Pequeñísimas partículas llamadas exosomas están en el centro de un intenso intercambio entre la madre y el feto. Otro elemento científico que confirma de nuevo la evidencia de cómo el cuerpo de la mujer acoge la vida
No parece un cumplido elogiar a la ciencia porque da pasos atrás. Damos por descontado que el progreso es un sinónimo de mejora, porque en muchos casos lo es. Pero seguir adelante buscando novedades, no es mejor que recular en algunos casos. A veces la mejor elección es volver sobre nuestros pasos. Mucho de lo que está a nuestra espalda nos mantiene en pie, y a veces lo olvidamos.
Estamos agradecidos a la ciencia cuando las investigaciones y los descubrimientos se convierten en un auténtico apoyo a la vida humana. Nos mantenemos alerta frente a ciertas derivas científicas que nos querrían catapultar a un mundo inhumano donde el laboratorio prevalece sobre la naturaleza.
Una reciente investigación que viene de una universidad tejana nos permite recordar lo fructífero que es esta vuelta atrás de la ciencia. Hay una necesidad de energías competentes para quitar un pesado velo ante los ojos de la humanidad: evidencias con el nexo madre-hijo podrían caer en el caldero de un discurso puramente abstracto e ideologizado que pone todo en duda incluso certezas como que el hombre de las cavernas debió meter la mano en el fuego. Por ejemplo: el embarazo es un momento plural y no singular que involucra a dos sujetos.
Estamos aquí para afirmar lo obvio, por que hay necesidad de ello.
Diplomacia celular
En el American Journal of Obstetrics and Gynecology apareció un artículo que recoge y explica los principale puntos de una investigación conducida por la Universidad de Texas en colaboración con un grupo de expertos de Corea del Sur.
“Durante el embarazo, explica Ramkumar Menon, autor senior del estudio, hay una comunicación constante entre las células maternas y las fetales utilizando ‘bolsas’ llenas de sustancias químicas llamadas exosomas. Nuestras investigaciones precedentes han demostrado que los exosomas fetales indican al cuerpo de la madre que los órganos han madurado del todo y que puede empezar los trabajos de parto. Hemos tratado de saber más sobre la capacidad de este sistema de comunicación con el fin de desarrollar nuevas formas de monitorizar y ayudar al feto durante el embarazo”.
Confieso que la palabra “exosoma” es nueva en mi léxico. Se trata de vesículas de un diámetro entre 30 y 20nm, que aparecen en las células de los fluidos biológicos: sangre, orina, líquido amniótico,…. Contienen diversas moléculas y transportan señales a través del contenido de ARN, proteínas, lípidos y ADN.
El viaje de los exosomas es bidireccional: los exosomas maternos son capaces de producir cambios funcionales en el feto. Los exosomas fetales llevan el mensaje importante al cuerpo materno como la noticia del completo desarrollo de los órganos para que empiecen los trabajos de parto. Estas investigaciones son muy importantes sobre todo por lo que pueden contribuir en el ámbito de los nacimientos prematuros.
No hay duda que profundizar en las investigaciones sobre este canal de comunicación privilegiado que se instaura en el embarazo podría traer certezas sorprendente. No está fuera de lugar usar la palabra ‘misterio’ también en el ámbito científico: no significa dejarse llevar por sugestiones emotivas sino entrar en la contemplación.
Muchísimo de lo que desde el principio de los tiempos está presente en la Creación debe ser asumido de nuevo como conciencia de la humanidad. Las maravillas del milagro que es el cuerpo humano nos lleva a dar un paso atrás, es decir un poco más cerca del origen.
Estamos en las antípodas del caos y más cerca de lo que Dante llama un diseño de Amor que penetra y hace resplandecer al Universo.
Mis exosomas y yo
Una constatación muy banal: mis exosomas han estado siempre aquí conmigo y yo me doy cuenta ahora. Han realizado su trabajo durante mis embarazos y les doy las gracias a posteriori. Mi cuerpo es mío pero no lo conoceré nunca con la perfecta plenitud de quien lo ha creado. Mi cuerpo es mío pero no soy su dueña, en el sentido de que no soy yo quien lo gobierna todo. Le digo al brazo que se levante pero no controlo el propio latido de mi corazón.
Y quien sabe cuantas funciones se realizan por mi bien corpóreo sin que yo sea mínimamente consciente.
Hay que bajar un poco la cabeza en una postura que nos lleve a la gratitud. Muchas mujeres se dejan llevar por el eslogan “Mi cuerpo, mi elección”. En realidad dicen “mi cuerpo” pero se refieren a “mi percepción del cuerpo”. Si tomaran en serio su cuerpo, tomarían en serio a los exosomas: el cuerpo se comunica con el feto. No se para para pensárselo. El cuerpo acoge y manda mensajeros al recién llegado a la vez que escucha lo que le tenga que decir el feto.
El cuerpo comienza un intercambio con el concebido, signo inequívoco de que percibe la presencia de OTRO sujeto. Por tanto se puede decir que el cuerpo de la mujer crea un excelente entorno de acogida y diplomacia, pero la voluntad de la mujer puede expulsar al recién llegado.
Obviamente el descubrimiento sobre los exosomas es una última evidencia que se añade a aquellas sobre la concepción y la maternidad que hace un tiempo no habríamos puesto jamás en duda y que hoy parece que tengamos que reivindicar.
Annalisa Teggi, Aleteia
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