457. 19 de agosto. Lourdes, en el Rosario.
Yo: Señor, ¿qué vas a pedirme esta tarde?
El: Te voy a pedir la alegría. En ti tienes la fuente de la paz más serena, la que te arrebata de ti misma, pues Me recibiste hoy por la mañana en amistad y amor; porque estás en este momento más cerca de Mi Madre y sabes que Yo estoy en tu corazón como un Esposo vigilante. ¿No has visto cómo he cuidado de ti y no te da esto mucha alegría? ¿Y no Me confesaste ya tus faltas y tu pequeñez, llena toda tú de arrepentimiento? Mira: cuando te acusas de este modo, sea ante Mí, sea ante Mi Madre, te levantas. Y más tarde verás cómo Soy Yo el que te levanta. Lo que ahora te pido es simplemente que creas en Mi Poder infinito y en Mis Méritos.
Yo: Sí, mi Señor.
El:"¿Crees en la Bondad con que te aplico esos Méritos?
Sí, Señor.
Porque lastimarías Mi Amor si no pensaras que te amo lo suficiente para esto. ¡Cuánto necesito que estás segura de Mí! Siente Mi Ardor. Ilumina tu ardor con el Mío. Y pídelo todo por medio de Mi Madre, que es tan buena y esta tan atenta al cuidado de vuestras almas. ¡Si lo supieras! Tú no la conoces bastante. Date a Ella sin devolución, como Yo de Niño.
Y piensa en que debes estar en medio de la multitud como si estuvieras sola conmigo. Como si no existiera más que Yo; como si el movimiento de los transeúntes no fuera sino el movimiento de las ramas de los árboles.
Ven a Mí directamente, por el camino más corto. ¡Me corre tanta prisa tenerte!
Tu Influencia se hará sentir. No podrías desinteresarte de esta influencia, que es como la sombra de tu alma. Yo tenía Mi Sombra. La sombra de San Pedro curaba a los enfermos. ¡Si pudieras curar las llagas de las almas que se te acercan! Pídemelo. Pídeselo a Mi Madre, ¡Hija querida! ¿Me permitirás seguir viviendo sobre la Tierra por medio tuyo?
ReL
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