viernes, 12 de junio de 2020

Estoy a tu puerta y llamo: ¡Qué no inventa la Misericordia!

Es como si conversara contigo...                                                 

Estoy a tu puerta y llamo

Gabriela Bossis, Diario 'Él y yo'


1387. 24 de agosto, Hora Santa. 
La reverencia en la iglesia es un acto de Fe. Tú piensas que es poca cosa, pero esos pequeños actos Me satisfacen. Son las pequeñeces que llenan vuestra corta vida.
Mira, Yo conservo todavía el espíritu de pobreza, ya que Me contento con los pequeños actos de tu pequeña existencia. Multiplícalos para Mí: tus miradas, tus impulsos del corazón.
¿No crees que con quererlo podrías agregar unos pocos grados a tu cariño? ¡Y un poco más de alegría! Alegría de ser Mi amiga y Mi consoladora y de vivir únicamente para Mí, dando siempre más a los otros por Mí. ¿No te causa mucha alegría dirigir tu pensamiento al Mío? ¿Quedarte siempre cerca de Mí, como si se tendiera un velo entre el Mundo y tú? ¿Sin esperar nada de nadie y de ninguna parte fuera de Mí?
No hay sino una tristeza: la del pecado de los hombres. Llora los tuyos sobre Mi Corazón. Los lloraremos juntos. Ya no Me volveré a acordar de lo que Me costaron y te descargaré de ellos tomándolos sobre Mí. Tú te verás revestida del fastuoso manto de Mis Méritos y estarás magnífica en la presencia del Padre. Créelo así porque es así.
¡Qué no inventa la Misericordia! Nada podrá ya asombrarte si te confías a Ella. Porque el milagro de la Misericordia está en que Ella parece como si no viera las ingratitudes y cuando un alma me niega que la ponga cerca de Mi Corazón, ¿cómo quieres que Yo no Me empeñe en vencer con el Amor? Yo Soy como un hombre herido de muerte, que estrecha sobre su corazón a su adversario y le dice: 'escucha mi perdón'.
ReL

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