¿Por qué me tengo que confesar con un sacerdote,
que tal vez es más pecador que yo?’. Te explicamos.
que tal vez es más pecador que yo?’. Te explicamos.
‘¿Por qué me tengo que confesar con un sacerdote, que tal
vez es más pecador que yo?’, preguntaba el otro día una persona, renuente a
acudir al Sacramento de la Confesión.
Te presentamos unas respuestas:
1. La primera y más contundente de todas es que Jesús mismo
lo quiso así
Cuando resucitó y se apareció a Sus discípulos, les deseo´
la paz, soplo´ sobre ellos, y les dijo: “Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis
los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan
reten dos” (Jn 20, 22-23).
De este pasaje vale la pena notar tres cosas:
a) El gesto de Jesús de soplar es muy significativo.
Recordemos que Dios sopló el aliento de vida en las narices del primer hombre
(ver Gen 2,7). Aquí está instruyendo un Sacramento que también dará nueva vida,
en este caso al alma del pecador, al serle perdonado su pecado.
b) Jesús pudo enviar a Sus discípulos a invitar a la gente a
confesarse directamente con Dios, pero no hizo eso.
c) El Señor les dio a Sus discípulos el poder de perdonar,
en Su nombre, los pecados, pero no les dio el poder de adivinarlos, por lo que
resulta evidente que quien deseaba obtener el perdón, debía confesarlos. Ese
pasaje bíblico muestra el momento en que Jesús mismo instruyo´ el Sacramento de
la Confesión.
Ma´s adelante, san Pablo afirma: “Dios…nos reconcilio´
consigo por Cristo y nos confió el ministerio de la reconciliación” (2 Cor 5,
18).
2. La segunda razón, es que acudir a confesarse con un
sacerdote es sumamente sanador
Permite experimentar el extraordinario alivio de reconocer
humildemente y confesar lo que estuvo mal; desahogarse con otro ser humano del
que se puede estar seguro que no contara´ lo que oyó en la Confesión; recibir
buen consejo; penitencia que ayude a expiar la culpa, y gracia de Dios que
fortalece para no volver a caer en lo mismo.
Supongamos que alguien ha cometido un grave pecado, y le
pesa en la conciencia, trae eso cargando. ¿Que´ opciones tiene?
a) Puede pedirle directamente perdón a Dios, y quedarse
siempre con la duda de si recibió de veras el perdón o sólo se lo imagino´.
b) Puede desahogarse contándoselo a su familia, que puede
reaccionar muy mal, tal vez su cónyuge se quiera separar y sus hijos alejar.
c) Puede decírselo en confidencia a su mejor amigo, quien
probablemente se escandalizara´, no querrá continuar su amistad, y además lo
platicara´ a sus cuates y esposa, con lo cual se armara´ un terrible chismerío
que quien sabe en qué irá a parar.
d) Puede irse a confesar, recibir la absolución y
experimentar la paz sin igual que da tener la seguridad de haber sido
perdonado. También podrá quedarse tranquilo de que el confesor no va a
platicarle a nadie lo que le confeso´, y además recibirá consejo, penitencia y
la gracia de Dios que le ayudarán a superar su pecado. Evidentemente ésta es la
mejor opción.
A la segunda parte de la pregunta (un sacerdote que tal vez
es más pecador que yo), cabe dar tres respuestas:
1. Quién acude al Sacramento de la Reconciliación se está
confesando con Dios. El sacerdote es simplemente un mediador.
2. El Sacramento de la Reconciliación no depende de la
santidad del confesor, sino de Dios, por lo que da lo mismo que el confesor sea
un gran santo o un gran pecador.
3. El hecho de que el confesor sea pecador, le permite
comprender a quien peca. Por ejemplo, podemos suponer que san Pedro debe haber
sido un confesor muy compasivo, pues como el mismo cayo´, comprendía muy bien a
quien había caído.
Dejemos de poner pretextos, busquemos un confesor y permitámosle
ser, como Dios quiere, un medio por el cual recibamos Su perdón y Su amor.
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