Encuentro Celebrado En Kiev, 11 De Mayo De 2019 © Camino Neocatecumenal
Tras el encuentro celebrado en Kiev
(ZENIT – 27 mayo 2019).- El pasado 11 de mayo se celebró en Kiev un gran encuentro vocacional del Camino Neocatecumenal, un año después del que tuvo lugar con el Papa Francisco en Roma, con motivo del 50ª aniversario del inicio de la realidad eclesial.
En esta ocasión, su iniciador, Kiko Argüello, se reunió en la capital de Ucrania con unas cinco mil personas pertenecientes al Camino y procedentes de los países de la ex Unión Soviética. El P. Rajmund Pupkowski, responsable del Camino Neocatecumenal en Ucrania, relata a Zenit los detalles de este acontecimiento.
ZENIT: ¿Cómo fue el encuentro?
P. Pupkowski: Fue un encuentro realmente increíble, que duró aproximadamente cuatro horas. Kiko estuvo acompañado del P. Mario Pezzi y de María Ascensión Romero, el equipo internacional responsable del Camino en todo el mundo. Para ella, esta reunión también fue muy importante, ya que durante 25 años estuvo en misión en Bielorrusia, Kazajistán y Rusia.
El encuentro fue presidido por Mons. Vitaliy Kryvytskyi, Obispo de Kiev-Zhytomyr. Tiene en su diócesis numerosas comunidades neocatecumenales, familias y hermanas en misión, 4 missio ad gentes у un Seminario Redemptoris Mater en Kiev. Le estamos muy agradecidos por su apertura y su celo, y por involucrarse en la obra de la nueva evangelización. En el encuentro estuvieron también algunos obispos de rito latino y bizantino.
ZENIT: ¿Cómo vivieron las comunidades que el equipo responsable internacional del Camino se desplazase hasta Kiev ?
P. Pupkowski: Debo admitir que esta visita de Kiko a Kiev ha sido un verdadero milagro. Cuando Kiko vio a los 5000 catecúmenos de Ucrania, Rusia, Georgia, Moldavia, Bielorrusia, Kazajistán, Lituania, Letonia y Polonia (a los que se les hizo una invitación aparte), realmente no podía ocultar su alegría. Estaba realmente feliz. Cuando lo miro, recuerdo a San Pablo, que también visitaba a las comunidades que fundó a través de la predicación del kerigma. El “Apóstol de los Pueblos” iba a esas comunidades para fortalecerlas en la fe, con el fin de darles ánimos para no tener miedo de dar su vida por la obra de Dios. Del mismo modo, Kiko vino a Kiev para predicar el kerygma, para anunciar el amor que el Padre mostró en Jesucristo crucificado y Resucitado. Dios ha querido salvar a todos los hombres precisamente a través de la necedad de la predicación del kerygma, y por eso esta visita ha sido tan importante.
Algunos hermanos estaban profundamente ‘tocados’ por haber podido ver y escuchar por primera vez al iniciador del Camino. Muchas personas vieron las grandes obras que el Señor puede hacer a través de la conversión de una persona.
ZENIT: En este encuentro participaron representantes de comunidades de la antigua Unión Soviética…
P. Pupkowski: Para mí esta reunión fue un ‘cenáculo’ en el que diferentes naciones e idiomas recibieron el mismo Espíritu y el don de la unidad. Estos países han estado bajo el gobierno totalitario durante muchas décadas. Por lo tanto, muchas generaciones de personas tienen sed de la Buena Noticia. Sobre esto dijo unas pocas palabras el P. Mario. Llegó por primera vez a Kiev en 1984. Entonces se reunió con el párroco de la iglesia de la Exaltación de la Santa Cruz, el P. Jan Krapan, donde ofreció las primeras catequesis para unas cuantas personas en una pequeña capilla. El P. Mario visitó también Zhytomyr, donde tuvo una reunión con el P. Jan Purwinski, que en aquél momento era el párroco de la parroquia de Santa Sofía, y poco después el primer obispo de la diócesis de Kiev-Zhytomyr.
En el encuentro, el P. Mario estaba conmovido porque Dios le permitió celebrar el 50ª aniversario de su ordenación sacerdotal en Ucrania, al cumplirse también 35 años de su misión en Kiev.
ZENIT: ¿Qué le llamó la atención de manera especial de este encuentro?
P. Pupkowski: Siempre hay muchos momentos conmovedores. Sin embargo, la llamada vocacional es particularmente emocionante. Cuando Kiko preguntó quién de los jóvenes quería entregar su vida a Cristo como sacerdote, o en la vida consagrada, en ese momento, 120 jóvenes fueron hacia el obispo a recibir la bendición. Después de ellos, 40 familias jóvenes expresaron su disposición a entregar sus vidas a la misión ahí donde Dios los envíe. Jesucristo, liberándolos del temor a la muerte, les da la apertura a la llamada de Dios. Estas cosas sobrecogen, puesto que son testimonios visibles del hecho de que Jesucristo vive y obra hoy en su Iglesia.
ZENIT: Carmen Hernández, co-iniciadora del Camino junto a Kiko, murió hace casi tres años. ¿Cómo fue recordada en este encuentro en Kiev?
P. Pupkowski: Creemos en la comunión de los santos, por eso esperamos que Carmen haya estado con nosotros en este encuentro. Carmen, su historia, su experiencia de la cruz, así como su profunda teología, son verdaderamente un gran tesoro para la Iglesia. Ella llamó la atención de la Iglesia al ‘genio femenino. Ascensión tuvo la oportunidad de leer algunos de sus pensamientos, entre ellos sobre la mujer. Carmen siempre decía que la mujer es “la fábrica de la vida”. Es por eso que las mujeres corren y anuncian a los apóstoles la resurrección, porque la naturaleza misma de la mujer no puede estar de acuerdo con el hecho de que todo termina con la muerte. Una mujer que lleva una vida en su vientre no puede estar de acuerdo en que la muerte pone fin a todo, por lo tanto, intuitivamente siente y experimenta la resurrección ya en su persona.
ZENIT: El año pasado, el Camino Neocatecumenal celebró el jubileo de oro: los 50 años de la llegada del Camino a Roma. ¿De qué frutos podemos hablar hoy?
P. Pupkowski: Es muy difícil expresar en pocas palabras los frutos de los 50 años del Camino. En primer lugar, la infinidad de conversiones, miles de personas que han escuchado la palabra de la Buena Noticia y han respondido a este anuncio con la fe. Son miles de matrimonios salvados, familias unidas de nuevo, vidas salvadas del suicidio, apertura heróica a la vida y numerosas llamadas al presbiterado y a la vida monástica. En fin, hoy hay aproximadamente un millón de hermanos y hermanas que han experimentado un gran amor de Dios en su vida, el amor en la dimensión de la cruz. Son unas 40 mil comunidades en 900 diócesis en 135 países del mundo. Más de 120 seminarios misioneros diocesanos Redemptoris Mater, en los cuales se han ordenado cerca de 3.000 presbiteros, algunos de ellos sirven como obispos. Hay cientos de familias en misión y misiones ad gentes, y también mas de 5.000 chicas, que han entrado en conventos contemplativos que se estaban muriendo, sobre todo de Europa Occidental, para hacer renacer en ellos la vida monástica.
Durante esta solemne celebración, el Papa Francisco nos dijo: ‘¡Queridísimos hermanos! Vuestro carisma es un gran don de Dios para la Iglesia de nuestros tiempos. ¡Demos gracias al Señor por estos cincuenta años! Y, viendo su lealtad paterna, nunca perdáis la esperanza’.
Por lo tanto, es imposible expresar con palabras los milagros que Dios ha hecho con nosotros. Solo podemos repetir con la Humilde de Nazaret: ‘Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador’.
Camino Neocatecumenal
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