lunes, 20 de octubre de 2025

«A fuego lento», la novela sobre los peligros de la doble vida en redes durante la adolescencia

 Noemí Saiz invita a los padres a reflexionar sobre su papel en la educación

"Pensamos que con mirarles el móvil basta, pero los chavales borran, usan incógnito…", advierte Noemí. 

La autora Noemí Saiz Saiz nos habla sobre su novela A fuego lento, una historia que refleja la importancia de la comunicación y la responsabilidad en el uso de las redes sociales, y que invita a los padres a reflexionar sobre su papel en la educación de sus hijos en la era digital. 

- La novela presenta un caso muy actual que se da en cualquier tipo de familia y en nuestra sociedad más actual. ¿Piensas que los lectores se van a encontrar reflejados en esta historia de Marta como protagonista?

-Sí, porque Marta no es un personaje lejano. A veces me preguntan a mí, y también a mi hija mayor, si la historia que cuento es la suya. No lo es. Marta nació como mi manera de mostrarle a mi hija lo que podía pasar si seguía tomando decisiones equivocadas y adelantando procesos. Es un personaje inventado, pero tan realista que muchos piensan que todo ocurrió.

- ¿Qué mensaje esperas que los lectores, especialmente los padres, extraigan de esta novela?

-Nadie está libre de que esto pase en casa. Da igual que tu hijo sea "muy bueno" o saque buenas notas: Marta también lo era. Los padres necesitamos tiempo y acompañamiento, y no dar por hecho que "a nosotros no nos tocará". El otro gran mensaje es el perdón: del otro, de uno mismo y, sobre todo, de Dios. Ese perdón abre la posibilidad de empezar de nuevo y con él llega la esperanza.

'A fuego lento', la novela de Noemí Sainz sobre el peligro de las redes.archivo

'A fuego lento', la novela de Noemí Sainz sobre el peligro de las redes.archivo

- La novela aborda temas muy actuales como las redes sociales y su impacto en la vida de los adolescentes. ¿Cómo crees que los padres pueden proteger a sus hijos de los peligros de las redes sociales sin caer en la sobreprotección o la falta de confianza?

-Pensamos que con mirarles el móvil basta, pero los chavales aprenden rápido: borran, usan incógnito… y no te enteras de la mitad. La protección está en marcar límites y estar presentes, no en vigilar como policías ni en dejarles a la deriva. Con 13 años aún no tienen capacidad de discernir bien. Darles tiempo es el mayor límite.

-Marta, la protagonista, se ve envuelta en una doble vida en las redes sociales que la lleva a relaciones tóxicas y mentiras. ¿Qué reflexión te gustaría que los lectores hagan sobre la importancia de la autenticidad y la transparencia en las relaciones?

-La Marta virtual acaba engullendo a la Marta real, y esa doble vida la rompe por dentro. Cuando todo sale a la luz siente dolor, pero también alivio, porque solo la verdad libera. No se trata de "ser uno mismo" a cualquier precio, sino de vivir en verdad. Las apariencias pesan demasiado y tarde o temprano se caen; la verdad, aunque duela, sostiene.

- ¿Crees que el enfoque a las soluciones del problema desde una perspectiva cristiana católica, es atractivo en una novela, especialmente dirigida a gente joven?

-Sí. Hoy a los jóvenes les entran ideologías en cada serie o libro juvenil. Las ven porque enganchan, aunque no compartan el trasfondo. Entonces, ¿por qué no iba a hacer yo lo mismo desde la fe? En A fuego lento la fe acompaña la historia con naturalidad: la familia católica, la Iglesia como hogar, la adoración, el perdón sacramental —eje central de la novela, de ahí "70 veces 7"—. No estorba ni se impone, simplemente acompaña.

-¿Cómo crees que la fe y la espiritualidad pueden influir en la forma en que los adolescentes y los padres abordan los desafíos de la vida, incluyendo el uso de las redes sociales?

-La fe da criterio y horizonte. Cuando un adolescente entiende que su vida tiene valor y que su cuerpo no es un juguete, ya mira distinto. Y cuando sabe que siempre hay perdón y posibilidad de volver a empezar, tiene esperanza. En mi casa, por ejemplo, mis hijos no pueden usar redes sociales hasta terminar 2º de bachillerato. No es castigo, es darles tiempo para madurar y una meta hacia la que caminar.

- ¿Qué consejo le darías a los padres que están luchando para conectar con sus hijos adolescentes y entender su mundo?

-Que no se rindan. Los adolescentes a veces ponen un muro, pero necesitan saber que estamos ahí. El tío Agustín y la tía Agustina de una aldea de la Alcarria no tenían charlas profundas, pero comían juntos, rezaban y estaban. Hoy nos toca lo mismo: no discursos, sino presencia. Y no olvidar que no somos colegas, somos padres: ellos necesitan cariño y límites.

- Por último: la novela parece que está dirigida tanto a los padres de hijos adolescentes como a los propios hijos adolescentes, entonces, ¿en qué sentido debería de ser la lectura, primero los padres y luego los adolescentes, o al revés?

-Lo mejor es que primero la lean los padres. Conocer los temas les ayudará después a acompañar la lectura de sus hijos y a hablar de ellos mientras la van leyendo. No se trata de dejarles solos con un libro, sino de convertirlo en una ocasión para el diálogo. Ahora bien, los adolescentes también pueden leerla solos, claro. Pero como dicen ahora, “la experiencia” no es tan completa: el libro cobra más fuerza cuando se comparte en familia.

ReL

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