domingo, 30 de abril de 2023

Los sacerdotes no dan abasto: tener 23 parroquias y recorrer 9.000 km al año deja de ser excepción


Sacerdotes rurales con decenas de localidades y parroquias a su cargo, misioneros que "echan una mano" o laicos y religiosos que participan en celebraciones por la ausencia de sacerdotes están dejando de ser aspectos ocasionales ante el fenómeno de la "España vaciada", que también afecta a la Iglesia

 

En 2010, el sacerdote Antonio Arnedo Martínez tenía 45 años y atendía él solo a casi 20 localidades de La Rioja. Situaciones como la suya generaban todavía sorpresa y admiración y podía permitirse recurrir al consuelo de que "el Señor puso 12 y mira dónde hemos llegado". Los sábados acudía a seis pueblos, los domingos y festivos a siete, saltando de uno a otro en el mismo día como en el juego de la oca.

Pero trece años después, la Iglesia española tiene cada vez más asumido que situaciones como la de Arnedo Martínez dejan de ser la excepción ante la carencia de vocaciones sacerdotales. La dinámica es sencilla: cada vez hay más sacerdotes ancianos, que a los 75 años tienden por lo general a jubilarse y, al no haber un relevo, en lugar de que un nuevo sacerdote ocupe su puesto, otro que ya tiene su (o sus) parroquia, debe añadir la del jubilado a su cartera.

23 localidades  y 9.000 kilómetros al año

Uno de los casos más representativos de esta realidad es el de Noel Ardón Rugama, párroco de 23 localidades de la provincia de Huesca. En su caso, celebra misa todos los domingos y festivos en Siétamo y en Viñedo, mientras que en otras cinco lo hace los domingos y en cuatro los sábados por la tarde. El resto la celebran una vez cada quince días o una vez al mes.

"No existe relevo generacional. Hay escasez de vocación. Las vocaciones sacerdotales salen de los matrimonios cristianos y no hay apenas bodas por la Iglesia", lamenta al Heraldo Ardón Rugama.

Para llegar a todo, explica, se intenta que en las parroquias de la ciudad que tienen más de un sacerdote se quede solo uno y el otro salga a otros pueblos para poder cubrir las necesidades. También han contado con la ayuda de siete diáconos permanentes. Otra de las estrategias consiste en recurrir a los sacerdotes de Hispanoamérica o África que se encuentran en España ampliando sus estudios.  

Aunque explica que lo hace sin dificultad, lo cierto es que la organización diaria de este sacerdote puede llegar a ser extenuante.

"Me levanto a las 6.30 de la mañana porque vivo en Guadalajara y tengo que ir a tres municipios los domingos para la misa. La primera la tengo a las 10.00, la segundo a las 11.15 y la tercera a las 12.30. Voy cambiando el horario cada cierto tiempo para que no sean los mismos los que la tienen a primera hora", detalla el párroco. Comenta que cada año recorre más de 9.000 kilómetros debido a todos sus desplazamientos, lo que se acerca relativamente a una "vuelta al mundo".

Misioneros "echando una mano" en España

Situaciones cada vez más frecuentes como la de este párroco son el resultado de dos aspectos relacionados. Por un lado, el envejecimiento demográfico mencionado, por el que de los 60 sacerdotes de la diócesis de Tarazona, uno tiene 85 años, dos tienen 82, cuatro 80, dos 76, ocho entre 65 y 75. En Barbastro-Monzón, la media de edad de los sacerdotes es de 72 años. Por otro, la ausencia de nuevas vocaciones que suponen el "relevo generacional": hay 14 seminaristas en la comunidad aragonesa: 11 de Zaragoza, dos de Teruel y uno de Huesca. 

A pocos días de celebrar la Jornada de Oración por las Vocaciones Nativas, el misionero español en Mozambique Jesús Torres parecía preguntarse si España, más que tierra de misión, podría estar necesitada de misioneros o como mínimo de más sacerdotes.

El rector del seminario de Zaragoza, Javier Pérez Mas, pareció dar respuesta afirmativa anteriormente al expresar que debido al clero envejecido hay muchas zonas en las que "son los laicos los que hacen celebración de la palabra".  Del mismo modo, señala cómo se han ido asignando a Aragón sacerdotes procedentes de otros países, misioneros, que venían a España para "echar una mano".

Uno de ellos, también en Aragón, es el colombiano Julián Sepúlveda, que atiende a 21 pueblos en la zona de Benabarre. Aunque algunos de ellos "están deshabitados" y casi no va, admite que a otras localidades solo llega para celebrar misa una vez al mes. También él cuenta con laicos y religiosas para determinados aspectos, asegurando que "la gente lo entiende". "No podemos llegar a todos los sitios", admite.

La situación no se limita a Aragón. En algunas localidades del norte de Madrid hay párrocos que atienden a multitud de localidades al mismo tiempo. Ciudad Rodrigo es otro caso destacado. Como destacó en agosto de 2022 su obispo, José Luis Retana, "para algunos llega el tiempo de permutar su destino pastoral o agrandar la tarea encomendada, asumiendo el cuidado pastoral de más parroquias que se añaden a las ya encomendadas".

Los ejemplos se cuentan por decenas. En la última de las reubicaciones, a Gabriel Ángel Cid le asignaron diez parroquias y Juan Carlos Bernardos continuó al cargo de sus siete localidades, entre otros casos similares destacados por Salamanca al Día.

J.M.C., ReL

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El Papa resalta el valor pastoral de promover métodos naturales de control de la fertilidad


 

En un mensaje dirigido a los participantes en el Congreso Internacional WOOMB, que se realiza en Roma este 28 y 29 de abril, el Papa Francisco resalta el “gran valor pastoral” de la promoción de los métodos naturales de control de la fertilidad.

En su discurso, difundido hoy por la Oficina de Prensa de la Santa Sede, el Santo Padre señala que “promover el conocimiento de la fecundidad y de los métodos naturales tiene también un gran valor pastoral, ya que ayuda a las parejas a ser más conscientes de su vocación marital y a dar testimonio de los valores evangélicos de la sexualidad humana”.

“En aquellos años, su enfoque podría haber parecido obsoleto y
menos fiable en comparación con la supuesta inmediatez y seguridad
de las intervenciones farmacológicas. Sin embargo, de hecho,
su método ha seguido demostrando ser oportuno y desafiante, ya que
ha llevado a una seria reflexión sobre una serie de áreas esenciales”, resalta.

Estas áreas, precisa el Santo Padre, incluyen “la necesidad de una educación en el valor del cuerpo humano, una visión integrada e integral de la sexualidad humana, una capacidad para apreciar la fecundidad del amor incluso cuando no es fecundo, la construcción de una cultura que acoge la vida y formas de enfrentar la problema del colapso demográfico”.

“En este sentido, el impulso original de lo que se ha dado en llamar la ‘revolución Billings’ no ha disminuido, sino que sigue contribuyendo a la comprensión de la sexualidad humana y a una apreciación más plena de las dimensiones
relacional y procreadora de la pareja”.

Recordando las enseñanzas de su predecesor San Pablo VI en su encíclica Humanae vitae, el Santo Padre resalta que “es necesario tener siempre presente la conexión inseparable entre los significados unitivo y procreador del acto conyugal”.

“El primero expresa el deseo de los esposos de ser uno, una sola vida; el último expresa el deseo compartido de generar vida, que perdura incluso en los momentos de infertilidad y en la vejez”, explica.

Para el Papa, “cuando estos dos significados son afirmados conscientemente, la generosidad del amor nace y se fortalece en el corazón de los esposos, disponiéndolos a acoger la vida nueva”.

En cambio, “sin esto, la experiencia de la sexualidad se empobrece, se reduce a sensaciones que pronto se vuelven autorreferenciales, y se pierden sus dimensiones de humanidad y responsabilidad. La tragedia de la violencia entre parejas sexuales –incluido el asesinato de mujeres– encuentra aquí una de sus principales causas”, lamenta.

El Pontífice advierte luego que “a raíz de la llamada revolución sexual y la ruptura de los tabúes, necesitamos una nueva revolución en nuestra forma de pensar. Necesitamos descubrir la belleza de la sexualidad humana volviendo de nuevo al gran libro de la naturaleza, aprendiendo a respetar el valor del cuerpo y la generación de la vida, con miras a experiencias auténticas de amor conyugal”.

Para el Santo Padre, “el Método Billings, junto con otros similares, representa uno de los medios más adecuados para hacer realidad responsablemente el deseo de ser padres”.

“Sin embargo, si bien es apropiado ayudar y apoyar un deseo legítimo de concebir con los conocimientos científicos y las tecnologías más avanzados que pueden mejorar la fertilidad, es incorrecto crear embriones de probeta y luego suprimirlos, comerciar con gametos y recurrir a la práctica de la maternidad subrogada”.

Frente a este panorama, resalta, “el Método Billings también sirve como un recurso para tratar con naturalidad los problemas de infertilidad y para ayudar a los cónyuges a convertirse en padres identificando los períodos más fértiles”.

“En este campo, una mayor comprensión de los procesos de procreación, utilizando los hallazgos científicos modernos, podría ayudar a muchas parejas a tomar decisiones informadas y éticamente sólidas, más respetuosas de la persona y su dignidad”, expresa.

 David Ramos, Zenit
























Con himnos marianos y oraciones, católicos se manifiestan ante evento satánico


 

Frente al Marriott Copley Place de Boston (Estados Unidos), donde hoy comienza la convención anual del Templo Satánico, más de un centenar de católicos se reunieron para rezar como una forma de reparación.

El evento, denominado “SatanCon”, se realizará hasta el 30 de abril. En un video del interior de la convención se ve a alguien en un escenario rompiendo páginas de la Biblia.

El Templo Satánico, que de acuerdo a su sitio web niega la existencia de Dios y de Satanás, es un grupo de activismo político conocido por protestar contra la presencia de símbolos religiosos en espacios públicos, así como por burlarse del cristianismo, ofrecer apostasías y realizar “misas negras”.

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Uno de ellos sostuvo un cartel en la calle en el que se leía: “Toca la bocina contra Satanás”, y muchos conductores respondieron a su convocatoria.

John Ritchie, coordinador de los jóvenes del grupo, indicó a CNA –agencia en inglés de EWTN–, que la tradición, la familia y la propiedad son los “valores fundamentales” de la civilización cristiana.

“Hoy estamos rezando por nuestra nación, haciendo reparación a Dios por el pecado de la blasfemia pública y el satanismo”, comentó Ritchie.

La TFP a menudo realiza jornadas de oración en diferentes lugares de Estados Unidos.

Michael Drake, que trabaja en relaciones públicas de la TFP, también declaró a CNA este viernes que el grupo se presenta en los planteles escolares.

Los satanistas, señaló, “tienen talleres para clubes de Satanás después de la escuela. Están llegando a las escuelas de todo el país. Es parte de un movimiento. Ha ido creciendo a pasos agigantados en los últimos años. Hay que oponerse y hay que explicarle a la gente por qué está mal”.

Drake se refirió así a una iniciativa del Templo Satánico conocida como “Club de Satanás después de la escuela”, que se realiza en colegios públicos de diversas partes de Estados Unidos.

Donna Farrell-Pelissier y su esposo, Paul Pelissier, ambos de 62 años, asistieron y son parte de un grupo llamado Catholic Cross Bearers (Católicos Portadores de la Cruz), que es un ministerio católico en motocicleta que busca acercar a las personas a Cristo.

La pareja le manifestó a CNA que también estaban allí orando para reparar los pecados de aquellos que participan en el evento satánico.


Donna y Paul Pelissier. Crédito: Joe Bukuras / CNA.

También había un camión dando vueltas por las calles frente a la convención, en el que se leía el mensaje: “No a los clubes de Satanás después de la escuela”. El camión tenía escrito el nombre de la Red de Acción Cristiana.

La Arquidiócesis de Boston ha respondido al “SatanCon con una convocatoria a realizar jornadas de adoración eucarística y “oración intensa” en las parroquias locales.

“Bajo la dirección del Cardenal [Sean O’Malley], lo estamos abordando a través de una respuesta equilibrada y centrada en la oración”, compartió con CNA el 17 de abril el portavoz de la Arquidiócesis, Terrence Donilon.

Por Joe Bukuras
Traducido y adaptado por el equipo de ACI Prensa. Publicado originalmente en 
CNA.

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La adicción a las pantallas y a redes sociales: los curas de «Red de Redes» dan ideas para prevenir


Los curas youtubers de Red de Redes hablan de la adicción a las pantallas y proponen algunas precauciones

Los sacerdotes Patxi Bronchalo, Jesús Silva y Antonio Maria Domenech saben bastante de Internet y de pantallas. Son sacerdotes youtubers, con mucha presencia en redes sociales. 

Cuando se plantean hablar sobre los móviles, tablets, ordenadores y otras pantallas en la vida del cristiano, advierten: "El móvil y las pantallas son buenos servidores, pero malos señores”. Y para eso recomiendan medir el uso. "Se pueden usar bien... y poco", advierte Domenech.

Hablan del tema en un nuevo capítulo de Red de Redes, la serie de catequesis informales en vídeo que produce la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP).

El capítulo empieza con algunas bromas sobre la serie "El Mandaloriano", de Star Wars, protagonizada por una casta de guerreros espaciales con un estricto código y normas que llaman "El Camino". (La serie ha terminado recientemente su tercera temporada, y destaca porque no tiene elementos woke, ideología de género ni nada de sexo en las 3 temporadas).

Los curas no son apocalípticos con las redes sociales, y así dan su primer mensaje: "las redes sociales se pueden usar bien”. Pero ¿cómo hacerlo? 

Con el móvil e Internet, lo queremos todo ¡ya!

“Nos hemos acostumbrado a lo inmediato, a querer acceder a todos los contenidos ya, y este inmediatismo nos ha sumergido en el mundo digital donde podemos perder mucho tiempo y perdernos a nosotros mismos”, advierte Silva.

El sacerdote reflexiona sobre el exceso de información -verificada o no-, estímulos y contenidos que recibimos, y plantea que “nuestro organismo y nuestro sistema neurológico no están preparados” para este salto tan inmediato de lo analógico a la sobreexposición digital.

Adicción, subidón de dopamina: redes que buscan enganchar

Las pantallas pueden ser una adicción sin sustancia [a diferencia del alcoholismo o la drogadicción], y pueden llevar a otras adicciones, como la pornografía o el juego”, advierte Bronchalo. El autor de Cuando el sexo te atrapa describe el mecanismo de la adicción: suele haber detrás un estado emocional negativo o una carencia afectiva, y en la compensación inmediata hay una gratificación, acompañada de un subidón de dopamina… pero que se vuelve el modo acostumbrado de serenarse, y va generando la necesidad de estímulos cada vez más fuertes.

Las redes sociales -continúa- están diseñadas para enganchar: los vídeos de TikTok, los Shorts de YouTube o los reels de Instagram funcionan como una tragaperras, y atrapan”. El padre Silva añade que “el hueco que deja la endorfina lo llena la tristeza, y eso lo saben las redes sociales, a través del famoso algoritmo, que mide cuánto te detienes a mirar hasta las miniaturas de los vídeos, o cuáles pasas y cuáles no”, y lamenta que el mundo de las pantallas también puede abrir la puerta al sexting, la pedofilia o la extorsión. “Hay una vía buena de utilizarlo pero también un montón de métodos nocivos”, concluye.

Silva recomienda la temporalización: "usar un tiempo marcado, limitado, decidir que vas a dedicar 15, 20 minutos, un tiempo concreto".

Los curas de Red de Redes hablan del mecanismo de adicción y el algoritmo en las pantallas, redes y vídeos

Los curas de Red de Redes hablan del mecanismo de adicción y el algoritmo en las pantallas, redes y vídeos.

Ser más listos que el algoritmo

Hecho el diagnóstico, los tres sacerdotes se ponen a buscar soluciones. Una: “Podemos ser más listos que el algoritmo”, asegura Silva. Pone un ejemplo: “En Instagram, entro en el buscador, la lupita, y busco a propósito imágenes que me interesan, de Jesús o de gatitos, y las dejo abiertas un rato… y así en mi sección cada vez van apareciendo más gatitos e imágenes de Jesús”, dice, y apunta también a que sirve al contrario, pasando vídeos más rápido o clicando en “No me interesa”.

“Has de ser más listo que el algoritmo, para que no te ofrezca cosas que sabes que te enganchan: has de ser tú quien controle al algoritmo, y no al revés”, insiste.

Silva también apunta dos claves importantes para combatir los efectos nocivos de las redes: la temporalización -establecer a qué dedicas tu tiempo y marcar cuánto a cada cosa- y la alternativa. Esto último significa “que mi único entretenimiento o fuente de información no pueden ser las redes sociales”, sino diversificar el ocio en el mundo “real”.

¿A qué edad le doy el móvil a mi hijo?

Ante esta pregunta, Domenech interviene advirtiendo contra las soluciones uniformes: “Yo creo que depende de cada caso, de ver cuándo es necesario, pero crear la necesidad es un error”.

Frente al sobado “pero es que todos mis amigos lo tienen”, Domenech replica que “eso no es un argumento”, y recuerda que “ha llegado el momento en que hay que ir a contracorriente: asume que debes ser diferente y vívelo con toda la paz del mundo”.

Domenech ofrece otra clave dirigida a los padres o a los hermanos mayores: simplemente, estar, pasar tiempo entretenido con los chavales.

Hay que saber perder el tiempo con el hijo que lo pierde, porque entonces el hijo no se perderá”, declara, con una formulación un poco chocante.

Pone el ejemplo de cuando su padre jugaba con él a los coches: “Parecía que estaba perdiendo el tiempo, pero me estaba educando”.

Silva da un consejo complementario: “Pongamos que decides que tu hijo de 14 años puede tener móvil, pero antes consensúas con él que va a ser un uso supervisado, y de vez en cuando comentas con él lo que le sale en la lupita de Instagram, o en TikTok. Por ejemplo, si le salen muchos vídeos de gimnasio puedes comentar con él si tiene algún complejo con su cuerpo, o -también en positivo- si quiere ir al gimnasio”. “La transición a la intimidad plena del hijo, que puede concluir hacia los 16 años, debe ser dialogada”, añade.

El episodio concluye, como es habitual, con una ronda de recomendaciones.

Domenech recomienda conocer la vida de san Juan Berchmans (jesuita que murió veinteañero por una enfermedad) y su ejemplo de ayuda al prójimo, una “alternativa” a las pantallas muy importante, en línea con lo que planteaba Silva. Berchmans agradecía ir a ayudar a otros estudiantes.

Bronchalo, por su parte, recomienda el libro Respeta mi sexualidad, de Anna Plans, y Silva recomienda Educar en al asombro, escrito por Catherine L ́Ecuyer, y el documental El dilema de las redes sociales, en Netflix.

Jesús M.C., ReL

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sábado, 29 de abril de 2023

«Madre Teresa: no hay amor más grande»: un film hermoso llamado a ser su película canónica

Paisajes remotos, las religiosas antes y hoy,
la historia de la santa, la luz entre lo sórdido


Una escena recrea una joven Madre Teresa
cuando empieza a atender pobres y moribundos

 

Los Caballeros de Colón (la mayor asociación de laicos católicos del mundo) y el cineasta Jim Wahlberg están detrás del documental Madre Teresa: no hay amor más grande, una película de casi dos horas que no pierde el ritmo ni la emoción, y que de hecho va in crescendo.

En México está en los cines desde este 27 de abril, y en España se exhibirá sólo dos días, el 8 y 11 de mayo, pero en más de 70 cines de 50 ciudades (listado y entradas en este enlace). Por sus paisajes en algunos lugares muy especiales (en Brasil, en la frontera de México) vale la pena verla en pantalla grande.

Este documental, rodado en 2022, probablemente se convertirá en el documental "estándar" sobre la santa de Calcuta.

Saris blancos en la inmensidad de la selva

Va alternando testimonios de expertos y personas que la conocieron, con rodaje real de documentales de los años 70 y 80, con eficaces recreaciones de su infancia, juventud y vocación y, sobre todo, con escenas de la acción de las religiosas 'calcutas' en nuestros días, en Brasil (con desplazados venezolanos, con drogadictos, en zonas selváticas remotas), en Nairobi, y en el Bronx neoyorquino y Washington DC.

Es un documental moderno, que acude al uso del dron y la imagen aérea (la visión de Dios): desde arriba, los saris blancos en la inmensidad de la selva y los ríos brasileños parecen apenas unos puntitos, pero son el signo de una lluvia fina de amor de Dios.

La música, constante y emotiva, ayuda a conducir las emociones. Los testimonios son numerosos, aunque breves. El más emocionante viene hacia al final, el del milagro que sirvió para la canonización. (Quien quiera testimonios más detallados y en profundidad sobre Madre Teresa y vidas cambiadas debería ver Amanece en Calcuta, de J.M. Zavala, que complementa muy bien a este documental más general). 

¿Qué saben de Madre Teresa los menores de 35 años?

Los católicos de cierta edad pueden pensar que Madre Teresa es muy conocida, pero para muchos menores de 35 años es un personaje de un pasado remoto, de "esa época antes de Internet": murió en 1997. Muchos no saben casi nada de ella.

Recreación de la joven Madre Teresa cuando era profesora de las Hermanas de Loreto ya en la India

Recreación de la joven Madre Teresa cuando era profesora de las Hermanas de Loreto ya en la India. Las escenas de juventud e infancia recreadas son un punto fuerte de esta película.

Este documental presenta con eficacia su vida, su infancia y vocación, su llamado a los pobres y las calles de Calcuta, el crecimiento mundial del apostolado, su espiritualidad eucarística explicada por las religiosas, su relación con Juan Pablo II, sus palabras valientes contra el aborto en la ceremonia del Premio Nobel (que hoy resuenan aún más poderosas y proféticas), su muerte y funerales, y el reconocimiento de la Iglesia en la beatificación y canonización.

Muestra, además, que Madre Teresa sigue muy viva en la obra de las religiosas, religiosos, sacerdotes y laicos de la familia espiritual que surgió en torno a las Misioneras de la Caridad. 

A nivel espiritual, encontramos algunas escenas que pueden ir más allá de lo esperado. Tanto en Nairobi como en el Bronx, las religiosas reciben a la gente necesitada en la calle, y además de repartir algo de comida o enseres higiénicos, les predican sobre el amor de Dios, les bendicen uno a uno, les exhortan a estar animados y confiados. El pobre no sólo reclama comida u objetos, reclama una oración de intercesión personalizada.

Cambiar la visión: de la drogadicta, de la embarazada sola...

Una antigua drogadicta brasileña explica: "cuando estás en la droga, sólo vives para drogarte, la droga lo ocupa todo". Por eso, ser tratada como persona por las hermanas, acompañada, entender que para Dios cada uno es importante y que Dios ama a cada uno, es una forma de salir de una esclavitud absoluta. 

Más adelante, nos cuenta su testimonio una mujer en Washington, hoy abuela feliz y orgullosa, que fue visitada por Madre Teresa cuando era una joven drogadicta embarazada. Lo que a ella le tocó el corazón, más que mensajes sobre el amor de Dios, fue la idea de que alguien creía que ella podía ordenar su vida. Madre Teresa le dijo: "márcate objetivos, organízate, ahora tienes un bebé, has de plantearte objetivos por él". Y la chica lo aceptó y así lo hizo.

La infancia de Madre Teresa, con actores

Cinematográficamente son valiosas las escenas de recreación, con actores y actrices, de  la infancia y juventud de Madre Teresa, que aportan una visión novedosa, así como la influencia de su madre, la experiencia de perder al padre con 9 años, su devoción al Sagrado Corazón en su parroquia albanesa, el ser "minoría dentro de una minoría", la pasión misionera de su párroco de infancia... todo eso ayuda a marcar al personaje.

Recreación de Madre Teresa rezando al empezar como Misionera de la Caridad

La experiencia de la "noche oscura del alma" de Madre Teresa se explica con cierta detalle, insistiendo en que fue como la de muchos santos con una diferencia: que duró casi 40 años.

De lo más elevado a lo más sórdido

El documental tenía un doble reto, que era trabajar con dos veces dos dimensiones. Por un lado, la vida de Madre Teresa antes, y la vida de las hermanas ahora. Por otro, las realidades espirituales elevadas, contrastadas con la sordidez de la droga, la jeringuilla, el niño desnutrido, el moribundo demacrado por el sida.

La película consigue tener éxito en ese reto, y entrelazar ambas cosas, porque en esa sordidez y debilidad las religiosas ven al Cristo que dice "tengo sed". 

El resultado es una película muy completa, equilibrada y emocionante, que puede verse perfectamente a partir de los 13 años y que puede despertar a muchos a la realidad de la verdadera pobreza y marginación, y a una capacidad para un bien más generoso.

Para que el espectador no desespere ante una santidad inalcanzable, la película recuerda las palabras de Madre Teresa: "Nuestro sacrificio comienza en casa. El amor comienza en casa. No importa tanto cuánto hacemos, como cuánto amor ponemos en las acciones que hacemos".

Expertos, obispos... y actores impactados

El largometraje recoge, entre otros, los testimonios de Jim Wahlberg, cineasta y director de la Fundación Mark Wahlberg (su vida cambió cuando estaba en la cárcel y Madre Teresa la visitó); Robert Barron, obispo de Winona-Rochester y fundador de ‘Word on Fire’; el de Jim Towey, consejero de confianza y amigo personal de la Madre Teresa de Calcuta; o el del P. Brian Kolodiejchuk, postulador de la causa de canonización de la Madre Teresa y autor de tres libros sobre la Madre Teresa. La película tiene guion y dirección de David Naglieri,  un profesional reputado, ganador de un premio Emmy. 

En el mundo audiovisual, el protagonista de la serie The ChosenJonathan Roumie, que es católico, vio la película y declaró que le hizo "pensar en cómo ser un mejor pincel en las manos de Dios y cómo ser actor en este mundo, tratando de servir a Dios".

También el popular actor mexicano, Eduardo Verástegui recomendó el nuevo filme en sus redes sociales, invitando a asistir al estreno de la película en España e Hispanoamérica: "Vayan al cine con su familia, con sus amigos, su apostolado, sus movimientos, y conozcamos este mensaje profundo de la Madre Teresa de Calcuta. Una historia que nos va a llenar de fe, amor y esperanza".

Pablo J. Ginés, ReL

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Papa a obispos, sacerdotes y religiosos: ni encerrarnos en oasis religiosos ni adaptarnos a vientos cambiantes de la mundanidad

Discurso a los obispos, sacerdotes, diáconos, religiosos y religiosas y a loas agentes laicos de pastoral.

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Queridos hermanos obispos

queridos sacerdotes y diáconos, consagrados y consagradas y seminaristas

queridos agentes pastorales, hermanos y hermanas

¡dicsértessék a Jézus Krisztus! [¡laudetur Jesus Christus!]

Me alegra estar de nuevo aquí después de haber compartido con vosotros el 52º Congreso eucarístico internacional. Ha sido un momento de gran gracia y estoy seguro de que sus frutos espirituales están con vosotros. Doy las gracias al arzobispo Veres por el saludo que me ha dirigido y por haber recogido el deseo de los católicos de Hungría con las siguientes palabras: «En este mundo cambiante queremos testimoniar que Cristo es nuestro futuro». Cristo. No ‘el futuro es Cristo’, no: Cristo es nuestro futuro. No las cosas cambiantes. Este es uno de los requisitos más importantes para nosotros: interpretar los cambios y las transformaciones de nuestro tiempo, intentando afrontar los retos pastorales lo mejor que podamos. Con Cristo y en Cristo. Nada fuera del Señor, nada lejos del Señor.

Pero esto es posible mirando a Cristo como nuestro futuro: Él es «el Alfa y la Omega, el que es, el que era y el que ha de venir, el Todopoderoso» (Ap 1,8), el principio y el fin, el fundamento y la meta última de la historia humana.

Contemplando en este tiempo pascual su gloria, la de Aquel que es «el Primero y el Último» (Ap 1,17), podemos mirar las tormentas que a veces azotan nuestro mundo, los cambios rápidos y continuos de la sociedad y la crisis de fe del propio Occidente con una mirada que no cede a la resignación y que no pierde de vista la centralidad de la Pascua: Cristo resucitado, centro de la historia, es el futuro. Nuestra vida, por muy marcada que esté por la fragilidad, está firmemente puesta en sus manos. Si lo olvidamos, también nosotros, pastores y laicos, buscaremos medios e instrumentos humanos para defendernos del mundo, encerrándonos en nuestros confortables y tranquilos oasis religiosos; o, por el contrario, nos adaptaremos a los vientos cambiantes de la mundanidad y, entonces, nuestro cristianismo perderá vigor y dejaremos de ser sal de la tierra. Volver a Cristo, que es el futuro, para no caer en los vientos cambiantes de la mundanidad, que es lo peor que le puede pasar a la Iglesia: una Iglesia mundana.

Éstas son, por tanto, las dos interpretaciones –me gustaría decir las dos tentaciones– de las que debemos cuidarnos siempre como Iglesia: una lectura catastrofista de la historia presente, que se alimenta del derrotismo de quienes repiten que todo está perdido, que ya no existen los valores del pasado, que no sabemos adónde iremos a parar.

Es hermoso que el reverendo Sándor expresara su gratitud a Dios, que le ha «liberado del derrotismo». ¿Y qué hizo de su vida, una gran catedral? No, una iglesia pequeña, rural, de emergencia. Pero lo consiguió, no se dejó vencer.

¡Gracias, hermano! Y luego el otro riesgo, el de la lectura ingenua del propio tiempo, que en cambio se basa en la comodidad del conformismo y nos hace creer que todo está bien después de todo, que el mundo ya ha cambiado y debemos adaptarnos… sin discernimiento; esto es malo. Aquí, contra el derrotismo catastrófico y el conformismo mundano, el Evangelio nos da ojos nuevos, nos da la gracia del discernimiento para entrar en nuestro tiempo con actitud de acogida, pero también con espíritu de profecía. Por tanto, con una apertura acogedora a la profecía. No me gusta utilizar el adjetivo «profético», está demasiado usado. Sustantivo: profecía. Vivimos una crisis de sustantivos y recurrimos tan, tan a menudo a los adjetivosNo: profecía. Espíritu, actitud acogedora, abierta, con profecía en el corazón.

A este propósito, quisiera detenerme brevemente en una bella imagen utilizada por Jesús: la de la higuera (cf. Mc 13,28-29). Nos la ofrece en el contexto del Templo de Jerusalén. A los que se quedaban admirando sus hermosas piedras y vivían así una especie de conformismo mundano, poniendo su seguridad en el espacio sagrado y en su solemne grandeza, Jesús les dice que no hay que absolutizar nada en esta tierra, porque todo es precario y no permanecerá piedra sobre piedra –estamos leyendo en estos días en el Oficio Divino el Apocalipsis, donde nos muestra que no permanecerá piedra sobre piedra–, pero, al mismo tiempo, el Señor no quiere inducir al desánimo ni al miedo. Y por eso añade: cuando todas las cosas pasen, cuando caigan los templos humanos, cuando sucedan cosas terribles y haya violentas persecuciones, entonces «verán al Hijo del hombre que vendrá sobre las nubes con gran poder y gloria» (v. 26). Y es aquí donde nos invita a mirar a la higuera: «De la higuera aprendéis la parábola: cuando su rama se ablanda y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca. Así también vosotros: cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca, que está a las puertas» (vv. 28-29). Por tanto, estamos llamados a acoger como una planta fecunda el tiempo en que vivimos, con sus cambios y sus desafíos, porque a través de todo esto –dice el Evangelio– el Señor se acerca. Y mientras tanto, estamos llamados a cultivar este tiempo nuestro, a leerlo, a sembrar el Evangelio, a podar las ramas muertas del mal, a dar fruto. Estamos llamados a una acogida con profecía.

Acoger con profecía: se trata de aprender a reconocer los signos de la presencia de Dios en la realidad, incluso allí donde no aparece explícitamente marcada por el espíritu cristiano y nos llega con su carácter desafiante o cuestionador. Y, al mismo tiempo, se trata de interpretarlo todo a la luz del Evangelio sin mundanizarnos –¡cuidado!– sino como heraldos y testigos de la profecía cristiana.

Cuidado con el proceso de mundanización. Caer en la mundanidad es quizá lo peor que le puede pasar a una comunidad cristiana. Vemos que incluso en este país, donde la tradición de la fe permanece firmemente arraigada, asistimos a la difusión del secularismo y de lo que le acompaña, que a menudo corre el riesgo de amenazar la integridad y la belleza de la familia, de exponer a los jóvenes a modelos de vida marcados por el materialismo y el hedonismo, y de polarizar el debate sobre nuevas cuestiones y desafíos.

Por eso, la tentación puede ser endurecerse, cerrarse en banda y adoptar una actitud de «combate». Pero estas realidades pueden representar oportunidades para nosotros los cristianos, porque estimulan la fe y la profundización en ciertos temas, nos invitan a preguntarnos cómo estos desafíos pueden entrar en diálogo con el Evangelio, a buscar nuevos caminos, instrumentos y lenguajes.

En este sentido, Benedicto XVI afirmó que las distintas épocas de secularización vienen en ayuda de la Iglesia porque «han contribuido de modo esencial a su purificación y reforma interior. En efecto, las secularizaciones […] significaron cada vez una profunda liberación de la Iglesia de las formas de mundanidad» (Encuentro con los católicos comprometidos en la Iglesia y la sociedad, Friburgo de Brisgovia, 25 de septiembre de 2011). Frente a cualquier tipo de secularización, hay un desafío y una invitación a limpiar la Iglesia de toda mundanidad. Volvamos a esta palabra, que es la peor: caer en la mundanidad es lo peor que nos puede pasar. Es un paganismo suave, es un paganismo que no te quita la paz, ¿por qué? ¿Porque es bueno? No, porque te anestesia.

El compromiso de entrar en diálogo con las situaciones de hoy pide a la Comunidad cristiana estar presente y testimoniar, saber escuchar las preguntas y los desafíos sin miedo ni rigidez. Y esto no es fácil en la situación actual, porque no faltan cansancios en el interior. En particular, quisiera subrayar la sobrecarga de trabajo de los sacerdotes. Por una parte, en efecto, las exigencias de la vida parroquial y pastoral son numerosas, pero, por otra, las vocaciones disminuyen y los sacerdotes son pocos, a menudo avanzados en años y con algunos signos de fatiga. Se trata de una condición común a muchas realidades europeas, respecto a la cual es importante que todos –párrocos y laicos– se sientan corresponsables: ante todo en la oración, porque las respuestas vienen del Señor y no del mundo, del sagrario y no del ordenador.

Y luego en la pasión por la pastoral vocacional, buscando la manera de ofrecer con entusiasmo a los jóvenes el encanto de seguir a Jesús incluso en la consagración especial.

Es hermoso lo que nos contó sor Krisztina… ¡Pero la suya fue una vocación difícil! Porque para hacerse dominica primero la ayudó un sacerdote franciscano, luego los jesuitas con los ejercicios… y al final se hizo dominica. ¡Bravo! ¡Qué buen camino has tomado! Es hermoso lo que nos contaste sobre ‘discutir con Jesús’ por qué te llamó –él quería que llamara a las hermanas, no a ti–; ¡hay necesidad de quienes escuchan y ayudan a discutir bien con el Señor! Y, más en general, hay necesidad de iniciar una reflexión eclesial –sinodal, a hacer todos juntos– para actualizar la vida pastoral, sin contentarse con repetir el pasado y sin tener miedo a reconfigurar la parroquia en el territorio, pero poniendo la evangelización como prioridad e iniciando una colaboración activa entre sacerdotes, catequistas, agentes de pastoral, profesores. Ya estáis en este camino: por favor, no os detengáis.

Buscad los caminos posibles para colaborar gozosamente en la causa del Evangelio y llevar adelante juntos, cada uno con su propio carisma, la pastoral como anuncio, anuncio kerigmático, es decir, que mueve las conciencias. Es hermoso en este sentido lo que nos decía Dorina sobre la necesidad de llegar al prójimo a través de la narración, de la comunicación, tocando la vida cotidiana. Y aquí me detengo un poco para subrayar la hermosa labor de los catequistas, este antiquum ministerium. Hay lugares en el mundo –pensemos en África, por ejemplo– donde la evangelización la llevan a cabo los catequistas. Los catequistas son pilares de la Iglesia. Gracias por lo que hacéis. Y doy las gracias a los diáconos y a los catequistas, que tienen un papel decisivo en la transmisión de la fe a las jóvenes generaciones, y a todos aquellos, profesores y formadores, que se comprometen generosamente en el campo de la educación: ¡gracias, muchas gracias!

Permítanme decir entonces que una buena pastoral es posible si somos capaces de vivir ese amor que el Señor nos ha mandado y que es don de su Espíritu. Si estamos distantes o divididos, si nos volvemos rígidos en nuestras posiciones y grupos, no damos fruto; pensamos en nosotros mismos, en nuestras ideas y teologías. Es triste cuando estamos divididos porque, en vez de jugar en equipo, jugamos el juego del enemigo: el diablo es el que divide, y es un artista en hacerlo, es su especialidad. Y vemos obispos desconectados entre sí, sacerdotes en tensión con obispos, sacerdotes mayores en conflicto con los más jóvenes, diocesanos con religiosos, presbíteros con laicos, latinos con griegos; nos polarizamos en cuestiones que conciernen a la vida de la Iglesia, pero también en aspectos políticos y sociales, atrincherándonos en posiciones ideológicas.

¡Que no entren las ideologías! La vida de fe, el acto de fe, no pueden reducirse a ideología: eso es del demonio. No, por favor: la primera pastoral es el testimonio de comunión, porque Dios es comunión y está presente donde hay caridad fraterna. Superemos las divisiones humanas para trabajar juntos en la viña del Señor. Sumerjámonos en el espíritu del Evangelio, arraiguémonos en la oración, especialmente en la adoración y en la escucha de la Palabra de Dios, cultivemos la formación permanente, la fraternidad, la cercanía y la atención a los demás. Se ha puesto en nuestras manos un gran tesoro, ¡no lo desperdiciemos persiguiendo realidades secundarias al Evangelio!

Y aquí permítanme decirles: cuidado con el chisme. El chisme entre obispos, entre sacerdotes, entre monjas, entre laicos… La crítica destruye. Parece una cosa tan bonita, la cháchara, un caramelo de azúcar, es bonito charlar de los demás. Uno cae a menudo en esto. Ten cuidado, porque es el camino de la destrucción. Si una persona consagrada o un laico que vive en serio, consigue no chismorrear nunca sobre otro, ése es un santo. Id por este camino: nada de chismorreos. «Eh, Padre, es difícil, porque a veces uno se resbala: ese comentario, ese otro…». Hay un buen remedio contra el chisme: la oración, por ejemplo; pero hay otro buen remedio: morderse la lengua. Te muerdes la lengua y no parloteas. ¿De acuerdo?

Y otra cosa quiero decir a los sacerdotes, para ofrecer al pueblo santo de Dios el rostro del Padre y crear un espíritu de familia: no seamos rígidos, sino tengamos miradas y acercamientos misericordiosos y compasivos. Sobre esto quiero subrayar una cosa: cuál es el estilo de Dios. El primer estilo de Dios es la actitud de cercanía. Él mismo lo dijo en el Deuteronomio: «Dime, ¿qué pueblo tiene a sus dioses tan cerca de sí como tú me tienes a mí?». La actitud de Dios es la cercanía, con compasión y ternura. Cercanía, compasión y ternura: ése es el estilo de Dios. Sigamos con este estilo. Yo, ¿soy cercano a la gente, ayudo a la gente, soy compasivo o condeno a todo el mundo? ¿Soy tierno, suave? Para esto, nada de rigidez, sino cercanía, compasión y ternura. A este respecto, me han impresionado las palabras del P. József, que ha recordado la entrega y el ministerio de su hermano, el Beato János Brenner, bárbaramente asesinado con sólo 26 años. ¡Cuántos testigos y confesores de la fe tuvo este pueblo durante los totalitarismos del siglo pasado! ¡Han sufrido tanto! El Beato János experimentó tanto sufrimiento en su propia piel y le habría sido fácil guardar rencor, encerrarse en sí mismo, endurecerse. En cambio, fue un buen pastor.

Esta actitud nos capacita para la acogida, una acogida que es profecía: es decir, para transmitir el consuelo del Señor en las situaciones de dolor y pobreza del mundo, estando cerca de los cristianos perseguidos, de los emigrantes que buscan hospitalidad, de las personas de otras etnias, de cualquier persona necesitada. Tenéis grandes ejemplos de santidad en este sentido, como san Martín. Su gesto de compartir su capa con los pobres es mucho más que una obra de caridad: es la imagen de la Iglesia hacia la que hay que tender, es lo que la Iglesia de Hungría puede llevar como profecía al corazón de Europa: la misericordia, la proximidad.

Pero quisiera recordar también a San Esteban, cuya reliquia está aquí a mi lado: él, que confió primero la nación a la Madre de Dios, que fue un intrépido evangelizador y fundador de monasterios y abadías, supo también escuchar y dialogar con todos y ocuparse de los pobres: les bajó los impuestos y fue a mendigar disfrazado para no ser reconocido. Ésta es la Iglesia que debemos soñar: una Iglesia capaz de escucharse, de dialogar, de cuidar a los más débiles; una Iglesia acogedora para todos, una Iglesia valiente para llevar a cada uno la profecía del Evangelio.

Queridos hermanos y hermanas, Cristo es nuestro futuro, pues es Él quien guía la historia, Él es el Señor de la historia. Vuestros confesores de la fe estaban firmemente convencidos de ello: tantos obispos, sacerdotes, monjas y religiosos martirizados durante la persecución atea dan testimonio de la fe granítica de los húngaros. Y no es una exageración, estoy convencido: tenéis una fe granítica, y damos gracias a Dios por ello.

Quisiera recordar al Cardenal Mindszenty, que creía en el poder de la oración, hasta el punto de que aún hoy, casi como un dicho popular, se repite aquí: «Si hay un millón de húngaros rezando, no tendré miedo del futuro». Sed acogedores, sed testigos de la profecía del Evangelio, pero sobre todo sed mujeres y hombres de oración, porque la historia y el futuro dependen de ello. Os doy las gracias por vuestra fe y vuestra fidelidad, por todo el bien que sois y hacéis. Y no puedo olvidar el testimonio valiente y paciente de las Hermanas húngaras de la Compañía de Jesús, a las que conocí en Argentina, después de que hubieran abandonado Hungría durante la persecución religiosa. Eran mujeres de testimonio, ¡eran buenas! Con su testimonio me hicieron mucho bien. Rezo por vosotras, para que, siguiendo el ejemplo de vuestras grandes testigos de la fe, nunca os dejéis atrapar por el cansancio interior, que nos lleva a la mediocridad, y sigáis adelante con alegría. Y os pido que sigáis rezando por mí.

Traducción del original en lengua italiana realizada por el director editorial de ZENIT.