1284. 31 de diciembre de 1942. En la iglesia. “Considera y deplora a Mis Pies todos los pecados de debilidad! ¿Ves lo poco que eres? Cuenta pues con tu gran Amigo y sé feliz de Su Fuerza, pues ya sabes que El te la dará si tú se la pides. Sé confiada, como Yo cuando era Niño, ¡Cuánto amamos Nosotros vuestra confianza! El mérito que hay en ella no se puede ya tener ni en el Cielo ni en el Purgatorio. Es una alegría de la Tierra. Dánosla, pues! No está dispuesta a darnos ese gusto?
Te despiertas en el Padre y te adormeces en el Espíritu Santo. Oye bien lo que Él te diga antes de que te duermas. Que no haya ninguna distracción con las cosas de afuera.
Abandónate toda a esta dichosa unión y pon en ella tu última confianza, como si murieras cada día. Cuántos buenos ensayos podrías hacer para el momento de la muerte, nuestro Encuentro! Prepara tu alegría, pues Soy Yo el que va llegando; que tu corazón lata aprisa. Yo recogeré esos latidos: es Mi pequeña esposa que se acerca a Mí. Y seré Yo el que cante el cántico que tus labios ya no podrán decir.
"Considera también las Gracias que has recibido durante este año y da las gracias a la Misericordia que busca siempre a los más pobres. Saca de ello una grande humildad y mantente apretada contra Mí.”
CeL
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