miércoles, 1 de julio de 2020

Estoy a la puerta y llamo: Ruega por las almas que tienen miedo

Es como si conversara contigo...                                                              

Estoy a tu puerta y llamo

Gabriela Bossis, Diario 'Él y yo'



1414. 20 de diciembre de 1944.
Al despertar, ante una estatua suya: Tengo sed. Tengo sed de ti.
1415. 21 de diciembre, en el tren.
Yo pensaba: He escrito tantas veces Sus Palabras. ¿Será bastante? ¿O debo continuar?
El me dijo: ¿Acaso te cansas de Mí? ¿O Me quieres obligar a no hablarte más? Es que Mi Consolación está en explayarme sin cesar en vuestros corazones. Y digo que 'sin cesar' pues grande es Mi Necesidad de mantenerme vivo en vuestro pensamiento. Yo en vosotros: éstas son, hija, Mis Delicias. No temas pues ni importunarme a Mí, ni importunar a los otros; pues Me valgo de ti para dirigirme a tal o cual alma, para confortarla y moverla a acercarse a Mí y a contarme lo que le pasa. Me gustan inmensamente esas confidencias. Y aun cuando ellas no supieran hablarme, las pobrecitas, que vengan de todos modos a decirme sin temor: 'No lo sé hacer, es la primera vez.'

Aun cuando no sepan qué nombre darme, que Me digan su ternura sin darme nombre ninguno.  Ahí estoy, almas queridas, y os escucho. ¿Para qué esperar? Contádmelo todo, vosotras, ovejitas que el Pastor fue a buscar tan lejos y por las cuales dio Su Sangre, gota a gota, hasta la última. Y cuando todo hubo terminado para El sobre la Tierra, encontró todavía un medio de quedarse con vosotros hasta la consumación del tiempo.
Ruega por las almas que tienen miedo. ¿Cómo pueden tenerlo? Pero lo tienen. ¿Se puede acaso temer a un Pastor tan bueno? Aun los más pequeños corderitos se Le suben a las rodillas y descansan en ellas. Y en eso está la Alegría del Pastor.
¡Pobre del Pastor en los tiempos que corren! Considera los desórdenes, los odios y cómo el Destructor se lleva las ovejas. Hace ya tanto tiempo que comenzó la lucha entre Satán y el Hijo del Hombre... Tú, que deseas el advenimiento de Mi Reino, ora. Ofrece por Mí al Padre el ramillete piramidal de los pequeños sacrificios hechos con alegría y que tienen todos los colores del amor.
Sacrificios pacientes. Sacrificios violentos. Sacrificios de dulzura, humildes, hechos en Caridad.
Cuando des algo, hazlo con sentimientos de gratitud para conmigo, que te doy la ocasión de hacer limosna. Y luego, los sacrificios del orgullo. Considérate como la última entre todos, uniéndote a los sentimientos de humildad de Mi Madre. ¿Quieres?
El hermoso ramillete que pondré con orgullo en Mi Corazón: el ramillete que Me da Mi hija querida.


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