¿Puedo controlar mis emociones durante la cuarentena por coronavirus?
Este tiempo es difícil para todos. La rutina se ha visto súbitamente frenada, y los que no han podido detener su actividad, tienen miedo de padecer las consecuencias de ser contagiados por el coronavirus. No podemos tratarlo como un miedo irracional. Se trata de un miedo real, objetivo, que está ahí y no se puede negar.
Las estrategias de autoconsuelo (respirar hondo, repetir una y otra vez que todo va a ir bien) dejan de funcionar a medida que vamos conociendo casos cercanos de personas que lo padecen y de otras que están perdiendo a familiares y amigos.
Las noticias nos lo recuerdan a todas horas y el tiempo en casa hace que la compulsividad por consumir información se dispare. ¿Puedo controlar mis emociones en este tiempo? Y lo más importante, ¿cómo puedo salir de esta circunstancia habiendo crecido como persona?
Para comprender las emociones que nos están invadiendo es fundamental reconocer el momento emocional en el que nos encontramos con respecto a esta crisis mundial.
Como norma general, podemos distinguir las siguientes etapas en relación con la asimilación de la nueva situación que vivimos:
INCERTIDUMBRE / NEGACIÓN
Se trata de la primera etapa (que para muchos ya habrá pasado, pero para otros seguirá vigente). El desconcierto por las noticias que nos van llegando nos hace rechazar la verdad que estamos escuchando.
Ponemos en tela de juicio todo lo que nos dicen. Nos parece irreal. Nos resistimos a dejar de frecuentar nuestros sitios de referencia: bares, tiendas, etc. A medida que las restricciones para desplazarse se incrementan, comenzamos a entrar en la siguiente etapa.
Emociones propias de esta fase: euforia, enfado, rebeldía, nervios, miedo.
ADAPTACIÓN / ACEPTACIÓN
Comienza a hacer efecto nuestro comportamiento mimético. Este comportamiento lo tiene todo ser humano, especialmente en las primeras etapas de vida cuando imitamos en todo a nuestros progenitores para aprender las técnicas de exploración de nuestro entorno.
A medida que observamos que todos nuestros vecinos y en nuestros círculos cercanos, las personas han optado por respetar el confinamiento, comenzamos a aceptar la situación y nos adaptamos del mismo modo: viendo cómo lo hacen otros.
Emociones propias de esta fase: descanso (ya que se generaba mucho desgaste en la etapa de negación), picos de alegría, esperanza (no estoy solo en esto), sentimiento de pertenencia (al ver a todo el mundo hacer las mismas cosas).
RESISTENCIA / CRECIMIENTO
Los días pasan y ver el sol fuera teniendo que quedarnos en casa provoca en nosotros una nostalgia de la vida social. Echamos de menos relacionarnos con otros. Empezamos a identificar emociones que estaban enterradas por el pensamiento de que nada alteraría nuestro ritmo de vida.
Ahora una comida de domingo con toda la familia no es algo cotidiano. Comenzamos a valorar cosas que antes nos pasaban desapercibidas.
Emociones propias de esta fase: nostalgia, melancolía, desánimo, resignación.
Una vez hayamos crecido a partir de esta experiencia – que antes o después pasará – tendremos que retomar la vida diaria con las nuevas perspectivas y aprendizajes adquiridos. El alivio será el primer sentimiento que nos invadirá, junto al temor ante el pensamiento de que se pudiera repetir la misma situación. La situación económica – que deberá recuperarse gradualmente – hará que tengamos miedo a consumir los recursos y el dinero.
Con el tiempo, el cerebro – experto en supervivencia – optará por volver a olvidar que lo que conocemos hoy puede cambiar completamente de un día para otro. Es el mecanismo que utiliza para no vivir en un estado de alerta permanente que reduciría nuestras energías a causa de problemas que aún no han llegado.
¿Estamos determinados a sentirnos así?
Es difícil controlar las emociones de las fases ante esta situación tan diferente a lo habitual. Sin embargo, todos podemos escoger nuestra actitud tomando conciencia de que nuestras reacciones ante las dificultades sí son una elección:
- Zona de miedo: Ante el miedo, acaparamos la comida y los medicamentos que no son imprescindibles. Estamos irritables y pendientes de las noticias a cada minuto. Nos instalamos en la queja y contagiamos nuestras emociones negativas en nuestro entorno.
- Zona de aprendizaje: Detenemos el consumo compulsivo, confiando en que habrá recursos para todos. Tratamos de identificar nuestras emociones poniendo solución a los conflictos que están en nuestra mano. Elegimos cómo actuar y organizamos nuestra agenda para que no se nos pasen los días sin haber sacado nada de provecho.
- Zona de crecimiento: Comenzamos a establecer propósitos para alcanzar alguna meta durante este tiempo. Pensamos en los demás, buscando cómo ayudar. Ponemos nuestros talentos al servicio de quienes lo necesitan. Promovemos el agradecimiento y tratamos de mantener un estado emocional alegre y esperanzador. Nos relacionamos con otros adaptándonos a la nueva circunstancia.María del Castillo, AleteiaVea también No tenga miedo - oración
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