La experta Marta Rodríguez Díaz conversó con Aleteia sobre la necesidad de crear diálogos respecto a este tema y basarse en una verdadera antropología cristiana
Marta Rodríguez Díaz (Madrid, 1979) es doctora en Filosofía por la Pontificia Universidad Gregoriana. Profesora en el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum y fue la responsable del Dicasterio para Laicos, Familia y Vida. Acaba de publicar un libro sobre Género, jóvenes e Iglesia (Editorial Encuentro). En él propone “la maravilla mal entendida muchas veces, que puede ser para los jóvenes la propuesta de la Iglesia en torno a estos temas, y también lo que les falta a sus comunicadores para poder entender mejor a las nuevas generaciones”.
En entrevista con Aleteia, Marta comparte que su objetivo primordial es crear puentes entre adultos y jóvenes en torno a la cuestión de género. “Me movió mucho que los jóvenes del Sínodo del 2018 pidieran una palabra ‘clara y empática sobre el género y la homosexualidad’, y dijeran no recibirla de parte de la Iglesia”.
¿Es posible, recogiendo el concepto de “juntar las piezas” que los jóvenes escuchen y dialoguen al respecto del género con la Iglesia?
Estoy convencida de que es posible, pero para ello se necesita crear las condiciones del diálogo. Los jóvenes difícilmente escuchan si perciben que el otro está en actitud de defensa y ataque, y esto es lo primero que tenemos que aprender los adultos.
¿Qué camino seguir?
Necesitamos ir al encuentro con una verdadera disposición de escucha, de no juicio, que permita que el joven pueda expresar sus ideas y sus inquietudes con libertad.
A propósito: ¿qué es la “ideología de género”?
Ideología de género es toda comprensión insuficiente o reductiva del género, a partir de una concepción antropológica insuficiente o pobre.
¿Has encontrado recepción en jóvenes sobre la llamada teología del cuerpo?
Estoy convencida de que los jóvenes están bien hechos, y son capaces de reconocer la belleza que su corazón anhela. Si somos capaces de ganar su confianza y establecer un diálogo sincero, nos sorprenden y enseñan mucho.
“Todo esto es perfectamente posible desde una antropología cristiana”
¿Qué recomendaciones das para que expliquemos correctamente -e interpretemos desde el catolicismo- el término género?
Amoris Laetitia 56 da una clave precisa. Por un lado, condena claramente las visiones reductivas del género (ideologías). Pero, además, aclara que “género y sexo se pueden distinguir, pero no separar”.
Lo mismo dice el documento de la Congregación para la Educación Católica, “Varón y mujer”, en el número 11: que la distinción entre género y sexo no es un problema, pero sí su separación.
Se equiparan dos cosas completamente diferentes, ¿no es así?
El género es la interpretación cultural del sexo: no es lo mismo que el sexo, pero tampoco es algo totalmente independiente.
Subrayas en tu libro que la cuestión del género la hemos abordado como una batalla y que hacerlo así no tiene o no puede tener otro resultado más que el distanciamiento…
Es que se necesita una disposición real para el diálogo, pero también precisión antropológica. Además, necesitamos una buena antropología. Muchas veces nos acercamos a la cuestión del género sin entender sus matices y complejidad, y por eso nuestras opiniones resultan algo reductivas, poco atinadas.
¿Nos acercamos con una antropología simplista?
Muchas veces sí. Usamos una antropología que no ha integrado de manera adecuada el influjo de la cultura o de la libertad en la formación de la identidad. Todo esto es perfectamente posible desde una antropología cristiana, pero no desde una antropología cerrada, “esencialista”.
Jaime Septién, Aleteia
Vea también Los géneros-gender: La misión y la colaboración del hombre y de la mujer en el plan de Dios
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