Hoy amanecimos viendo las noticias. Hay más de 100,000 casos del Coronavirus en el mundo y los gobiernos toman medidas urgentes. Italia en cuarentena total restringe el movimiento en todo el país, Costa Rica suspende las actividades masivas y envía funcionarios públicos a trabajar en sus casas por teletrabajo, en Madrid cierran colegios y universidades, caen los mercados y las economías están siendo afectadas.
Ayer anunciaron el primer caso en mi país, Panamá. En medio de esta situación, debemos “mantener la calma” y seguir las recomendaciones básicas de higiene, sobre todo el lavado constante de las manos con agua y jabón, y no tocarse la cara.
¿No te parece que es hora de sentarnos a reflexionar en lo que está pasando en el mundo?
Estos son tiempos en que debemos esforzarnos en permanecer tranquilos y “confiar en Dios”, pues Él NUNCA nos abandona.
Son tiempos en que obtenemos nuestra FORTALEZA y serenidad, de la Fe, la ORACIÓN continua y la vida sacramental, en la gracia de Dios.
Se prueban la fe y la misericordia.
“Estad siempre alegres. Orad constantemente. En todo dad gracias, pues esto es lo que Dios, en Cristo Jesús, quiere de vosotros.”(1 Tesalonicenses 5, 16–18)
Necesitamos volver la mirada a Dios y rezar. Dejar esos pecados que nos tienen encadenados y hacer una buena confesión sacramental para recuperar la gracia y nuestra amistad con Dios. Luego, seguir rezando, porque Dios es un padre amoroso que siempre escucha a sus hijos.
Te repito lo que nos dice las Escrituras:
“Estad siempre alegres”. Y luego: “Orad constantemente.”
En momentos como éste en el que el mundo parece que se tambalea recuerdo la historia del Milagro de Hiroshima. El 6 de agosto de 1945 Estados Unidos lanzó la bomba atómica “Little Boy”. Unos jesuitas “se encontraban en la casa parroquial de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, cerca de donde ocurrió la explosión”. Y nada, absolutamente NADA les pasó. ¡Fue increíble!
Su iglesia fue unos de los pocos edificios que quedó en pie. Les preguntaron ¿cómo fue esto posible? Los religiosos que experimentaron la protección de la santísima Virgen María respondieron para asombro de todos:
“Vivíamos el mensaje de Fátima y rezábamos juntos el Rosario, todos los días”.
¿No te parece que es hora que el mundo vuelva su mirada al Padre, cumpla sus mandatos, y vivamos en gracia de Dios?
Querido párroco, sacerdote, obispo, que lees estas líneas, ¿te parece bien volver a invitar a tus fieles al REZO DIARIO del santo Rosario? Que lo hagan con profunda devoción, en sus casas, en los trabajos, donde puedan, en familia.
Rezar el santo Rosario todos los días, porque la Virgen lo pide y porque sabemos que la oración conmueve el corazón de Dios.
A mí, el rezo del santo Rosario me da mucha paz. Me ayuda a sentir la compañía y protección de nuestra Madre del Cielo.
El Papa Francisco ha confiado a la Virgen la protección de Roma y el mundo por la emergencia sanitaria provocada por el CoronaVirus.
Es hora de sacar nuestros Rosarios y pedir a la Virgen Santísima su protección para el mundo entero, sobre todo aquellos países más afectados.
No te inquietes. Ten fe. Todo saldrá bien. Con la oración podemos mucho.
Como decía un sacerdote, Monseñor Rómulo Emiliani, en mi país: “Con Dios somos INVENCIBLES”.
¡Ánimo!
Claudio de Castro, Aleteia
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