1476. 8 de noviembre.
Dime, ¿consideras ya tu muerte como una fiesta que debes preparar con el cuidado con que preparas las recepciones que das en la Tierra? La reunión Allá Arriba vale todas las delicadezas. Apresúrate, amada Mía. Los bosques de los años amarillean ahora como el oro; tu alma llena de savia, llegará a los últimos chorros de luz porque se dispone a entrar de nuevo en su Fuente, dejando las miradas de acá abajo en busca de soles más hermosos.
1477. 16 de noviembre.
Después de la Comunión.
Me dijo: ¡La voluntad! Comprende que todo mérito depende más de la voluntad que del sentimiento. Si lo sacrificas, hay en ello una pura Gloria para el Padre, que durará por la Eternidad. Es Suya, es de Su Propiedad. Regocíjate de haber podido hacerle ese don; poder dar Gloria a Dios, no obstante la pequeñez humana, es una divina invención paterna. ¿No lo crees?
Y ya que te es permitida una posibilidad semejante, aplícate a ella con todas tus fuerzas; ya que un 'Gloria Patri' puede producir allá a lo lejos una conversión, cambiar la actitud de un gobernante, pacificar un pueblo, ayudar al Papa, extender la acción de los misioneros, hacer vivir a Dios en el interior de las almas, someter a un moribundo difícil.
¿Qué no podrá lograr un solo ‘Gloria al Padre' animado por la divina Misericordia?
ReL
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