1429. 15 de marzo de 1945. Hora Santa.
Yo: Señor, ayer tuve la tentación de omitir mi visita de agradecimiento por la comunión de la mañana.
Me contestó: ¿Y por qué? ¿Te había amado Yo menos ese día? ¿No te Me habla dado todo entero? ¿Te había negado algo de Mis Riquezas misericordiosas? ¡Si supieras el contento que Me dan esas pequeñas visitas! Por supuesto, cuando Me venís a ver a Mí y no venís por la arquitectura o las bellezas del templo; cuando Me habláis como se habla a un amigo y no con simples oraciones rezadas; cuando os abajáis ante Mi y ante vuestros propios ojos. ¡Lo que sucedería si tú, Mi pequeño Instrumento, pensaras haber merecido Mis Favores!
Yo: Señor, permíteme que me regocije, sobre todo esos Favores pueden ayudar al
advenimiento de Tu Reino. Me imagino que soy como el cubo de agua en las manos de aquel hombre que indicó a tus Apóstoles el camino hacia el hermoso salón tapizado en que instituíste la Eucaristía.
advenimiento de Tu Reino. Me imagino que soy como el cubo de agua en las manos de aquel hombre que indicó a tus Apóstoles el camino hacia el hermoso salón tapizado en que instituíste la Eucaristía.
El. He llenado tu pobre alma hasta desbordarse.
Yo: Que todo esto recaiga sobre los otros, Señor. Que nada se pierda.. . ¡Pensar que se trata de una Palabra Tuya!
El: Ya verás los efectos de Mi Amor. ¿No sabes que Yo doy siempre más de lo que se espera de Mí? En lo espiritual y en lo material; tú misma lo has comprobado. Vé pues en Mí al Compañero de todos tus instantes. Hace un momento, en el jardín Me decías: 'Señor, ¿estás aquí?' Pues sí, Yo estoy siempre al alcance de una palabrita amorosa, de un anhelo, de una sonrisa. Tú querías saludar Mi Alma y era justo; porque Mi Alma es la que más ha sufrido entre todas las almas de los hombres. Por este motivo es Ella la que tiene en el Cielo la más alta Gloria.
Y, ¿sabes por qué fue Ella la que más ha sufrido? Fue porque Ella es la que Dios hizo más perfecta para amar. ¿Acabarás, hija, por creer en el Amor que te tengo? ¿En todo momento y ocasión? ¿Con la más grande alegría?
Yo: ¡Bien que lo quiero, Señor! Pero, ¿qué es lo que hay en mí que me impide llegar hasta el final de mi certidumbre?
El: Llámame con los nombres más dulces y con mucha frecuencia. Los nombres son como anhelos. Así subirás.
ReL
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