Queremos llevar el amor del Hijo de Dios a todos los hombres. Ha permitido que le abran el Corazón con una lanza para que esté abierto para todos. Que el Corazón de Jesús nos ayude a ser sus testigos. Para ello invocamos la ayuda de la Madre de Dios, Nuestra Señora del Sagrado Corazón de Jesús.
viernes, 21 de agosto de 2020
¿Cómo puedo ayudar en mi parroquia?
¿Has encontrado a Dios a través de la Iglesia y quieres responder ayudando en una institución católica? ¿No sabes cómo hacerlo exactamente? Aquí algunas ideas
Si ya conoces la oración personal, expón directamente tu inquietud a Dios y espera su respuesta en silencio. Por ejemplo, puedes hacer una plegaria tipo:
«Aquí estoy, Padre, lleno de agradecimiento y deseos de servirte. Me gustaría conocer cómo puedo llevar tu Amor a mi alrededor, de qué manera concreta según mis capacidades, mi historia, mi forma de ser,…. Muéstrame cómo puedo ayudar a tu Iglesia, mi madre, por favor… Envía tu Espíritu Santo sobre mí para que pueda saberlo y realizarlo…».
Una manera concreta de buscar respuestas del cielo que han usado -y siguen usando- muchas personas a lo largo de la historia consiste en abrir la Biblia y leer el fragmento que aparezca. ¿Lo has probado?
¿Alguna de estas frases puede servirte en este momento?
¿Dónde implicarse?
Para ayudar a concretar la respuesta que hayas recibido, identifica las necesidades concretas -espirituales o materiales- que existen a tu alrededor.
También localiza instituciones que estén trabajando para responder a esas necesidades. Contacta con ellas. Quizás en algunas busquen voluntarios y te puedas ofrecer.
El camino que suele ser más directo y sencillo para ayudar a la Iglesia católica es la parroquia. Seguramente tienes alguna cercana. Busca en internet. ¿Por qué no llamas o, mejor, te acercas a ella y hablas con el párroco?
Puedes explicarle tu inquietud por ayudar y preguntarle si cree que podrías ofrecer algún servicio útil: como catequista, sirviendo en el altar, llevando la Comunión a algún enfermo, ayudando en Caritas,…
Lo ideal es que participes en la vida parroquial y puedas plasmar tu forma concreta de amar a Dios y a los demás en la tarea que realices y que ese trabajo te edifique tanto a ti como a la comunidad.
Celebrar la misa y participar en las actividades parroquiales te permitirá conocer mejor sus verdaderas necesidades y dar una respuesta más eficaz.
Implicarse en la parroquia seguramente conlleve algún rifirafe o quizás grandes problemas de convivencia. Aunque la Iglesia es asombrosa, está llena de imperfecciones.
Tener paciencia con los demás e intentar hacer buen ambiente es una gran contribución que puedes hacer a tu parroquia, así como apoyar a sus dirigentes y sacerdotes.
También existen formas más indirectas -aunque no por ello menos eficaces- de ayudar, como la oración y la colaboración económica, esporádica o periódica.
En el fondo, la Iglesia es como una familia. ¿Cómo vas a empezar?
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