En el amor verdadero el sexo es un acto de donación sin condiciones
¿Sexo como recompensa y castigo? ¿Puede ser una herramienta para obtener lo que uno quiere de otro? ¿Puede utilizarse como una forma de condena por un enojo? ¿Es algo que tiene que ganarse? Aparentemente esto ocurre más de lo que pensamos.
El sexo está diseñado para que nos conectemos en un nivel íntimo con otra persona. Y el mejor sexo es el que está lleno de las mejores intenciones. Cuando uno pone al otro primero, quiere estar presente con todo lo que es y vivir ese momento íntimo con el fin de amarle.
Sin embargo, el sexo podría utilizarse para el mal cuando se convierte en un acto para manipular donde no hay sinceridad y se esconden otras intenciones de fondo. Vivido así acaba convirtiéndose en un arma para castigar ante una diferencia, o bien, como una recompensa de acuerdo a lo bien o mal que el otro se haya comportado con nosotros.
Muchas veces es la ira y otras veces es un sentido de control y poder sobre la otra persona. En uno u otro caso, el objetivo es obtener algo a cambio y al final es una forma de abuso no sólo perjudicial para la relación, sino también para la otra persona provocando un daño más profundo y deteriorando la forma en que mostramos y recibimos el amor en el matrimonio.
Hace menos agradable la experiencia
La persona a la que hemos elegido amar no podemos tratarla como un perro que recibe recompensas si hace algo que le pedimos. El sexo no será mejor si hay algún abuso. Las relaciones saludables y de mayor placer son las que se viven cuando uno ama a la persona con la que está comunicando con su cuerpo lo que tiene en su corazón y es fiel a ello.
¿Quién quiere tener un sexo malo en el matrimonio? ¿Quién quiere sentirse forzado o hacerlo porque se lo debe?
Si hay algo en cuestión, es mejor tratarlo por lo que es. Puede haber desacuerdos, pero no por eso se termina el amor en la intimidad. Lo mismo sucede cuando uno hace algo por el otro como una tarea o un favor. No por ello tiene que responder sexualmente.
Destruye la autoestima
Las emociones están involucradas en las relaciones. El sexo es más que pasar un momento divertido. Se trata de respetarse y valorarse mutuamente. Cuando esto se corrompe por utilizar el sexo para nuestros propios fines, la autoestima del otro fácilmente queda dañada.
La otra persona siente que está siendo castigada, que tienes un tipo de interés o actúas por conveniencia. Esto puede hacer que la persona se sienta inferior o incluso usada como ocurre en una relación abusiva.
El sexo es central en el matrimonio. Si este se vive de modo perverso, tendrá influencia también en otros aspectos de la relación y en cómo nos tratamos.
Genera resentimientos
Cuando el sexo es una forma de obtener lo que queremos como por ejemplo la atención, el compromiso o ciertos favores; los fines se centran en las ganancias y en una manipulación personal que pronto comenzará a gestar resentimientos en la pareja, ya que el único medio de conseguir algo es a través de las relaciones sexuales.
Incluso cuando las intenciones sean más auténticas, un comportamiento malo y contrario al amor hecho hábito, deja consecuencias negativas en esa relación. Al final te sentirás exhausto física y emocionalmente, y hasta enfadado con más quejas y menos posibilidades de disfrute. Con el tiempo el sexo dejará de ser algo atractivo.
Cecilia Zinicola, Aleteia
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