ¿Por qué no leerlo incluso a solas, aunque sea un pequeño pasaje cada día? Nos hará sentir la cercanía del Señor y nos infundirá valor en el camino de la vida".

ReL

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sábado, 23 de enero de 2021

10 ideas para criar hijos agradecidos y no protestones

 

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Que tus hijos sean más felices con lo que tienen y lo agradezcan es menos complicado de lo que parece

¿Cómo enseñar a los hijos a agradecer y a no protestar? El ser humano tiende, naturalmente, a ser materialista y egoísta – y esto también incluye a los niños. Pero al mismo tiempo, tenemos el libre arbitrio y la capacidad de remodelarnos: en esa tarea de toda la vida, la gratitud es una base sólida y efectiva para ser mejores – ¡y felices!

¿Cómo enseñar la gratitud a los niños?

Diez consejos para enseñar a los hijos a agradecer y a no protestar

¡SORPRENDE A TUS HIJOS!

Las sorpresas ayudan a los niños a ver las cosas como un regalo, no como un derecho. Cuando tenemos muchas opciones, queremos siempre saber si no habría alguna opción mejor.

Por ejemplo: discusión sobre dónde pasar las vacaciones: cada uno tiene una idea “mejor” que el otro y nadie se conforma con la decisión. Termina con esa conversación. Una semana después, anuncia una gran sorpresa: “¡Vamos a conocer el parque nacional X!”. ¡Muestra tu plan de camping en el parque nacional y entusiásmalos! (Si no te gusta ni el camping ni el campo, cámbialo por una playa o por otro destino).

HABLA SOBRE LOS MEJORES MOMENTOS DE TU DÍA.

Busca tiempo, todos los días, para hablar de personas, hechos y cosas que despiertan tu gratitud. Puede ser durante la comida, antes de dormir o cuando manejas. Pregunta a tus hijos: “¿Cuál ha sido el mejor momento de tu día?”.

Para los hijos mayores intenta mantener un “diario de gratitud”: pídeles que digan el nombre de cinco personas, hechos o cosas por las que se sienten agradecidos. ¡Tendrán una visión más positiva de la vida!

CUENTA TU HISTORIA A TUS HIJOS.

Hay muchas historias familiares que hablan de dificultades y de perseverancia: tus padres, abuelos, bisabuelos, ciertamente pasaron por desafíos que vale la pena contar a tus hijos.

¿No sabes mucho sobre el pasado de tu familia? Entonces lleva a los niños a visitar algún lugar histórico que recuerde episodios de lucha y sacrificio por el bien del país y del pueblo. Volverán a casa más agradecidos.

INCENTIVA A TUS HIJOS A AYUDAR A ALGUIEN QUE NO “NECESITA” CARIDAD.

Está claro que es muy bueno para los niños participar en acciones caritativas organizadas por grupos de la comunidad, pero estos eventos sólo tienen lugar algunas veces al año, y ustedes raramente se encuentran a las personas beneficiadas.

¿Que tal pensar en alguien que forma parte de tu vida de todos los días y a quien tus hijos pueden ayudar regularmente, aunque esa persona no necesite caridad? ¿Por ejemplo, una vecina anciana que pueden hacer feliz al recibir visitas o ayuda en casa?

CONCÉNTRATE EN LO POSITIVO DURANTE TODO EL DÍA. Y SE OLVIDEN DE PROTESTAR

Para enseñarles a ser no protestar, di a tus hijos varias veces al día que “la actitud es una elección”. Mantener una actitud positiva puede ser la regla número 1 en casa: es un esfuerzo diario para combatir las lamentaciones, las caras serias y las reclamaciones, mirando siempre lo positivo. Incluso las frases más habituales pueden ser formuladas de manera más positiva: “Tengo sed”, por ejemplo, puede ser “¿Vamos tomar un refresco juntos?”.

AGRADECER EMPIEZA POR TI. DÍ UN “GRACIAS” COMPLETO.

Sé explícito para enseñarles a agradecer. Para ello puedes darles el motivo de su gratitud: “Papá, gracias por la comida”; “Mamá, gracias por llevarme al colegio”. Incentiva a tus hijos a dar las gracias a los profesores por las clases, a los entrenadores por el futbol o por la natación, a los camareros por el servicio. Y da ejemplo: ¿cuántas veces al día tu mismo dices “gracias”? ¿Has dicho ya a tus hijos hoy cuántas cosas te hacen sentir agradecido?

ENSÉÑALES QUE “ES MEJOR DAR QUE RECIBIR”.

Incluso los más pequeños pueden comprar regalos a los demás: llévalos a tiendas baratas y diles que elijan regalos para sus amiguitos pero sin comprar nada para ellos. ¡Es difícil! Pero es un buen aprendizaje.

BUSCA TIEMPO PARA QUE HAGAN PEQUEÑAS TAREAS DOMÉSTICAS.

Puede ser difícil tener tiempo para hagan tareas domésticas, pero si nunca ayudan a hacer nada en casa, simplemente no entenderán lo que significa administrar un hogar: pensarán que la ropa limpia sale de los cajones y que los platos se lavan solos.

Distribuye pequeñas tareas apropiadas para cada edad, aunque sean sólo 5 o 10 minutos por día. Algunas tareas más largas pueden quedar para el fin de semana, como ayudar en el jardín, la limpieza del cuarto de baño o cambiar la ropa de cama.

DEJA QUE LOS MAYORES CUIDEN DE LOS PEQUEÑOS.

Confiar algunas responsabilidades a los niños más mayores en relación a sus hermanos pequeños les ayudará a tener una actitud de gratitud hacia los padres. Los niños en edad escolar pueden leer cuentos a los pequeños o ayudarles a vestirse, por ejemplo.

Además del sentido de responsabilidad, los hijos mayores ganarán autoconfianza – ¡sin mencionar que la relación que construyan con los hermanos durará toda la vida!

REGÁLALES EXPERIENCIAS, NO SÓLO COSAS.

¿Tienen demasiados juguetes? ¿Qué tal regalarles una matrícula en clase de música, o una inscripción a un torneo de futbol, o una acampada? Estos regalos incentivan las relaciones en vez del materialismo.

athleen M. Berchelmann, Aleteia