Un viaje en el túnel del tiempo...
La imagen caricaturiza una situación real y frecuente en los templos durante la misa. ReL lanza un vídeo que te ayudará a evitarla. |
El fin de semana de su estreno, a principios de 2004, La Pasión de Cristo llenó las 3043 salas de Estados Unidos donde fue exhibida. La película fue indiscutible número uno durante las tres semanas posteriores, se quedó en el Top 5 al mes siguiente, y al llegar la Semana Santa recuperó la primera plaza, llegando a un máximo de 3408 salas.
Con mano de genio, Mel Gibson contó al mundo entero una historia archiconocida en idiomas desconocidos para la gran mayoría: hebreo antiguo, arameo y latín. Ni lo archiconocido ni lo desconocido aburrieron ni distrajeron a nadie. Millones de personas en todo el mundo acudieron a los cines sin necesidad de ser creyentes, solo a ver una obra maestra. Pero buena parte de ellos sabían además que esa obra maestra plasmaba en la pantalla la fe (la fe propia y la fe del director) en una realidad: la Redención obrada en la Cruz mediante el sacrificio expiatorio de su Protagonista.
Es decir, una misa.
Aquel Calvario sobrecogedor coronó para siempre en el Olimpo del Séptimo Arte a un Jim Caviezel que se metió por profesión y convicción en la piel de Cristo, recibiendo incluso -él mismo lo confesó luego- algún pequeño y accidental castigo durante la escena de la Flagelación. Y, sin embargo, ese mismo domingo, en muchos templos, el Cristo real se quedó casi solo en su Calvario real.
"Es que me distraigo. Me aburro".
El "aburrimiento" y una homilía considerada tediosa o insulsa son dos de los argumentos que suelen citarse como motivadores de la baja asistencia a misa o del escaso entusiasmo que suscita: no ya entre quienes han abandonado la fe o su práctica, sino incluso entre quienes se reconocen católicos.
Pero "hay muchas actividades importantes de la vida que podemos considerar 'aburridas'" y no por ello las abandonamos o relativizamos, porque "su valor no depende de nuestra euforia cuando las hacemos": fue el cardenal Timothy Dolan quien lo dijo en un memorable artículo. Hoy somos "muy susceptibles" al aburrimiento, "visto lo acostumbrados que estamos a titulares que duran treinta segundos o a cambiar de canal cuando el programa que estamos viendo nos hace bostezar. Gracias a Dios, el valor de una persona o de un acontecimiento no depende de su tendencia a 'aburrirnos' de vez en cuando. ¡La gente y los acontecimientos significativos no existen para entusiasmarnos, a no ser que seamos unos mocosos narcisistas y mimados!"
No anda con medias tintas el arzobispo de Nueva York: "Tal vez encuentres que la misa sea aburrida, pero es más tu problema que un defecto de la misa". Pero ese "problema" no es tanto mala voluntad, como olvido de una verdad: "La Misa no es sobre nosotros, es sobre Dios. Y el valor de la Misa viene de nuestra simple y a la vez profunda convicción, basada en la fe, de que durante una hora del domingo somos parte del más allá, elevados a lo eterno, partícipes del misterio, mientras nos unimos a Jesús en la acción de gracias, el amor, la expiación y el sacrificio que Él ofrece eternamente a Su Padre. Lo que Jesús hace siempre funciona y nunca es aburrido. La Misa no es una tarea rutinaria y tediosa que hacemos por Dios, sino un milagro que Jesús hace con y para nosotros".
Para trasladar de forma breve, sencilla y entretenida esa verdad, que "la misa es un milagro que Jesús hace con y para nosotros", Religión en Libertad produce y difunde desde este Miércoles de Ceniza un vídeo que explica con claridad por qué el aburrimiento no cabe cuando hablamos, no de rememorar, sino de revivir la Última Cena o el Calvario.
Si quieres contribuir a que nadie "se aburra" ni "se distraiga" ante la realidad del milagro cotidiano de la misa, puedes compartir este vídeo desde este mismo artículo.
ReL
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