1405. 23 de noviembre. Hora Santa.
Padre amado, no quiero hacer sino Tu Voluntad; no quiero hacer nada que no sea por Tu Voluntad; pero con frecuencia hago la mía y Vivo para mí.
No es posible llegar luego a desprenderse totalmente de sí; pero una mirada que Me dirijas basta para purificar tu intención. Una de esas miradas tuyas que sonríen. No te olvides, pues, de mirarme a través de tus días y tus noches. No te canses.
¿Cómo podrías cansarte de un Amigo tan tierno? En tus tentaciones contra la Fe dile una de esas palabritas tuyas y la tentación se irá. Comprende que te faltan medios para no apartarte de Mí. Tu fuerza es poca, pero acercándote a tu gran Amigo lo más posible, en un dulce y habitual recogimiento, te aseguras un socorro eficiente e inmediato. ¿Por qué dudas? ¿Cómo puedes dudar? Yo Soy como un Maestro que da sus enseñanzas detrás de una cortina para disimular el gran Amor que tiene a sus alumnos. Soy como un jugador que se esquiva en la carrera para excitar y prolongar la persecución de los otros. ¿Acaso no busco por todos los medios aumentar vuestros méritos, pequeños Míos a quien amo? ¡No temáis nada de Mí! Habitad con simplicidad en Mi Corazón.
ReL
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