1492. 17 de enero. Hora Santa.
¿No entiendes, hija, que todo lo tienes que hacer en espíritu de Fe? Fe en la realidad de Mi Presencia en ti y Fe en que todo lo preside el Amor. ¡Qué cambios habrá en tu vida, hija Mía, cuando te persuadas de que realmente el Autor vive en ti!
Ya sabes que hay su diferencia entre un viaje solitario y un viaje en compañía de un amigo querido o de un esposo. Son cosas que no admiten comparación; pues bien, cuando Me hayas dado la alegría y Me hayas concedido el honor de compartirlo todo conmigo presente en ti, tu alma se verá como duplicada por otro Ser, que es el Mío.
Trabaja por la conquista del espíritu de Fe habitual. Es un ejercicio que conviene hacer varias veces al día. A ti te gusta que no te falte ni la lana ni el lino para tus tejidos y sabes prever con eficacia esta clase de necesidades de la Tierra y, ¿cómo podrías hacer la travesía de la existencia, de duración tan corta, sin el elemento necesario de la santidad y del espíritu de Fe, del que brota directamente el amor?
Y ya sabes bien que el Amor es el único objetivo de la vida que todo nos debe conducir a El. Sabes, asimismo, que una obra mínima se convierte en grande si lleva al Amor, al paso que una obra grande se anula cuando no conduce a El.
¡Oh, la humildad, la contrición! ¡Qué fuerzas serán las vuestras sobre el Corazón del Hombre--Dios si el amor os anima!
Por otra parte, ¿cómo podrías tú amar si no creyeras en el Amor presente en ti? Yo habito en tu corazón.
ReL
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