Para comprender a nuestro hijo y comunicarnos bien con él o ella, conviene tener en cuenta su propia personalidad. Aquí tienes algunas herramientas para conseguirlo
Hay que rendirse a la evidencia: los bebés no nacen como una página en blanco. Apenas salidos del vientre materno, nuestros hijos ya tienen “su pequeño carácter”, “esa mirada pillina” o esa calma asombrosa que nos hubiera encantado tener con su hermano mayor… Tampoco nacen como clones.
Las rabietas del mayor pueden ser muy raras en el pequeño, y la sensibilidad del tercero puede resultar muy distinta de la del cuarto. Nuestros hijos son diferentes ya desde su nacimiento. “Llegan al mundo dotados de un carácter que han heredado y que, al mismo tiempo, es suyo propio”, confirma Marie-Paule Mordefroid.
En las familias numerosas, los padres constatan rápidamente esas diferencias de carácter entre un niño y otro. “Sobre todo porque el carácter del niño se manifiesta muy pronto”, prosigue Marie-Paule Mordefroid.
Esa parte innata de su carácter determina, en gran medida, sus comportamientos y sus reacciones. ¿Por qué Pedro fantasea con la cabeza entre sus libros todo el día y Julia brinca de una actividad a otra, cuando han recibido la misma educación? En lugar de darle vueltas sin parar a la manera en que los hemos criado, ¿y si intentamos explorar sus inclinaciones interiores?
Saber reconocer la personalidad de nuestros hijos puede resultar entonces una ayuda valiosa para los padres en su misión educativa. Para comprenderlos mejor, para comunicarnos mejor, para adaptar nuestra autoridad, resolver conflictos “y adaptar la educación que les dan”.
Las ocho combinaciones de personalidades
Sin embargo, no hay que esperar obtener una receta llave en mano. Saber que nuestro hijo es no activo, emotivo y secundario no nos da derecho a un manual de instrucciones para educarlo mejor. Los padres siguen siendo los responsables de su educación, con lo que son y lo que han recibido. Conocer el carácter es ofrecer una clave de lectura de nuestro hijo, no unas instrucciones de uso.
Investigar esta personalidad requiere tiempo, paciencia y una buena dosis de observación. No plantearemos la carta interna de nuestra progenie en una semana después de haberle hecho hacer una batería de test. Esta investigación necesita apoyarse en una tabla sinóptica. Y es aquí donde se complican las cosas. Desde la Antigüedad, se han elaborado varias clasificaciones sin que ninguna genere unanimidad. Nosotros hemos elegido dos:
EL MÉTODO DE LE SENNE
El psicólogo René Le Senne, fundador de la caracterología francesa, estableció tres factores que componen nuestro carácter: la emotividad, la actividad y la resonancia.
La emotividad es la capacidad para reaccionar emocionalmente a un acontecimiento. Los emotivos se distinguen de los no emotivos por la intensidad de sus manifestaciones o de sus acciones. Los primeros serían muy expresivos, mientras que los segundos podrían ser definidos decididamente como flemáticos.
La actividad tiene en cuenta la reacción ante un obstáculo, la facilidad para actuar. El activo es el que está inclinado a la acción, el que se fija objetivos e intenta conseguirlos. El no activo está más bien vuelto hacia sí mismo y renuncia fácilmente a actuar cuando encuentra un obstáculo. Tiene dificultades para pasar a la acción, necesita ser acompañado o apoyado para iniciar la acción. Es el caso de los niños que no logran vestirse solos sin que papá o mamá esté detrás de ellos.
Por último, la resonancia define la manera de recibir las impresiones, bien con una reacción inmediata y breve (primariedad), bien con una reacción retrasada, prolongada y duradera (secundariedad). Los primarios serían más resueltos, dispuestos a modificar el programa inicial. Los secundarios tendrían necesidad de estar prevenidos y de anticipar los cambios. El respeto a la palabra dada es importante para ellos.
En función de las combinaciones que podemos desarrollar a partir de aquí, pueden desgranarse ocho personalidades:
- nervioso,
- sentimental,
- colérico,
- apasionado,
- sanguíneo,
- flemático,
- amorfo
- apático.
LOS CINCO SENTIDOS
Dime qué sentido utilizas y te diré quién eres
Los diferentes modos de aprendizaje también ayudarán a discernir cómo nuestros hijos perciben y reciben la información del exterior. Si la reciben toda a través de los cinco sentidos, entonces tenemos unos hijos privilegiados.
- Los auditivos necesitarán que les expliquemos más las cosas. Necesitan comprender bien. Las palabras, la voz y los cuentos que se cuenten serán una puerta privilegiada para ellos.
- A los visuales les será más fácil captar los conceptos a través de imágenes, pictogramas y ejemplos que les permitan crear imágenes mentales ellos mismos.
- Los kinestésicos aprenden por experiencia a través de sus manos pero también a través de sus cuerpos. Necesitarán que hagamos ejercicios concretos con ellos, como simulaciones.
Estos cuadros sinópticos son solamente unos consejos, existen otros. ¡Depende de cada uno familiarizarse con ellos y profundizar!
Edifa Aleteia
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