sábado, 4 de julio de 2020

Estoy a la puerta y llamo: La fuerza de la soledad

Es como si conversara contigo...                                                               

Estoy a tu puerta y llamo

Gabriela Bossis, Diario 'Él y yo'










1420. 18 de enero de 1945. Hora Santa.
Yo Le dije: Hasta las migajas de mi tiempo son para Ti, aun las que marcarán el último tiempo de mi vida. Aunque entonces no tenga ya fuerza para ofrecértelas.
El: Yo sé bien lo que me pertenece en los corazones. ¿Has notado cómo la gente
pobre sabe muy bien lo que tiene? Y si Yo miro el número de los vivientes en el momento actual encuentro un pequeño, muy pequeño grupo que Me pertenece. Por eso tengo tanta necesidad de que los que son Míos Me consuelen con sus íntimas confidencias. Los que una vez dijeron: ‘Todo yo Le pertenezco’, y han vivido eso de verdad, no como quien dice puras palabras.
Por eso Me agradan tanto esas pequeñas palabras que son sinceras. No te canses de repetírmelas una y otra vez; son palabras que te reflejan. Un acto de virtud es la prueba de su verdad y a menudo un acto prepara el siguiente. Entonces, te pido que entres muchas veces al día en la cámara de los secretos, en el cenáculo de los grandes intercambios. Y cuando Me lo hayas dicho todo, te quedarás silenciosa, siempre sobre Mi Corazón. Y ahí oirás.
Ya te es conocida la fuerza de la soledad. Ensaya esta semana la vida del recogimiento. Claro está que también cuando vayas por la calle, pues Yo estoy en todas partes. Hermoso ejercicio, ese de interrogar al Dios-Amor. ¿En dónde está El, El que me ve? Apenas lo había yo estrechado cuando huyó de Mí rápidamente Y no Sé adonde Se fué. ¿Quién podrá devolvérmelo? 
Estos suspiros interiores son Mi Vida en tu alma. Me hieren y Me atraen a ti. ¡Soy tan impaciente! En el Cielo Me poseerás sin llamarme; pero ahora, pruébame tu Fe por tus deseos de Mí. Llámame por la mañana. No Me prives de ese grito, que Yo conozco tan bien.

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