jueves, 2 de julio de 2020

Estoy a tu puerta y llamo: Os pido hagáis la Hora Santa

Es como si conversara contigo...                                                              

Estoy a tu puerta y llamo

Gabriela Bossis, Diario 'Él y yo'




1413. 13 de diciembre, Hora Santa.
Porque Yo estoy aquí en el tabernáculo, el Padre Se complace de verte a Mis Pies y por eso Yo os pido que vengáis a hacer la Hora Santa, para hacerme compañía en unión de los ángeles que Me rodeaban en el Jardín de los Olivos. Ellos estaban allí para sostener Mis Fuerzas; tú ven aquí para sostener Mis Fuerzas en Mi Soledad: como ves, no hay nadie en la iglesia. Mis visitantes son pocos y sus visitas son breves y apresuradas.
Si de verdad creyeran que estoy aquí presente, no dejarían de manifestarme su amor o, cuando menos, su simpatía. Me manifestarían también sus necesidades, pues Yo Soy rico y poderoso. Pero el hecho es que más fácilmente creen en Mi Poder que en Mi Amor. ¿Y tú?
Entonces Le dije: Señor, creo firmemente en tu gran Amor de Mártir.
El: ¿Y no es verdad que te consuela y te hace vivir el pensamiento de que eres amada hasta el extremo? ¿Y qué sería tu vida si Yo no fuera su Objeto único? ¿Por qué habrías de desear la muerte, si Yo no estoy detrás de la puerta?
Ejercita tu Fe. Cuando aprendías a andar, te lanzabas primero como podías, pero poco a poco se afirmaban tus pasos. Haz lo mismo en tu vida interior: lánzate hacia la Trinidad, hacia Mi Madre, con impulsos siempre nuevos, cada vez más directos y verdaderos, de tu íntimo centro: pronto te serán habituales. Habrás crecido. ¿Comprendes? Y habrás hecho crecer a los otros, ya que vuestros actos tienen siempre una resonancia, buena o mala. ¿No Me has dicho varias veces que querías ayudarme a la Redención? Que Ella sea el Fin único de todos tus actos, como era el Fin de los Míos. Debemos estar siempre juntos, Mi querida hija; hazme el honor de creer que es eso lo que deseo.
Entonces Le dije: Señor, soy toda tuya.
Me contestó: En este momento sí, pero no te Me escapes. Hay momentos en que la Fe se hace brumosa y tú no sientes sino fastidio. Tú llamas y parece que Yo no te oigo, pero has de creer, pequeña.
Húndete en la Verdad. Contra todo, contra ti misma. Grita, grítame diciendo: 'A pesar de todo, yo creo que eres mío y que yo soy Tú. Nada importa las apariencias en contrario, estoy segura de Ti'.
Este punto de la batalla es donde Yo te espero. Es el punto preciso en que Yo quiero tu amor; por encima de todo, porque Yo estoy por encima de todo. Alcánzame.
ReL

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