Queremos llevar el amor del Hijo de Dios a todos los hombres. Ha permitido que le abran el Corazón con una lanza para que esté abierto para todos. Que el Corazón de Jesús nos ayude a ser sus testigos. Para ello invocamos la ayuda de la Madre de Dios, Nuestra Señora del Sagrado Corazón de Jesús.
jueves, 14 de enero de 2021
El testimonio que pasaremos: 5 claves de oro ¿qué transmitiremos?
Nuestra vida puede ser un regalo que hemos recibido para los que vendrán
La vida es como una carrera de relevos en la que aceptamos el testigo de aquellos que pasaron antes que nosotros. Hacemos nuestro mejor esfuerzo y luego intentamos pasarlo a otros. Así es como vamos aprendiendo para hacer un verdadero aporte a la carrera.
En el libro Pasar el testigo: filiación y paternidad en la sociedad contemporánea, los autores alertan sobre el peligro con el que vivimos actualmente al estar inmersos en un presentismo constante que nos hace olvidar de dónde venimos y hacia dónde vamos.
Esto nos predispone a ser más individualistas y menos conscientes de que somos parte de un “nosotros” que comienza con la familia.
No es sorprendente que en una cultura obsesionada con lo inmediato y con una economía del tiempo o de la atención, nos hayamos olvidado un poco de estas cosas tan importantes.
La realidad es que existe un antes y un después que se expande más allá del lapso de nuestras vidas.
De hecho, formamos parte de una cadena que antecesores y sucesores que están presentes en muchas de las decisiones que tomamos hoy. Hay un pasado que hemos vivido y un futuro que viviremos.
Considerar a las otras generaciones nos ayuda a humanizarnos y en definitiva a vivir mejor. Pensar en la vida como algo perdurable cuando se entrega a los demás nos hace conscientes de que somos parte de un proyecto más grande.
¿Qué podemos recoger hoy de los que están detrás nuestro y qué queremos pasarle a los que vendrán después?
1. Una historia que heredamos
Hay una dimensión vertical que se construye en torno a la familia a la que pertenecemos, a una comunidad, a una lengua, a una religión, a un vecindario, a unos gustos concretos.
La suma de todo esto nos lleva a ser distintos y a reconocer que, así como nosotros, hay personas que tienen su propio “nosotros” y cada uno debe de respetarse.
Familiarizarnos con nuestro legado no solo nos ayuda a conocernos mejor, sino también a informar y mitigar el riesgo de aquello que atenta contra el bienestar de futuras generaciones.
Cada historia arroja lecciones invaluables que podemos atesorar y usar para un bien mayor en el que podamos encontrar puntos de encuentro.
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