sábado, 22 de agosto de 2020

Estoy a tu puerta y llamo: Una luz es un favor de Dios

Es como si conversara contigo...                                                                                                       

Estoy a tu puerta y llamo

Gabriela Bossis, Diario 'Él y yo'
1941. 10 de enero.
Resfriada, febril y embrutecida, con una tos continua Le dije:  ¿Podré acaso
tomar Tus queridas Palabras en un día como éste?
Me contestó: Siempre he tomado en consideración tus incapacidades, aun en medio de tus viajes, cuando no podíamos estar solos.
¿Acaso un resfriado modifica este tipo de relaciones? ¿No te parece que hay sutilezas en las maneras que tiene tu Dios de estar presente en ti? Entonces, no te inquietes. Déjate conducir por la mano, como una chiquitina. Y humíllate siempre, como quien sabe que es del todo inútil.
¿Recuerdas el gozo que tuviste la semana pasada durante tu enfermedad? Pensaste que posiblemente ibas ya a entrar en la Casa del Padre y te sentiste llena de paz y de deseos. No creas que eso te venga de ti misma. El mero pensamiento no te habría sido posible si el Espíritu no te lo hubiera infundido. Yo querría que te mantuvieras siempre en el pensamiento de tu miseria, porque eso es la verdad y, además, Me honra.
También sentiste un bienestar admirable cuando pensaste que de nada sirve reposar en una hermosa mansión cuando se llega a la hora de la muerte. ¿No es verdad que muchas opiniones cambian cuando se llega a la frontera del Más Allá?
Agradece. Cuando sientas que tienes una luz, apodérate de ella y penétrala hasta el fondo, porque es un favor de Dios y tocas con la mano Su Amor. ¿Cuántas veces al día? Luego, no es mucho si Se lo ofreces todo en ese mismo día. Como si Le dijeras: 'El ser que me diste retorna a Ti amorosamente con todo lo que Tú pusiste en él'.
ReL

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