viernes, 31 de mayo de 2019

¿Que hago cuando alguien me grita?

Esta es la mejor manera de reaccionar cuando alguien te grita

WOMAN MEGAPHONE

Gritar es una cuestión relevante, ya que cada persona de este planeta ya ha sentido, por lo menos una vez en la vida, una rabia tan grande al punto de levantarle la voz a alguien.
Algunas personas gritan siempre, pero todos gritamos en algún momento de la vida.
Gritar no es saludable para las relaciones y esa práctica no produce resultados positivos a largo plazo.
Pero existen maneras inteligentes de reaccionar ante una situación de esas, de manera que la rabia se disuelva en lugar de aumentar.
Una persona puede alcanzar un objetivo gritando, pero una vez que las coas vuelven a la normalidad, no hay cambios significativos, porque el grito no cambia la mentalidad de nadie a largo plazo.
Por ejemplo, una mamá que grita para que sus hijos recojan sus juguetes puede realmente lograr que ellos lo hagan en ese momento.
Los niños no aprenderán a hacerlo si son condicionados a un sistema de recompensa o castigo, pero sí, si reconocen la importancia y el valor de recoger sus juguetes.
Gritar es perjudicial para las relaciones. No es una manera constructiva de lidiar con una situación difícil.
Por eso, debes ser conscientes de tus propios gritos, entender por qué algunas personas gritan constantemente, y también saber lidiar con ellas.
Cuando alguien está constantemente gritándote, está externalizando su tiranía emocional sobre ti.
Su objetivo es ganar ventaja en la situación y los gritos son su medio para ganar control sobre ti.

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Es una forma de intimidación que puede funcionar temporalmente.
Sin embargo, los resultados a largo plazo no son buenos, porque es una forma de intimidar a alguien para que haga lo que se quiere.
De hecho, gritar no es saludable para las relaciones, pues termina con la comunicación saludable y con la cercanía de la relaciones.

¿Por qué gritan las personas?


WOMAN ANGER
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“La rabia es un ácido que puede causar más daños al recipiente en el que está almacenado que cualquier cosa en que se derrame” – Mark Twain.
Cuando alguien está enojado, hay una variedad de razones que le llevan a gritar.
La mayoría de las veces, esas razones no son buenas, por eso es importante que el destinatario reaccione correctamente, evitando ser reactivo.
Es importante entender por qué alguien está gritando, pues muchas veces el grito es un indicativo de problemas en la psique central de esa persona y puede no tener nada que ver con la persona que lo recibe.
Su grito es un reflejo de su inestabilidad emocional, aunque se destine a mostrar fuerza y dominio de la situación.
Abajo hay algunas de las razones por las cuales una persona grita cuando está irritada:

1. Débiles habilidades de enfrentamiento

Muchas personas gritan porque es su mecanismo para enfrentar situaciones difíciles.
Pero ese mecanismo no trae buenos resultados a largo plazo.
Si una persona aprende que solo está arriba si grita, necesita ayuda para encontrar mejores maneras de regular sus emociones.
Ella empieza a usar la explosión emocional como forma de lidiar con la vida y eso no es saludable ni para ella, ni para quien se vuelve destinatario de los gritos.

2. Pérdida de control

Una persona puede gritar porque siente una pérdida de control sobre determinada situación.
Ella puede ser dominada por los pensamientos, sentimientos y emociones y estar sufriendo una pérdida de control sobre esas cosas al mismo tiempo.
Está en un confuso lío mental, entonces grita para intentar controlar lo que está experimentando.
Ella no tiene habilidades de enfrentamiento adecuadas para recuperar el control sobre la situación, entonces recurre al grito para sentir que está en control.
A pesar de que a veces consigue esa falsa sensación de control, ésta es temporal, porque la mayoría de los problemas no se resuelven a través de los gritos.
Una persona puede parecer “agradecida” frente a un grito simplemente para calmarlo, pero, en realidad, nada se resuelve a largo plazo.

3. Sentirse amenazado

Los valentones son, muchas veces, personas que tienen una mentalidad emocional muy sensible y están intentando protegerse todo el tiempo.
Siempre que se sienten amenazados, reaccionan. Y gritar es una herramienta que usan proactivamente cuando se sienten amenazados.

4. Tendencias agresivas

Algunas personas son simplemente individuos agresivos. Pueden gritar y la agresión puede aumentar a nivel físico.
Rara vez se ve una pelea física que no ha empezado con voces alteradas y gritos.
Si alguien que no conoces te está gritando, es bueno estar “en guardia”, pues los gritos pueden llevar a un enfrentamiento físico.
Es importante evitar reaccionar de forma agresiva en esas situaciones, porque es como derramar gasolina en el fuego de su rabia y las cosas se pueden volver aún peores.
Si alimentas la agresividad, es probable que el griterío se vuelva agresión física.

5.  Comportamiento aprendido

Algunas personas se vuelven ‘gritonas’ porque crecieron en una casa donde sus papás gritaban regularmente.
Ellas aprendieron que, cuando surgen conflictos, es necesario aumentar el tono de voz.
Ellas no aprendieron comportamientos adecuados de enfrentamiento cuando están frente a conflictos y situaciones difíciles.
Gritar siempre fue su reacción para cualquier situación de turbulencia.

6. Sentirse desatendido

Algunas personas levantan su voz y gritan de rabia porque sienten que la otra persona no las escucha.
Ellas repiten su mensaje varias veces hasta que, finalmente, recurren a los gritos de rabia porque la otra persona no responde a su tono de voz original.
Este es, con frecuencia, el caso de los padres que gritan.
Los padres sienten que sus hijos no están oyendo, entonces en lugar de seguir repitiendo, ellos gritan a sus hijos.
El problema es que eso realmente afecta a los niños.
Las investigaciones han mostrado que los gritos pueden ser tan perjudiciales como el abuso físico.

Reacciones a evitar con un “gritón”



La peor reacción posible es reflejar su comportamiento.
Las cosas no van a mejorar si le gritas a alguien que te está gritando. Por el contrario: solo lo empeora.
Existen otras reacciones que pueden dificultar la situación que también deben evitarse, como animar a quien está gritando, desafiar lo que están diciendo, actuar defensivamente, y criticar a la persona durante el enfrentamiento.
Existen mejores maneras de lidiar con un ‘gritón’.
A continuación, unos consejos que puedes usar para lidiar y, espero, disminuir la tensión.

1. Mantén la calma y no alimentes su rabia

Recuerda que cuando una persona está gritando, no eres tú quien tiene el problema, es ella.
Como esas personas tienen pocas habilidades de enfrentamiento, su motivo para gritar probablemente no tiene nada que ver contigo personalmente.
Si reacciones, ellas reaccionarán a tu reacción y las cosas se pondrán peor.
Mantén la calma, incluso si estuvieras hirviendo por dentro.
No vale la pena alimentar sus gritos, ya que la situación terminará por empeorar y las cosas raramente se resolverán cuando las dos partes estén gritando una con otra.
Es mucho más probable que los problemas se resuelvan cuando los tonos de calma se usen.
Sé parte de la solución y no del problema, manteniendo la calma y usando un tono de voz tranquilo.

2. Haz una ‘pausa mental’ para evaluar la situación

Antes de tomar cualquier actitud en la situación, haz una pausa mental para evaluar las cosas.
Eso permitirá que descubras si vale la pena esperar a que termine el ‘gritón’ o abandonar la situación.
Si conoces a quien está gritando y sabes que no se ofenderá si te alejas, entonces vete.
No necesitas someterte a los abusos de alguien si no fueran relevantes para tu vida.
Si es tu jefe quien grita y sabes que el irte puede costarte el trabajo, tal vez necesites pensar y esperar para resolver el problema más tarde.
Principalmente si fuera una ocurrencia constante que perturbe tu capacidad de trabajar de forma efectiva.

3. No estés de acuerdo con el gritón para calmarlo, pues eso lo anima a gritar de nuevo en el futuro

Si concuerdas con la persona que está gritando solo para calmarla, estás solo tolerando sus gritos.
Al ser agradable con alguien que te está gritando, solo incentivas a que vuelva a gritar en el futuro.
Evita este tipo de método, o te toparás sujeto al griterío con más frecuencia.

4. Responde tranquilamente al grito

En la mayoría de los casos, cuando alguien te grita, sus emociones son evocadas y tú sientes la necesidad de reaccionar.
Reaccionar con gritos, críticas u otras respuestas negativas empeorarán la situación; tú necesitas hacer todo lo que esté a tu alcance para revertir tus pensamientos y sentimientos para que se pueda resolver el problema real.
Algo que no sucederá si respondes gritando.
Déjale saber a la persona que tú no aceptarás ese comportamiento, independientemente de la situación o problema.
Dilo educadamente y con calma, y es más probable que tengas una reacción positiva, como un pedido de disculpas o, por lo menos, con la concienciación de que el otro está, de hecho, gritando.
Algunas personas no se dan cuenta que están gritando. Entonces, el próximo paso es pedirles una pausa.

5. Pídele una pausa

Después de haber controlado tranquilamente los gritos, el siguiente paso es pedir una pausa para poder pensar.
Tú también puedes necesitar ese tiempo para calmarte, pues los gritos elevan tu adrenalina al cielo y no sabes cuánto tiempo podrás aguantar todo eso dentro de ti.
Cuando pidas una pausa, debe ser más una declaración que una pregunta, especialmente si no es tu jefe.
Si es un cónyuge, amigo u otra persona, es completamente aceptable afirmar que necesitas un tiempo (algunos minutos, un día o lo que necesites) para reflexionar y responder de forma adecuada y con calma

6. Cuando las emociones se calmen, y sepas cómo resolver el problema, vuelve a platicar

Da tiempo para procesar la situación, lo que fue dicho y cómo deseas responder.
En algunas situaciones, por ejemplo, en un matrimonio, eso puede tardar algunos días, pues las emociones puede llevar más tiempo a tranquilizarse.
Si es tu jefe y sabes que no puedes reflexionar sobre el asunto durante mucho tiempo, porque hay plazos o porque tu empleo está en juego, usa algunas técnicas tranquilizadoras, como la respiración profunda o métodos de visualización para procesar la situación más rápidamente.

Sigue el asunto bajo condiciones tranquilas


MOTHER AND DAUGHTER TALKING
Shutterstock

Si has pedido un tiempo para que la persona sepa que el grito no es aceptable, la probabilidad de que te grite ahora es mucho menor.
Por eso, si el otro quiere seguir con el asunto, necesitará mantener la calma para discutirlo contigo.
Tú no solo te estás imponiendo, mostrándole a esa persona que no serás abusado emocionalmente, sino también que estás ayudando a ver que su comportamiento no es aceptable.
Si todo el mundo hiciera eso, todos estaríamos más condicionados a evitar gritar como la primera opción.
Si el grito es un hábito que no ha sido alterado a pesar de tus reacciones maduras, tal vez sea la hora de sentarse y hablar sobre ello.
Dile a la persona cómo te afecta el grito. Por ejemplo, si te sientes profundamente triste después de un episodio de gritos y no quieres estar cerca por un tiempo.
Muestra también cómo eso afecta tu relación. Diciendo, por ejemplo, que eso crea un abismo emocional entre ustedes.
Si la persona responde diciendo “así soy”, dile que ser así no es aceptable.
Algunas personas no saben cómo cambiar su comportamiento. La ayuda profesional (como la terapia, el asesoramiento o las clases de control de la rabia) está disponible para las personas que tienen problemas con los gritos.
Ellas necesitan reconocer que el problema está afectando su relación y que los cambios son necesarios para curar la relación.
Gritar causa daños, por eso no permitas que los gritos sigan perjudicándote o a tu relación.
¿Te ayudaron estos consejos? ¡Coméntanos!
(Por Awebic. Esta es una traducción de Awebic del artículo original publicado en Life Hack, escrito por la Dra. Magdalena Battles).






























Los milagros de los Jueves Eucarísticos (Un Testimonio Bellísimo)


Hace mucho me percaté que los grandes eventos en mi vida, ocurren siempre un jueves. No comprendía por qué hasta que lo relacioné con los Jueves Eucarísticos. Ahora son días muy especiales para mí. Me levanto temprano sabiendo algo muy bueno ocurrirá.
Procuro ir a misa con Vida, mi esposa, y participamos con fervor de la Adoración Eucarística. Sé que es Jesús, mi mejor amigo desde la infancia, ¿cómo no estar feliz?
Cuando algo extraordinario te ocurre varias veces un mismo día, piensas que es una coincidencia. Cuando te ocurre muy a menudo, lo llamas Dioscidencia, pero cuando ya es demasiado evidente… lo llamo “pequeños milagros de amor”.  Sé que vienen de la mano de Dios, que es todo amor y misericordia, ¿qué otro nombre podría darle? Son los pequeños milagros de  los Jueves Eucarísticos con los que el buen Jesús nos consiente a todos.
Cuánta emoción cuando entonamos en la Hora Santa “Cantemos al Amor de los Amores”, mi buen Jesús, el gran amor de mi vida, cuánto te quiero.
He aprendido  a ver las cosas de mi vida, como venidas  de la mano de Dios.
Hoy, por ejemplo, fui a una iglesia cercana a mi casa a la misa de 6:00 p.m. Me gusta llegar temprano sobre todo los jueves que hay adoración al Santísimo. Y allí ocurrió uno de esos pequeños milagros que todos recibimos, pero no nos damos cuenta.
Pasan desapercibidos porque estamos distraídos con las cosas del mundo y los problemas que nos afligen.
Cuando entré una señora se me acerca y me dice:
“Claudio, leo tus escritos, me encanta cuando dices que Dios “a todos” nos consiente como hijos suyos. En mis oraciones se lo recuerdo, le digo a Dios: “dice Claudio que eres un Padre misericordioso…”, pero no lo siento cerca, no lo veo, ni me concede lo que le pido. ¿Qué debo hacer?”
Honestamente, me quedé de una pieza. “Persevere”, le respondí “Debe perseverar en su oración”.
En la banca, antes que iniciara la misa me quedé pensando, sobre lo que había ocurrido, “¿qué respuesta debí darle? ¿Cómo saberlo?”
Empezó la misa. Leyeron el Evangelio y el sacerdote inicia su homilía contando una historia de fe.
“Erase un niño que fue con su padre a un río. El niño se quedó arriba y el padre bajó hasta el río, revisa que todo está bien y le grita: “Tírate hijo.” Y el hijo atemorizado responde: “No lo haré”. “¿Por qué?” pregunta el padre. Y el hijo responde: “No te veo padre”. El papá sonríe amorosamente y le grita desde abajo: “Pero yo a ti, sí te veo”. 
“Esto mismo nos ocurre con Dios”, continuó diciendo el buen sacerdote. “Decimos que se ha alejado de nosotros, que nos abandonó, que no lo vemos ni sentimos, que nunca nos concede lo que le pedimos. Es un error pensar así. Dios nunca, jamás, nos abandona. Puede que tú no lo veas, pero Él sí te ve. Y está pendiente de tus necesidades. Es un padre amoroso y bueno. Recuerda, cuando le grites a Dios: “No te veo”, Él responderá: “PERO YO A TI, SÍ TE VEO”.
Fue increíble, el sacerdote sin saberlo estaba respondiendo mi inquietud.
Ahora sabía la respuesta. Es maravilloso… DIOS NUNCA NOS ABANDONA.


Claudio de Castro, Aleteia





































7 cosas que pueden llevar a chicos y chicas adolescentes por el mal camino


Los adolescentes pueden caer en comportamientos dañinos o adictivos por varias presiones, malos ejemplos, falta de amor...
os adolescentes pueden caer en comportamientos dañinos o adictivos
por varias presiones, malos ejemplos, falta de amor.

BJ Foster es un padre de familia con experiencia en el trabajo con adolescentes que escribe en AllProDad.com, una web especializada en paternidad, específicamente en la de los varones padres. Una y otra vez, la web invita a los padres a detenerse un momento y revisar qué están haciendo bien, qué pueden mejorar y qué peligros acechan a los hijos.
Muchachos que quizá no habían dado problemas en la infancia, pueden entrar en  la adolescencia en comportamientos dañinos de forma estable.
BJ Foster avisa: “Si ves que tus hijos empiezan a comportarse mal de forma estable, estas podrían ser las razones, las 7 cosas que llevan a los chicos por el mal camino”.
1. No se sienten amados por sus padres
“No hay nada que haga que un chico se sienta más solo y perdido que no saberse amado incondicionalmente por sus padres. Deja un dolor profundo y tratan de hacer algo para aliviarlo. Pueden intentar adormecerlo con drogas, alcohol o violencia. En cualquier caso, esa emoción seguirá dañando y si no se sana de alguna forma continuará latiendo con fuerza”.
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2. No reciben una atención positiva
Los chicos piden atención y harán cualquier cosa por conseguirla, y si no consiguen atención buena buscarán al menos atención mala (haciendo cosas malas que escandalicen o indignen a los mayores) porque no hay nada peor que no recibir atención de los demás. Sin atención, sienten que la vida no tiene significado ni valor.
3. Sienten que no encajan
Los adolescentes a menudo se sienten diferentes, extraños y aislados. Eso les puede crear ansiedad, ira y baja autoestima. Los chicos en esta situación pueden tender a aislarse aún más, llegando a la depresión y un riesgo de autolesión. Pueden actuar exageradamente de forma similar a cuando sienten que no les quieren sus padres. Y podrían integrarse en un grupo de amigos que sean mala influencia para ellos.
4. Su grupo de amigos son un mal modelo
La gente que nos rodea nos moldea, y eso, que es cierto para todos, lo es más para los niños y adolescentes. Si siguen saliendo con amigos que son una mala influencia, pronto pasarán a hacer las cosas malas que les ven hacer a ellos.
5. Sus padres dan mal ejemplo
Más influyentes que los amigos son los padres. A un joven le afecta lo que los amigos dicen, pero le afecta más lo que ve hacer (no decir) a sus padres. Además, si los padres se implican en un comportamiento irresponsable, los chavales van a sentir que viven en un entorno inestable. Sin cimientos firmes y sin estructura, se sentirán como plumas llevadas por el viento. Puesto que nadie les pone fronteras reales, entrarán en territorios peligrosos.
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6. Los padres son inconsistentes en sus reglas o son agobiantemente estrictos
Los adolescentes necesitan límites, pero han de ser claros y tener consecuencias prácticas. Si rompen una regla y no se les penaliza de alguna forma, pensarán que las reglas no son importantes, no son reales,  y volverán a sentir esa inestabilidad.
El otro extremo es el de los padres que no muestran ninguna comprensión por el chaval y todo lo reducen a reglas y normas y penalizaciones. El hijo piensa que cada vez que le hablan es para regañarle o sermonearle, y que nunca se le escucha. Eso produce en él acritud y rebelión.
7. Los chicos no saben cómo gestionar la presión
Los estudios pueden producir mucha presión en los chicos, igual que las relaciones, las presiones en actividades como el deporte, las expectativas de los padres, de otros adultos... y hay varias formas poco saludables en las que pueden intentar adormecer esa presión.Pueden ser las drogas, el alcohol, los desórdenes alimenticios (anorexia, bulimia), las relaciones sexuales y la pornografía o las autolesiones cortándose o causándose quemaduras.
Un padre debe estar alerta ante posibles señales de que esto esté sucediendo.

“Proporciónale un ambiente seguro y escúchale mucho”, exhorta BJ Foster. “Necesitan tu guía amable. Actúa pronto y a menudo. Y asegúrate de que tu hijo sepa que tus acciones vienen motivadas por tu amor por él”.

P.J.G/ReL

































Nuestros hijos y la epidemia del Yo, Yo, Yo

¿Cómo lograr que nuestros hijos sepan salir del Yo para poder crecer sanos, independientes y felices?

king boy

Vivimos en la era del “selfie”, de las opiniones únicas en twitter, de la autenticidad como fin supremo, del éxito a través de los “likes”. Nuestra era está infestada de actitudes que promueven el yo como el centro de la existencia, y, sin querer, nuestras conductas como padres fortalecen estas tendencias.
Hoy en día las familias se han convertido en sistemas niño-céntricos. Atrás quedaron aquellas épocas en las que a los niños les tocaba acompañar a los padres a planes y actividades de adultos, o en las que nunca un partido de fútbol de un niño podría ser más importante que cualquier actividad social de los padres. Antes los niños formaban parte de la familia, ahora son el centro de ella.
Esto no quiere decir que estemos haciendo todo mal: la visión familiar moderna es mucho mas integrada porque incluye a la figura paterna, y la proliferación de planes y actividades en familia con los niños en ente también ha logrado un sistema familiar más cohesionado.
Sin embargo, todos estos cambios han generado en los niños la actitud del “entitlement” (merecimiento). Desde pequeños creen que merecen toda esa atención, y que sería injusto no recibirla. Nos encontramos entonces con niños que están sobreprotegidos, elogiados en demasía y que tienen más cosas materiales de las que necesitan. Esto se traduce en actitudes desafiantes, y que tienden a ser problemáticas en situaciones en las que no son el centro de atención (escuela, y mas adelante universidad o ámbito laboral).
Muchos de estos niños crecen sin tener la capacidad de poder funcionar independientemente, y aunque pueden ser muy buenos estudiantes o deportistas, son personas que necesitan constantemente la atención y ayuda de los que se encuentran alrededor para funcionar en sociedad.
¿Cómo combatir entonces esta epidemia en nuestros hogares? ¿Cómo lograr que nuestros hijos sepan salir del Yo para poder crecer sanos, independientes y felices?
En primer lugar, debemos convertir nuestra familia en un sistema jerárquico en el que los hijos no sean la autoridad. Esto significa enseñarlos a obedecer, a mostrar respeto por sus mayores y a aprender que hay momentos en los que no van a ser el centro de atención.
Otra técnica para escapar de la epidemia es enseñarlos a lidiar con la frustración: saber recuperarse de un fracaso o superar los obstáculos sin que los padres intervengamos son capacidades esenciales para poder entender que no todo en esta vida es merecido, que hay muchas cosas que hay que ganarse con esfuerzo y trabajo duro, y aún con todo eso a veces los objetivos no se logran, y no pasa nada.
Para huir de esta epidemia debemos situarlos en la vida real: enseñarles el verdadero valor de las cosas, quitar la importancia de los “likes” y ponerla en las relaciones de amistad verdaderas. Hay que lograr sacarlos de esta cultura que propone sus opiniones como las mas importantes y que no acepta otros puntos de vista. Esto se logra alejándolos un poco de las redes, invitándolos a ponerse en los zapatos de los demás y acercándolos a otras realidades con menos privilegios que los que ellos tienen.
Por último, debemos dejar de hacer las cosas por ellos: debemos dejar de pelear sus batallas, no recordarles a cada rato lo que tienen que hacer, dejar que asuman las consecuencias de sus malas decisiones. Sólo permitiéndoles que se hagan cargo de sus propias vidas podremos enseñarles que son capaces, que son fuertes y que pueden crecer… y sobre todo que siempre estaremos allí para apoyarlos.

María Verónica Degwitz, Aleteia






























miércoles, 29 de mayo de 2019

EVANGELIZAR ANTE LA MEZQUITA INVASIVA

Un reciente programa de Misioneros por el Mundo (Trece) recogió la experiencia de Pedro Elías Munell, sacerdote del Camino Neocatecumenal, que trabaja en Douala (Camerún), donde la convivencia pacífica con los musulmanes se está viendo afectada por su radicalización y su impunidad.

















Elena y su madre con Alzheimer: «El Señor me la pone como compañía para ayudarme a elevar la mirada»

«Aprendes, aunque te cueste, que no pasa nada por renunciar a tu vida de antes»


Helena Faccia, colaboradora de ReL, ofrece un bello y profundo testimonio sobre su experiencia junto a su madre desde que ella sufre Alzheimer.
Vincent LambertAlfie EvansCharlie Gard... son muchos los casos que son utilizados para defender la eutanasia, en nombre de un buenismo que esconde
 una lógica pérfida basada en los supuestos "derecho a decidir" y "derecho
 a una muerte digna".
Todos estos casos se han convertido, como escribe Laurence de Charette
en Le Figaror especto a Vicent Lambert, en "el emblema de una nueva
exigencia: el 'derecho' a morir 'cuando yo quiera' y 'como yo quiera'
 (es decir, 'si yo quiero')
. Quienes reclaman la soberanía sobre los cuerpos
desde la concepción a su extinción  y pretenden regentar el misterio que los
habita, los desposeen de su singularidad y de su humanidad para hacer de
 ellos el instrumento de esta reivindicación. Es la escapatoria de un nuevo
 brote de este higienismo hostil a todas las formas de debilidad, consideradas
como afrentas al desarrollo y obstáculos a la propia realización. Vicent
Lambert es la víctima de esta gran operación de negación que ha
emprendido el hombre moderno
, que cree que puede vencer a la muerte procurándosela él mismo, o negándola mediante la expulsión de los
moribundos de las casas, como antes se expulsaba a los leprosos por temor
 al contagio".
Hace unas semanas se emitió un programa en La Sexta sobre la eutanasia.
Siendo la cadena que es, no es de extrañar que todos los casos que presentaba
 fueran de enfermos con familiares partidarios de la eutanasia. Evidentemente,
 es demasiado pedir hoy en día que un programa que quiere abordar un tema de
 tanto espesor y relevancia intente, por lo menos, ser objetivo, e incluya a
familiares y enfermos contrarios a la eutanasia.
"La mayor parte del tiempo es una niña feliz"
Mi madre tiene Alzheimer. Es el primer caso en nuestra familia. Y no ha
 sido fácil. En 2008, cuando tenía 71 años, tuvo un ictus del que se recuperó.
Dos años más tarde tuvo la primera de una serie de crisis que los médicos diagnosticaron como epilepsia residual. Empezó un proceso degenerativo que,
 al principio, era lento (pequeños cambios de carácter, olvidos, dificultad en
 manejar el dinero), para acelerarse al cabo de un tiempo.
Tardaron en diagnosticarle el Alzheimer porque, como nos explicaron los médicos, su inteligencia y su riqueza de lenguaje les despistaba, pues aunque se daban cuenta de que no respondía exactamente a lo que ellos le preguntaban, tenía un discurso lógico.
Aunque físicamente está genial –análisis perfectos, camina, sube escaleras (vivimos en un segundo piso sin ascensor)– mi madre, mujer independiente donde las haya, artista, viajera en solitario, ahora depende totalmente para necesidades básicas como ir al baño, aseo personal, vestirse y, a veces, comer. No entiende las indicaciones, lleva braga-pañal día y noche y cinco de cada siete noches se suele hacer todo, o casi todo, encima. No se da ni cuenta.
Inventa palabras, a menudo mezclando italiano y español (mi padre era italiano), y a veces se pone nerviosa viendo una película, porque piensa que las personas están físicamente en casa. Y eso que solemos ver películas antiguas, muchas en blanco y negro. De manera esporádica, tiene alguna crisis epiléptica. Y también periodos de gran agresividad, como el que tuvo a principio de este año y que ha durado dos meses largos. En estos periodos pega, patalea y muerde (o lo intenta).
Sin embargo, la mayor parte del tiempo es una niña feliz a la que haces reír con cualquier tontería. Digamos que mi hija y yo vivimos con una niña de 3-4 años en un cuerpo de una señora de 81, que a mí me llama "mamá" desde hace tiempo.
Marisol, en el centro, flanqueada por su nieta Irene y su hija Elena.
¿Es mi madre menos por estar ella así? Lo pregunto porque es lo que solemos oír cuando las personas que defienden la eutanasia hablan de sus familiares enfermos. Oyes decir: "Es que ya no es ella", "él ya no está allí".
"Ahora soy yo su álbum de los recuerdos"
¿Somos sólo cuando nuestras facultades están intactas? Es decir, ¿sólo si nuestras facultades están intactas somos? ¿Sólo si podemos llevar una vida "normal" si somos útiles, somos?
Creo que somos más, mucho más. Mi madre es mi madre, su persona y su personalidad están intactas, aunque ya no controle los esfínteres y haga mucho que se ha olvidado de nuestros nombres, del mío y de mi hija, que somos las que vivimos con ella.
La diferencia es que ahora soy yo su álbum de los recuerdos, su diario, la que le recuerda lo que ha vivido antes de mí, porque me lo había contado en el pasado, y a partir de mí porque llevamos 56 años juntas. Me he convertido en su madre y en su memoria.
En una sociedad que limita la humanidad de la persona a la utilidad que tiene (valorada siempre en términos del beneficio económico aportado a la sociedad, que es inversamente proporcional al gasto que ocasiona a esta misma sociedad), yo defiendo el inmenso valor de mi madre, y la aportación que hace.
Sin mi madre y su Alzheimer, yo no sería la persona paciente que soy ahora. Y mi hija Irene no sería la niña -bueno, la adolescente, ya que tiene 17 años- que es ahora, a la que no le importa limpiarle las cacas a su abu.
Abuela y nieta, dos "niñas" que sonríen a la vida.
Que ha sido difícil, claro, es imposible negarlo. Al haber sido el primer caso en la familia, íbamos a ciegas, cada día había algo que superar, cada paso adelante que hacía la enfermedad, con el consiguiente retroceso en sus facultades, era un luto.
"No pasa nada por renunciar a tu vida de antes"
No es fácil vivir con una persona a la que quieres y ver que pierde facultades, que se olvida de tu nombre, de los recuerdos que te unían a ella. Mientras yo aún voy almacenando ideas, frases, conceptos, recuerdos, mi madre se va liberando de ellos porque los va perdiendo. Lloras, lloras mucho porque no sabes qué hacer, te encuentras perdida, echas de menos a este ser amado. Sin embargo, aprendes a apreciar algo tan simple como que, de repente y sin saber por qué -es el misterio de esta enfermedad- pronuncie una palabra que no ha dicho hace tiempo, o que te diga: "Me llamo Marisol", aunque haga tiempo que no se acuerde del nombre de mi hermano, su hijo. Aprendes, aunque te cueste, que no pasa nada por renunciar a tu vida de antes, en la que ibas al cine cada semana, o al teatro, o viajabas siempre que podías juntar dos días, porque hay alguien que depende de ti. Y aunque tengo un hermano maravilloso, Iván, que viene siempre que puede, tu vida ya no es tan "libre".
Aprendes que hay belleza en pasar los fines de semana viendo películas antiguas (porque nos gustan y porque las caras de los actores "le suenan"), cogidas de la mano, aunque no se entere. O escuchando música, porque la música siempre ha formado parte de nuestras vidas. ¡Cuántas veces volvía del instituto y encontraba a mi madre tejiendo -hacía tapices y esculturas textiles- y escuchando a Bach, el summum para ella!
"Un camino marcado por el encuentro con el Señor"
Aprendes a amar la debilidad y la fragilidad de la persona que siempre has considerado la más fuerte que has conocido en tu vida, porque aprendes a mirarla con ojos compasivos y, a la vez, con los ojos de la realidad. Pero para conseguir esto hay que emprender un camino, al menos yo he tenido que emprenderlo. Un camino marcado por el encuentro con el Señor, por los amigos que Él ha puesto a mi lado que, en los momentos iniciales más agudos de la enfermedad (cuando mi madre se negaba a ducharse durante cinco días, o no dormía por las noches, por lo que no dormía nadie en casa, o era de una violencia increíble, una persona que ha sido de lo más pacífico en su vida), han sido mi apoyo, los que me han ayudado a elevar la mirada hacia Él, a no perder el centro. Porque el quid de la cuestión, muchas veces, es este: la compañía. La compañía del Señor y, también, la compañía "encarnada" que el Señor te da y que tiene nombres propios y rostros distintos. Como, por poner un único ejemplo, el de una amiga mía que, una vez que tenía una reunión aquí, en ReL, se ofreció a ocuparse de mi madre. Y, en un segundo que había ido a la cocina a buscar agua, se la encontró desnuda en su patio y metida en la piscina de plástico de sus hijos. A la pobre le costó Dios y ayuda convencerla para que se vistiera.
A veces, cuando miro a mi madre, me acuerdo del retrato que hace Philip Roth de su padre, diagnosticado de tumor cerebral, en su maravillosa obra Patrimonio. En un momento del libro, Roth cuenta que su padre se levanta de la mesa para ir al baño. Al cabo de bastante tiempo se da cuenta de que aún no ha regresado y va a ver qué pasa. Su padre, que llevaba días con estreñimiento, literalmente dice: "Me he cagado". Lo que sigue es una descripción del baño, cubierto de heces por todas partes, cómo Roth vuelve a duchar a su padre, que ya había intentado limpiarse, cómo limpia todo el baño, lo airea, etc. Y en un momento dado escribe: "Me hacía sentirme a disgusto que hubiera tenido que luchar con tanto heroísmo y tan poca fortuna por lavarse antes de que yo subiera al cuarto de baño; también comprendía su vergüenza, el bochorno que había tenido que sentir; y, no obstante, ahora que todo había terminado, viéndolo tan profundamente dormido, pensé que no habría podido pedir más para mí antes de su muerte: esto también está bien y era lo que tenía que ser. Uno limpia la mierda de su padre porque no hay más remedio que limpiarla, pero después de haberla limpiado, todo lo que hay que sentir se siente como jamás antes se había sentido. […] Este era mi patrimonio: no el dinero, ni los tefelines, ni el cuenco de afeitar, sino la mierda".
Elena Faccia, colaboradora de ReL, junto a Marisol, su madre.
Es también el patrimonio que me deja mi madre, junto a su fragilidad, su dependencia, la posibilidad de ser, a la vez, su hija y su madre y la conciencia de que ella también es parte de esa compañía que el Señor me ha dado: lo era cuando nací de ella, pero durante muchos años no fui plenamente consciente porque lo daba por descontado. Siempre damos por descontados a los padres. Sin embargo, ahora que ella es la frágil, la más débil, la más necesitada, el Señor me la pone como compañía de manera nueva, para ayudarme a elevar la mirada.
Elena Faccia / ReL


Parejas y matrimonios: los más religiosos, los más satisfechos: estudio mundial y 5 países hispanos

Las parejas más religiosas tienen más hijos y mayor calidad de relación: sondeo en IFStudies.org

Una familia hispana en misa... la asistencia frecuente a servicios religiosos va ligado a más satisfacción en la vida de pareja

Las parejas y los matrimonios más religiosos son los que están más satisfechos con su vida de pareja, según declaran hombres y mujeres encuestados en un nuevo estudio realizado en 11 países por el Institute for Family Studies (ver en ifstudies.org).
Entre los países encuestados se incluyen 5 países hispanoamericanos. Han colaborado la Universidad de Piura (Perú), la de La Sabana (Bogotá, Colombia), la de Los Andes (Chile) y la Panamericana de México. Se encuestaron unas 16.000 personas, de las que unas 3.700 vivían en México, Argentina, Chile, Colombia y Perú. Los otros encuestados estaban en EEUU, Canadá, Irlanda, Francia, Australia y Reino Unido. Los encuestados debían tener entre 18 y 50 años.
El objetivo principal era medir la relación entre religiosidad y satisfacción matrimonial. Se estudiaron sólo los matrimonios o parejas estables (en cohabitación, al menos) de hombre con mujer, y no otras relaciones (del mismo sexo, etc...)
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Las parejas más religiosas declaran índices de "calidad de la relación" más altos que las demás; esta es la tabla media de los 11 países consultados; en rojo, las mujeres, en azul los hombres
Para medir la satisfacción en la pareja se ofrecía puntuar en 4 frases:
- "Estoy satisfecho en mi relación en general con mi pareja"
- "Me siento cercano e implicado en nuestra relación"
- "Mi relación con mi pareja es más importante para mí que casi cualquier otra cosa en la vida"
- "En los últimos 12 meses, he tenido dudas serias sobre si mi relación durará"
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Familias hispanas rezan el "Yo confieso" en misa
Los matrimonios o parejas se clasificaron en tres niveles en cuanto a su religiosidad:
- Las parejas seculares ("shared secular couples"): el entrevistado declaraba que nunca o prácticamente nunca iba a servicios religiosos, y que su pareja era igual o incluso menos religiosa. Fueron un 19% de los encuestados.
- Las parejas mixtas o poco religiosas ("less/mixed religious couples"): el encuestado va a servicios religiosos una vez al mes, o menos. En unos pocos casos (13% de esta categoría), se trata de encuestados que sí van regularmente, pero su pareja no. En total, un 60% de los entrevistados pertenecía a parejas mixtas o poco religiosas.
- Las parejas altamente religiosas ("highly religious couples"): el entrevistado declaraba ir al menos 2 o 3 veces al mes a servicios religiosos y que su pareja es igual de religiosa, o más.
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Los varones más religiosos de los países hispanos (y sus esposas y parejas) están mucho más satisfechos en su vida de pareja que los poco religiosos
Un hallazgo, prácticamente en todos los países, es que en las parejas altamente religiosas,tanto varones como mujeres declaran unos niveles de calidad y satisfacción en su relación bastante más altas que en las otras parejas.
Otro hallazgo (que confirma muchos otros estudios previos sobre la materia) es que las parejas más religiosas tienen más hijos.
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Las parejas de estos países hispanos que acuden poco o nada a servicios religiosos tienen, de media, 1,44 hijos; las parejas más religiosas tienen 1,8 
Estos hallazgos tienen en cuenta otras causas socioeconómicas, rupturas previas, nivel económico y educativo, etc... Incluso teniendo todo eso en cuenta, las parejas religiosas destacan por tener más hijos y más satisfacción.
En los países hispanos estudiados no se pudieron establecer comparaciones significativas en algunos casos (en Argentina no aparecieron suficientes parejas muy religiosas, y en Colombia no aparecieron suficientes parejas seculares), pero los hallazgos país por país, y combinados, confirman los mismos hechos.
Así, como media de los 5 países hispanos, las parejas que acuden regularmente a servicios religiosos registraron 0,36 hijos más que las otras parejas.
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Los varones mexicanos religiosos, encantados con su vida de pareja
En Chile, los muy religiosos tienen 0,4 hijos más.
En Argentina, 0,54 hijos más.
En Colombia, 0,13 hijos más.
En México 0,35 hijos más.
Y en Perú, 0,37 hijos más que las otras parejas.
El estudio encontró además que:
- los varones peruanos y mexicanos en parejas religiosas declaraban más tener relaciones de calidad en su pareja
- en Colombia, las parejas poco religiosas declaraban menos tener relaciones de buena calidad
- las mujeres chilenas más religiosas son las que declaraban mejores relaciones de pareja
sudamerica_colombia_satisfaccion
En Colombia, probablemente el país más religioso de Sudamérica (vea más datos aquí), también los varones religiosos están muy satisfechos con su pareja
Otros datos comparativos en cada país son difíciles de hacer debido al limitado tamaño de la muestra en cada uno, pero la visión general queda clara, tanto en los países hispanos como en los otros estudiados: las parejas más religiosas (y se consideran tales las que van 2 o más veces al mes a servicios religiosos) son las más satisfechas y también las más fértiles.
[Cifras de encuestados por país: Argentina (668), Chile (1.240), Colombia (620), Mexico (677), Perú (645)]

G.l.Ginés/ReL

































martes, 28 de mayo de 2019

Camino Neocatecumenal: Entrevista al P. Rajmund Pupkowski, responsable en Ucrania


Encuentro celebrado en Kiev, 11 de mayo de 2019 © Camino Neocatecumenal
Encuentro Celebrado En Kiev, 11 De Mayo De 2019 © Camino Neocatecumenal
Tras el encuentro celebrado en Kiev
(ZENIT – 27 mayo 2019).- El pasado 11 de mayo se celebró en Kiev un gran encuentro vocacional del Camino Neocatecumenal, un año después del que tuvo lugar con el Papa Francisco en Roma, con motivo del 50ª aniversario del inicio de la realidad eclesial.
En esta ocasión, su iniciador, Kiko Argüello, se reunió en la capital de Ucrania con unas cinco mil personas pertenecientes al Camino y procedentes de los países de la ex Unión Soviética. El P. Rajmund Pupkowski, responsable del Camino Neocatecumenal en Ucrania, relata a Zenit los detalles de este acontecimiento.
ZENIT: ¿Cómo fue el encuentro?
P. Pupkowski: Fue un encuentro realmente increíble, que duró aproximadamente cuatro horas. Kiko estuvo acompañado del P. Mario Pezzi y de María Ascensión Romero, el equipo internacional responsable del Camino en todo el mundo. Para ella, esta reunión también fue muy importante, ya que durante 25 años estuvo en misión en Bielorrusia, Kazajistán y Rusia.
El encuentro fue presidido por Mons. Vitaliy Kryvytskyi, Obispo de Kiev-Zhytomyr. Tiene en su diócesis numerosas comunidades neocatecumenales, familias y hermanas en misión, 4 missio ad gentes у un Seminario Redemptoris Mater en Kiev. Le estamos muy agradecidos por su apertura y su celo, y  por involucrarse en la obra de la nueva evangelización. En el encuentro estuvieron también algunos obispos de rito latino y bizantino.
ZENIT: ¿Cómo vivieron las comunidades que el equipo responsable internacional del Camino se desplazase hasta Kiev ?
P. Pupkowski: Debo admitir que esta visita de Kiko a Kiev ha sido un verdadero milagro. Cuando Kiko vio a los 5000 catecúmenos de Ucrania, Rusia, Georgia, Moldavia, Bielorrusia, Kazajistán, Lituania, Letonia y Polonia (a los que se les hizo una invitación aparte), realmente no podía ocultar su alegría. Estaba realmente feliz. Cuando lo miro, recuerdo a San Pablo, que también visitaba a las comunidades que fundó a través de la predicación del kerigma. El “Apóstol de los Pueblos” iba a esas comunidades para fortalecerlas en la fe, con el fin de darles ánimos para no tener miedo de dar su vida por la obra de Dios. Del mismo modo, Kiko vino a Kiev para predicar el kerygma, para anunciar el amor que el Padre mostró en Jesucristo crucificado y Resucitado. Dios ha querido salvar a todos los hombres precisamente a través de la necedad de la predicación del kerygma, y por eso esta visita ha sido tan importante.
Algunos hermanos estaban profundamente ‘tocados’ por haber podido ver y escuchar por primera vez al iniciador del Camino. Muchas personas vieron las grandes obras que el Señor puede hacer a través de la conversión de una persona.
ZENIT: En este encuentro participaron representantes de comunidades de la antigua Unión Soviética…
P. Pupkowski: Para mí esta reunión fue un ‘cenáculo’ en el que diferentes naciones e idiomas recibieron el mismo Espíritu y el don de la unidad. Estos países han estado bajo el gobierno totalitario durante muchas décadas. Por lo tanto, muchas generaciones de personas tienen sed de la Buena Noticia. Sobre esto dijo unas pocas palabras el P. Mario. Llegó por primera vez a Kiev en 1984. Entonces se reunió con el párroco de la iglesia de la Exaltación de la Santa Cruz, el P. Jan Krapan, donde ofreció las primeras catequesis para unas cuantas personas en una pequeña capilla. El P. Mario visitó también Zhytomyr, donde tuvo una reunión con el P. Jan Purwinski, que en aquél momento era el párroco de la parroquia de Santa Sofía, y poco después el primer obispo de la diócesis de Kiev-Zhytomyr.
En el encuentro, el P. Mario estaba conmovido porque Dios le permitió celebrar el 50ª aniversario de su ordenación sacerdotal en Ucrania, al cumplirse también 35 años de su misión en Kiev.
ZENIT: ¿Qué le llamó la atención de manera especial de este encuentro?
P. Pupkowski: Siempre hay muchos momentos conmovedores. Sin embargo, la llamada vocacional es particularmente emocionante. Cuando Kiko preguntó quién de los jóvenes quería entregar su vida a Cristo como sacerdote, o en la vida consagrada, en ese momento, 120 jóvenes fueron hacia el obispo a recibir la bendición. Después de ellos, 40 familias jóvenes expresaron su disposición a entregar sus vidas a la misión ahí donde Dios los envíe. Jesucristo, liberándolos del temor a la muerte, les da la apertura a la llamada de Dios.  Estas cosas sobrecogen, puesto que son testimonios visibles del hecho de que Jesucristo vive y obra hoy en su Iglesia.
ZENIT: Carmen Hernández, co-iniciadora del Camino junto a Kiko, murió hace casi tres años. ¿Cómo fue recordada en este encuentro en Kiev?
P. Pupkowski: Creemos en la comunión de los santos, por eso esperamos que Carmen haya estado con nosotros en este encuentro. Carmen, su historia, su experiencia de la cruz, así como su profunda teología, son verdaderamente un gran tesoro para la Iglesia. Ella llamó la atención de la Iglesia al ‘genio femenino. Ascensión tuvo la oportunidad de leer algunos de sus pensamientos, entre ellos sobre la mujer. Carmen siempre decía que la mujer es “la fábrica de la vida”. Es por eso que las mujeres corren y anuncian a los apóstoles la resurrección, porque la naturaleza misma de la mujer no puede estar de acuerdo con el hecho de que todo termina con la muerte. Una mujer que lleva una vida en su vientre no puede estar de acuerdo en que la muerte pone fin a todo, por lo tanto, intuitivamente siente y experimenta la resurrección ya en su persona.
ZENIT: El año pasado, el Camino Neocatecumenal celebró el jubileo de oro: los 50 años de la llegada del Camino a Roma. ¿De qué frutos podemos hablar hoy?
P. Pupkowski: Es muy difícil expresar en pocas palabras los frutos de los 50 años del Camino. En primer lugar, la infinidad de conversiones, miles de personas que han escuchado la palabra de la Buena Noticia y han respondido a este anuncio con la fe. Son miles de matrimonios salvados, familias unidas de nuevo, vidas salvadas del suicidio, apertura heróica a la vida y numerosas llamadas al presbiterado y a la vida monástica. En fin, hoy hay aproximadamente un millón de hermanos y hermanas que han experimentado un gran amor de Dios en su vida, el amor en la dimensión de la cruz. Son unas 40 mil comunidades en 900 diócesis en 135 países del mundo. Más de 120 seminarios misioneros diocesanos Redemptoris Mater, en los cuales se han ordenado cerca de 3.000 presbiteros, algunos de ellos sirven como obispos. Hay cientos de familias en misión y misiones ad gentes, y también mas de 5.000 chicas, que han entrado en conventos contemplativos que se estaban muriendo, sobre todo de Europa Occidental, para hacer renacer en ellos la vida monástica.
Durante esta solemne celebración, el Papa Francisco nos dijo: ‘¡Queridísimos hermanos! Vuestro carisma es un gran don de Dios para la Iglesia de nuestros tiempos. ¡Demos gracias al Señor por estos cincuenta años! Y, viendo su lealtad paterna, nunca perdáis la esperanza’.
Por lo tanto, es imposible expresar con palabras los milagros que Dios ha hecho con nosotros. Solo podemos repetir con la Humilde de Nazaret: ‘Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador’.
Camino Neocatecumenal