Los cristianos estamos llamados a dar testimonio del Hijo de Dios vivo, ¿sabes cómo se responde a esa llamada?
Las palabras de Pedro me dan vida y me recuerdan lo que estoy viviendo:
«Vosotros conocéis lo que sucedió en toda Judea, comenzando por Galilea, después del bautismo que predicó Juan.
Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.
Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en la tierra de los judíos y en Jerusalén.
A este lo mataron, colgándolo de un madero. Pero Dios lo resucitó al tercer día y le concedió la gracia de manifestarse, no a todo el pueblo, sino a los testigos designados por Dios: a nosotros, que hemos comido y bebido con él después de su resurrección de entre los muertos.
Nos encargó predicar al pueblo, dando solemne testimonio de que Dios lo ha constituido juez de vivos y muertos».
Testigo
Soy testigo, doy testimonio de su poder en mi vida. No soy cristiano porque me sienta obligado a serlo.
Él vino a mi vida y pasó haciendo el bien. Pasó curándome de mis dolencias y llenando mis vacíos. Vino a establecerse en mi alma herida y contuvo mi llanto.
Me sanó de mis heridas. Me dejó ver su mano y pude tocar su manto. Se quedó caminando a mi lado, corriendo. Y sentí su presencia.
Por eso puedo dar testimonio. Porque ha venido a mí y su vida ha llenado mi vida.
Me calmo, me quedo en silencio.
Abriré puertas
Sé que soy testigo de una vida eterna que he vivido en mi alma muchas veces y de forma limitada, después de haber muerto o haber sido asesinado.
Pero el miedo vuelve a surgir y temo no ser capaz de mantenerme despierto, vivo, alegre, esperanzado.
Me levanto de nuevo como esos discípulos que quieren ver al maestro. Corro al encuentro de ese hermano mío que necesita mi presencia, mi alegría.
No voy a ser ningún ejemplo. Pero pase lo que pase me levantaré de nuevo, construiré un puente hacia la esperanza y abriré las puertas que cierran los diques que retienen el agua que calma la sed.
Jesús puede hacerlo en mí
Confío que ese Jesús, que pasó entre los hombres haciendo el bien, vuelva a hoy a hacerme ese bien que cambie mi vida.
Puede hacerlo porque no he perdido la esperanza. Podrá mejorarme porque sueño con ser esa persona nueva que Él ha soñado para mí.
No temo caer, porque me da fuerzas para levantarme. Y cuando me duerma vendrá hasta mí a despertarme y me pedirá que no deje de confiar en la fuerza que Él me dará para seguir luchando cada día.
Carlos Padilla Esteban, Aleteia
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