¿Has terminado tu vida laboral y ahora te sientes inútil e improductivo?
Jubilarse es un paso importante en la vida. La vida laboral termina y comienza una nueva vida llena de posibilidades. Para muchas personas este momento puede ser complicado pues se enfrentan a factores desconocidos que, a veces, pueden resultar un poco deprimentes. Por eso, es importante examinarse bien para no caer en las trampas de la depresión.
Cómo seguir adelante
“Tienes que preguntarte: ¿cómo puedo seguir llenando mi vida? ¿Qué tengo que hacer para que mi vida siga teniendo sentido? “, explica la psicóloga Geneviève de Taisne en su libro escrito en francés y titulado Para el placer de los abuelos.
“Para lograrlo, tienes que aceptar pasar por un período de duelo: duelo por ser padre, duelo por ciertas actividades, duelo por esperar que la sociedad te dé tu identidad, tu ser, el sentido de tu vida. A cierta edad, tienes que darte a ti mismo tus razones para vivir.”
El trabajo de duelo es, por lo tanto, un paso necesario. Uno debe morir para renacer. “No pude soportarlo cuando me vi al margen“, admite Francis, finalmente tranquilizado después de dos años de grave depresión. “Afortunadamente, Solange, mi esposa, estaba presente y me ayudó a dejar atrás el pasado y a mirar el futuro con serenidad“.
Más que nunca, el cónyuge vulnerable necesita el apoyo y la escucha de la otra persona. Razón extra para planificarlo juntos, para no esperar a que estemos los dos con la espalda contra la pared para discutirlo juntos y compartir proyectos.
Encontrar nuevas actividades
“Todavía tengo algo de tiempo de sobra”, dice Robert, que pronto se retirará. A medida que se acerca la fecha límite, tiene algunos proyectos en mente, y una cosa es cierta: “No voy a sentarme en casa y dar la vuelta del salón, ¡necesito acción!”
A su lado, su esposa está de acuerdo… y sonríe: “Los dos estamos de acuerdo con la idea de que cada uno tenga su espacio personal”.
Ya no hay preocupaciones de trabajo o familia, la pareja de jubilados puede finalmente disfrutar de una merecida libertad. Cada pareja tiene su propia manera de acoger esta nueva libertad.
Algunos se entusiasman y viven una especie de “noviazgo”, otros lo ven como una oportunidad para abrirse juntos a una nueva existencia. A veces es necesario permitir un período de espera en el que cada uno se va adaptando y ajusta su ritmo al de su cónyuge antes de hacer un nuevo comienzo juntos.
“Los gustos y el carácter de cada uno entran en juego, advierte Laure, que vive con su marido jubilado con más independencia de la que había imaginado. Rápidamente me di cuenta de que no podía implicar a Bernard en mis planes. Se obligó a sí mismo una o dos veces para complacerme, pero tan pronto abrí la jaula, el pájaro se fue volando”, se lamenta, un poco nostálgica. Bernard se dedica plenamente a una asociación de ayuda a los presos y se dedica a ella con una pasión de la que su esposa se siente un tanto excluida.
¿Qué vamos a hacer cuando nos jubilemos? Depende de cada pareja. Cuidado cuando se quiere hacer demasiadas cosas al mismo tiempo… Cuidado también cuando se quiere pasar la jubilación únicamente en el hogar y cuando la pareja, por miedo a ser devorada por demasiados compromisos, ya no hace nada.
Dedicarse a su familia
En la jubilación, muchos abuelos se dedican a sus nietos: por las tardes, los miércoles, los fines de semana o durante las vacaciones escolares. Esta relación intergeneracional crea vínculos.
Monique y Guy dedican todo su tiempo a su tribu: cinco hijos, diez nietos y los padres de Guy en el mismo pueblo, todos ayudándose mutuamente. Sin embargo, no siempre es fácil compaginar las generaciones y dar tiempo a todos: “Los lunes, reunimos a los primos para almorzar y que se conozcan mejor”, explica Guy, que siempre está dispuesto a dar un paseo en bicicleta con cualquiera que quiera seguirle. Este abuelo sabe que tiene un papel importante: “Hacemos el vínculo, ayudamos a los hijos y unimos a los nietos”.
El aumento de la esperanza de vida también tiene su lado negativo: cuando al mismo tiempo la pareja tiene que acoger a un padre anciano, escuchar al nieto adolescente o ayudar a una madre exhausta, se encuentran destrozados, aplastados por una gran responsabilidad.
“No tenemos un momento para nosotros”, admite Ghislaine, literalmente devorada por su familia. Una hija divorciada, su padre en un asilo al otro lado de la ciudad – corre de uno a otro, afortunadamente con la ayuda de su marido.
“No es fácil en estas condiciones disfrutar de este tan esperado retiro!” Pero una cosa es cierta: la jubilación, si se vive bien, es un factor de equilibrio para todas las generaciones.
Tiempo interior
Durante la jubilación, la dimensión religiosa también renace, ya no está asfixiada por un ritmo de vida difícil. Algunas personas se dedican a las parroquias: animación litúrgica, catequesis, grupos de oración…
También vuelven a dar a la oración un lugar que la vida familiar y las limitaciones profesionales habían eclipsado. “Estamos más disponibles en nuestra vida de fe”, confían Louis y Maguy, que se reúnen cada día para un tiempo de oración conyugal y van juntos en peregrinación a Jerusalén.
Los años han pasado, el ser espiritual ha crecido. El tiempo de ocio de la jubilación puede traer alegría, pero no siempre satisfará ese “plus” que caracteriza la trascendencia de la persona humana. En el final de la existencia, este apetito espiritual se profundiza en nuevas dimensiones.
Dar gracias por la familia, alabar a Dios por todo el camino recorrido y depositar a sus pies conflictos y preocupaciones. ¡Qué testimonio más bello de amor conyugal para las jóvenes generaciones que una pareja unida en la oración y la acción de gracias!
Pascale Albier, Edifa Aleteia
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