Intentar arreglar o negociar un conflicto cediendo en lo sexual y otras actitudes a evitar para conservar la integridad y llegar al verdadero amor
En el consultorio, he sido testigo de vidas de jovencitas cuyos proyectos de pronto se han complicado en un reto que implicará múltiples virtudes, al convertirse en madres solteras.
En muchos casos, actuaron confundidas en una edad donde suele aparecer una mezcla de fantasía, romanticismo, deficiente educación afectiva, y… hormonas.
Se trata de una etapa en la que el principal atractivo en el sexo opuesto es su parte angélica: sus buenas cualidades psicológicas y morales, su belleza, su juventud,…
Mas lo cierto es que, más allá del enamoramiento, un verdadero amor no puede durar si no se extiende a la persona entera: con sus lagunas, sus manías, defectos, su mayor o menor mediocridad e incluso sus detalles de grosería y desafecto.
Y se extiende para mejorarla.
Cuerpo y espíritu
Eso hace necesario el entender y atender que la plena sexualidad humana es como una valiosa moneda de dos caras.
Una cara es el aspecto espiritual, afectivo. Se identifica en el enamoramiento de los jóvenes con características como: idealismo, afectividad limpia, romanticismo, poesía… que lejos de ser “cursilerías” o “cosas que se pasan” constituyen el verdadero anclaje de la unión en el matrimonio.
Es así porque cuando la parte angélica cede al paso del tiempo, sigue siendo la fuerza para perseverar en la fidelidad ante los embates de las pruebas por las que han de pasar: en la salud, en la enfermedad, en lo adverso, o las tentaciones mismas de la prosperidad.
Es posible porque este aspecto se trasforma en la dimensión espiritual del amor, la cual, a través de la inteligencia y voluntad, madura hacia el realismo de una relación entre seres humanos con defectos y limitaciones, para hacer posible la vida matrimonial en un “para siempre”.
La otra cara es el aspecto carnal, físico. En los novios la atracción física existe como algo natural y necesario, pero es contenida por el amor espiritual, que protege la integridad del uno y otro.
Se trata de un aspecto relacionado, de manera inmediata y directa, con la procreación, y que, aun cuando es una dimensión importante del amor dentro del matrimonio, no constituye su esencia, sino que es solo su manifestación o reducto fisiológico.
Mas existe la moneda falsa del amor para la que igualmente existen algunos consejos, acerca de la importancia de saber reconocerla y evitarla en sus dos caras, sobre todo en la juventud.
Sobre la cara falsa del amor espiritual
- No te enamorarás de la primera ni de la última persona que te trate educadamente, que proyecte comprensión, delicadeza y aparente desinterés.
- No te enamorarás de lo que solo es el fruto de tu ideal o fantasía.
- No te enamorarás del maestro, tu médico, del amigo de tu padre, por el hecho de que te traten como adulta.
- No te enamorarás por un sentimiento de lástima.
- No olvidarás que el amor está en dar y no en recibir: por eso, no buscarás afectos que te compensen de momentos o situaciones que te resulten difíciles.
Sobre la cara falsa del amor carnal
- No te enamorarás por solo la belleza de un cuerpo o una cara.
- No aceptarás el demostrar tu amor con relaciones sexuales.
- No manifestarás tu amor, aceptando tocamientos de los que puede no haber regreso.
- No tratarás de arreglar o negociar un conflicto, cediendo en lo sexual.
- No aceptes que el noviazgo da derechos sexuales.
- No confundas una propuesta de libertad y autenticidad, para convertirte en objeto de placer de otro.
Cuando la moneda es auténtica, entonces el amor es real por bueno y noble. Eso explica que los enamorados lejos de esconderlo, lo extiendan a los demás con el corazón ensanchado, pues la alegría de amar los desborda.
Es así, porque el amor no puede ser solo espiritual, ni solo carnal, sino que abarca ambas cosas, prevaleciendo las fuerzas del espíritu que son lo que lo visten de auténtica seda.
Sin embargo, la moneda falsa suele ser de alta circulación. Sobre todo, entre jóvenes que actúan ignorando que la telaraña teje su red para atrapar a sus víctimas, con aparente amor afectivo que oculta el solo interés carnal. Y hacerlos caer en la trampa de un falso enamoramiento.
Orfa Astorga, Aleteia
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