Ponerse guapos no es algo superficial, sino un gesto de verdadero amor porque a menudo cuesta, porque no tenemos ganas, porque cambiar hábitos por el otro es difícil. Y, sin embargo, la belleza física también debe cuidarse y procurarse
para el bienestar de nuestra relación
Podemos enfocar este tema con dos actitudes distantes y polarizadas. Por una parte, habrá quien piense que el cuidado del cuerpo es una frivolidad, y que considere que quien ama debería ocuparse de otras cosas; por otra, quien suspira aliviado y piensa que “ya era hora de que se tratara abiertamente este tema”.
Ambas actitudes, en su visión más extrema, son arriesgadas, porque por una parte es verdad que el amor trasciende mucho el aspecto y el cuidado físico, pero por otra parte – fíate – he oído de verdad muchas veces que pensar en el aspecto físico es algo irrelevante: “No se baña”, “Tiene siempre el pelo sucio”, “Se viste horrible, me da vergüenza”, “Quiere hacer el amor con un aliento apestoso”, “Ha engordado 10 kilos”…
Los descontentos son difíciles de expresar y las críticas respecto al cuerpo y al aspecto son siempre muy amargas, como si se arraigaran en una zona muy profunda de la relación de pareja.
Les sugiero un simple esquema para orientarnos en este mundo subterráneo y resbaladizo.
El cuerpo es importante
Somos seres bio-psico-espirituales, es decir, estamos hechos (también) de materia. Para los creyentes, si Dios hubiera querido hacernos sólo de espíritu no tendríamos este problema… pero visto que somos también cuerpo, debe cuidarse igual que el resto.
La gran fisura creada primero por Platón (la terrible metáfora del cuerpo-tumba opuesta al alma) y reforzada por Cartesio (res cogitans vs. res extensa), junto a otros malentendidos filosófico-religiosos, han hecho pensar que el cuerpo debe descuidarse porque está hecho de materia corruptible.
En el Antiguo Testamento no existe una distinción tan clara entre el cuerpo, la mente, el alma: la persona es una. De esta manera, nosotros de hecho nos enamoramos y amamos contemporáneamente un cuerpo, una inteligencia y una aspiración hacia el infinito.
Consejo: valoren (también) el cuerpo, es un aspecto importante de la persona, con el que se relacionan en este mundo. Muchos de los procesos del amor, de la sexualidad hasta el latir del corazón en el enamoramiento, tienen lugar en el cuerpo.
La belleza exterior depende de algunos estereotipos culturales
No somos todos iguales y, por lo tanto, es natural que algunos más que otros respondan a estos cánones, y otros si quieren busquen adaptarse.
Hoy, en la sociedad occidental están de moda las personas muy delgadas (signo de forma y de salud), en un pasado no muy lejano más redonditas (signo de abundancia en un contexto de escasez de recursos).
Existe también una hípervalorización de la juventud, es decir, parecer más joven de lo que se es. Y digamos también con claridad en este punto que en la red de estilos existen vestimentas más o menos compatibles con el mundo en que se vive.
Consejo: acérquense también a la belleza de su tiempo, sin que se vuelva una enfermedad.
Belleza y cuidado
El cuidado parece, en cambio, no pasar de moda. La higiene personal, el cuidado de la actitud y el vestir: si una persona cuidada y limpia atrae y una persona no cuidada y sucia repela… saca tus conclusiones. Aquí tampoco malinterpreten, no estamos abogando por el ideal de la pareja brillante inalcanzable.
CONSEJO: PRESÉNTENSE A LA PAREJA “DE LA MEJOR MANERA” (COMO IMAGINO QUE HACÍAN CUANDO ERAN NOVIOS)
Los gustos personales
Es importante también tener en cuenta que somos diferentes en cuanto a los gustos. Os comparto una intimidad: No me gusta casi nada afeitarme, pero mi esposa le gusto sin barba. Curiosamente recientemente descubrí que cuando mi mamá se enamoró de mi papá en una boda de unos amigos le acarició la barba.
A mi esposa, por su parte, le gusta cuidar el pelo y ser apreciada por ello. Nunca me ha llamado especialmente la atención el pelo de nadie pero como marido creo que mi compromiso es doble: Por una parte, me afeito con frecuencia y, por otra, piropeo sus peinados.
En este sentido, surgen un par de preguntas:
- ¿Es justo satisfacer los gustos de la pareja o es necesario defender la propia libertad?
- ¿Si me molesta algo de mi pareja se lo puedo decir?
Si verdaderamente amas a tu pareja, la primera pregunta no deberías hacértela. En las parejas muchos son un poco adolescentes, un poco inmaduros cuando consideran un esfuerzo inmenso hacer pequeños pasos para agradar al otro.
- ¿Tu esposa quiere que estés fresco y perfumado? Date un baño, ¿qué te cuesta?
- ¿Tu esposo quiere que estés más en forma? Sal a correr, come un poco menos. ¿Qué te cuesta?
No buscamos la perfección, sino acercarnos a los gustos de quien comparte nuestra vida. No por chantaje, no por miedo a ser juzgados, sino porque nuestro amor nos lleva a querer agradarle.
Las acciones de amor no espontáneas son siempre un acto de gran heroísmo.
Sé amable y paciente y, si te has equivocado, pide perdón o disculpas. Pregunta a tu pareja si tu aspecto le gusta o si preferiría que fueras de otra manera. Si pueden usen el humor, esa broma que hace sonreír a ambos.
No te descuides. Es normal que haya épocas más difíciles por exceso de trabajo o en el cuidado de recién nacidos o padres ancianos. Pero intenta que ese periodo sea pasajero.
En la vida de pareja, estamos llamados a acoger al otro en su totalidad, con sus virtudes y defectos. Por otra parte, la pareja es un estímulo para cuidar nuestro aspecto para así estar guapos y deseables, para estimular el amor y la relación, para cuidar el alma y para darle un sentido trascendente a nuestro paso por este mundo.
El consejo para cada marido: ama a tu esposa por cómo es pero preséntate a ella de la mejor manera posible.
El consejo para cada esposa: ama a tu esposo por cómo es pero preséntate a él de la mejor manera posible.
PD.: Ama con todo tu cuerpo y con toda tu alma
Por Marco Scarmagnani, Semprenews Aleteia
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