domingo, 5 de julio de 2020

Estoy a tu puerta y llamo; Misericordia, humildad, dulzura

Es como si conversara contigo...                                                                

Estoy a tu puerta y llamo

Gabriela Bossis, Diario 'Él y yo'



1423. 10 de febrero de 1945. Hora Santa.
No te asombres de que con tanta frecuencia te haya Yo recomendado pedir la misericordia, la humildad, la dulzura. Es que esos son los signos distintivos del Corazón de tu Esposo y tú debes parecértele. Serás más feliz cuando realmente poseas esas virtudes y toda Mi Preocupación está en que lleguéis a la felicidad. No es cosa de poco más o menos; es Mi Voluntad precisa de que te empeñes por adquirir esas tres virtudes tan dulces y tan
raras.
¡Dulce dulzura! ¡Dulce humildad! ¡Dulce misericordia!
Pídelas a Mi Madre. Ofrece sacrificios para llegar a poseerlas. El germen de esas vrrtudes es el sincero deseo de poseerlas. Entonces, como siempre, pide Mi Ayuda.
Un padre gusta de que su hijito que todavía no sabe andar le tienda la mano y si el niñito se fatiga, el padre lo aprieta sobre su pecho. ¿Quien de los dos, el padre o el hijo, es el más feliz? ¡Si supieras lo que es esa Misericordia que tú debes imitar! Es pasar por encima de todo para inclinarse sobre un corazón; es no fijarse ni en las frustraciones ni en la ingratitud; es ser todavía más amables para con aquéllos que nos hicieron sufrir. Cuando llegues a eso Me verán a Mí con sólo verte a ti; Me haré ver a través de ti como por transparencia. Pero eres muy pequeña y te preguntas cómo podría ser eso. Hay una Gracia que viene de la unión. Algo que se nota en la voz, en la mirada, en los gestos y ademanes. Eso lo pudiste observar ayer, cuando esa parienta tuya que no te había visto en años, exclamó: '¡Cuánto te quiero!' Se dirigía a Mí, pues Yo Me había manifestado por medio de tu voz.
Entonces yo Le dije: Señor, que sea siempre así. ¡Que vean en mí siempre algo Tuyo!
El: Desaparece cada vez más, hija Mía; ensánchate y piérdete en Mí, que Soy el Océano infinito. ¡Es tan fácil para ti perderte, puesto que Yo te espero! Y esto será cuando tu voluntad sea una sola cosa en la Mía; cuando el único objetivo de tu vida sea la Gloria del Padre; cuando no tengas para hablarme sino la palabra ‘Te amo con toda la fuerza de este corazón que Tú me diste’. Eso es todo.
Entonces el Padre nos tomará a los dos juntos como una sola Ofrenda, una sola: tú y Yo.
ReL

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