Su historia ha sacudido las redes sociales, gesto que hace ruido en tiempos donde impera la corrupción, tema que incluso ha motivado un mensaje de los obispos
Ella se olvidó su móvil (celular) en el taxi. Pero Gregorio se lo devolvió. Hasta aquí suceso que tal vez no sorprenda tanto, pero con el correr de las horas, luego de conocidos los detalles, empezó a cobrar relevancia en redes sociales y ha llegado incluso a posicionar a este hombre como el “taxista honesto”.
Gregorio suele conducir su coche por las calles de Guayaquil (Ecuador) y el pasado 10 de julio su encuentro con Blanca Moncada comenzó de alguna manera a convertirlo en famoso. Esta mujer, recuerdan medios como El Comercio, tomó el taxi a la salida de un centro comercial y tras un corto viaje dejó la unidad sin siquiera “mirar el rostro del conductor”.
Un tiempo después, se dio cuenta que no tenía su móvil consigo, por lo que decidió llamar a su teléfono olvidado y alguien le contestó. Era Gregorio, quien le dijo que su hija lo había encontrado y que en minutos se lo alcanzaría. Era el segundo móvil que este hombre devolvía en una semana.
El agradecimiento de la mujer fue tal que le prometió –recuerda El Comercio– que difundiría su gesto en las redes sociales “para que todo el mundo sepa que las buenas personas aún existen y están por allí, esperando hacer el bien”.
Aquí los tuits difundidos en redes:
Las reacciones no se hicieron esperar. “Por más Gregorios en cargos públicos”, llegaron a indicar algunos.
Bofetada a la corrupción
¿Por qué lo acontecido con este taxista ha generado tal repercusión? Un ensayo de respuesta empieza a continuación. Es que desde hace varios años la corrupción –algo generalizado en varios países de América Latina- se ha transformado en tema de preocupación y conversación en Ecuador.
Recientemente, hasta la Iglesia en Ecuador sacó un comunicado en el que expresa su sentir “ante una escandalosa proliferación de casos de corrupción que afectan a la sociedad ecuatoriana, en momentos en que el pueblo sufre dolorosas consecuencias de la pandemia del COVID-19”.
“El número de casos de corrupción dos da la idea de las dimensiones de un problema que salpica, de forma inmisericorde, a nuestra sociedad, a las instituciones del Estado y a los pobres de nuestro pueblo. En efecto, esta dura realidad no es de hoy, sino que viene de lejos, como tampoco es exclusiva de políticos o altos funcionarios, pues, lamentablemente, se ha extendido a las costumbres de todos los estratos sociales. Por ello, al tiempo denunciamos la corrupción de los demás, debemos mirar también nuestros propios comportamientos cotidianos, a fin de evitar que la corrupción se adueñe de nuestros corazones”, señalan.
El mensaje de los obispos responde de alguna manera a algunos temas que llevan varios años, pero también a casos recientes vinculados a denuncias de sobreprecios en la compra de insumos y equipos para atender la emergencia sanitaria por COVID-19.
Pero también, por ejemplo, además de temas de empresas que tienen contratos con el Estado, la situación de Daniel Salcedo, amigo cercano al hijo del expresidente Abdalá Bucaram, quien ha estado salpicado en el escándalo de la entrega ilegal de carnés de discapacidad con efecto en beneficios tributarios.
“La corrupción no tiene límites”, había recordado el presidente Lenín Moreno luego que el tema se posicionara en la opinión pública. “No permitiré que nadie se aproveche de los derechos de las personas con discapacidad”, esbozó.
Pero hasta aquí solo pinceladas de un tema que sacude al continente –recientemente el tema corrupción en tiempos de pandemia también ha sonado países como Brasil, México o Perú- y es por eso cuando pequeñas acciones como la de Gregorio surgen, a muchos le refresca el ánimo, verdadero bálsamo, cuasi oasis en el desierto.
Pablo Cesio/Aleteia Ecuador
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