1424. 8 de febrero de 1945. Notre Dame. Hora Santa.
Hija, aun en el caso de que tú llegaras al extremo de ya no amarme, Yo te seguiría amando siempre. Aun en el caso de que ya no quisieras hacer en ti el silencio necesario para oírme, Yo seguiría dispuesto a hablarte al oído. Es así como todo pecador Me encuentra: esperándolo. Mi Amor nadie lo puede medir, es Inmenso e Incalculable. Mi Ternura, igual; pues Mi Amor es esencialmente tierno.
Por eso, cuando te digo que tengo Sed, apelo a tu ternura. Busca en tu corazón una mirada sobre Mi Vida y sobre Mi Muerte. Y para satisfacer Mi Derecho a tu cariño, dame, dame a lo largo de todo tu día y nunca será demasiado.
Vosotros todos habéis sido creados para amarme. Vuestras potencias están ordenadas a ello; entonces, no debéis desviarlas hacia otras cosas, porque esto provocaría los celos de Dios. Adorad a vuestro Fin, obrad para el Único. ¿No crees que Me siento muy halagado cuando tú Me llamas 'tu Único'?''
Yo: Señor, me parece que me conoces toda; entonces, tengo poco que decirte.'
El: Pero piensa que te sería provechoso decirme más; tu corazón se calienta cuando Me das los nombres más escogidos. No de otro modo; cuando encuentras una hermosa palabra que decir a los demás, ellos se sienten confortados como por un rayo de sol, a diferencia de las palabras ásperas que entristecen la vida. Y Yo cuento contigo para embellecer la vida de los otros. Tú puedes lograrlo mediante los Dones que te he hecho; no dejes de hacerlo en unión con la Alegría que Yo tuve cuando daba a los enfermos, a los pecadores, a los posesos. ¡Hay tanta gente que vive poseída por la tristeza o la malignidad!
Piensa en Mi y libéralas de su carga con gracia, con una sonrisa.
Enciende tu mirada en la Mía y tu alegría en la Mía; entonces eres fuerte, porque Yo te sostengo.
Comienza ya, con tu corazón en el Mío.
Enciende tu mirada en la Mía y tu alegría en la Mía; entonces eres fuerte, porque Yo te sostengo.
Comienza ya, con tu corazón en el Mío.
ReL
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