jueves, 24 de julio de 2025

Llegar a los 90 años es una oportunidad de santificación

 

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No todos tendremos la oportunidad de vivir 90 años, sin embargo, quien tenga una vida longeva debe verlo como una oportunidad para alcanzar la santificación

La muerte es una realidad que a todos nos alcanzará. Unos más jóvenes, otros tan longevos como para vivir 90 años, sin embargo, la edad a la que lleguemos será el tiempo destinado por Dios para cada uno, y sobre todo, representa la oportunidad que se nos brinda para alcanzar la santificación.

Entre más años, más responsabilidad

Vivimos en una época en la que todos quisieran prolongar la vida, pero en especial, la juventud. Tratamientos de todo tipo son publicitados como la panacea: nadie quiere enfermar y menos envejecer.

Por eso los ejercicios corporales, la alimentación saludable, los complementos vitamínicos, la medicina natural, en fin, toda las soluciones están previstas para que la persona viva bien durante muchas décadas.

Pero dice el salmo 90:

"...nuestros años se acaban como un suspiro. Nuestra vida dura apenas setenta años, y ochenta, si tenemos más vigor: en su mayor parte son fatiga y miseria, porque pasan pronto, y nosotros nos vamos".

No obstante todos los cuidados del cuerpo, queda olvidada la parte más importante: la espiritual. Además, hay que considerar que entre más edad, mayor es la responsabilidad. Entre más vivencias, deber ser mejores para que nos asegure la santificación y la entrada al cielo.

Porque no se trata únicamente de vivir dando culto al cuerpo - que. dicho sea de paso, así es para mucha gente - sino de cultivar lo que perdurará cuando seamos llamados a rendir cuentas.

Una oportunidad para purificarnos

Y viéndolo desde el punto de vista de la fe, sufrir algunos padecimientos con la salud y los estragos propios de la edad avanzada, también puede significar una buena oportunidad para purificarnos.

San Pedro escribe:

El Dios de toda gracia, que nos ha llamado a su gloria eterna en Cristo, después que hayan padecido un poco, los restablecerá y confirmará, los hará fuertes e inconmovibles (1Pe 5, 10).

Podemos entender que el sufrimiento que viene con la edad es también parte de la purificación y una buena manera de ofrecernos a Dios por alguna intención especial: una conversión, la resolución de algún problema familiar, el papa, los sacerdotes, en fin, los dolores no son inútiles cuando los unimos a Cristo crucificado.

San Pablo anima a los Romanos a no perder la esperanza en el sufrimiento:

Más aún, nos gloriamos hasta de las mismas tribulaciones, porque sabemos que la tribulación produce la constancia; 4 la constancia, la virtud probada; la virtud probada, la esperanza (Rom 5 3-4).

Tu ejemplo ayudará a muchos

Temer lo que mata el cuerpo y no el alma es un signo de alejamiento de Dios. Pero ocurre con frecuencia que, cuando se acerca el final de su vida, muchos sienten la necesidad de encontrarse con Él. El Señor Jesús menciona en una de sus parábolas que unos son llamados a su viña al amanecer, otros a mediodía y algunos por la tarde.

No importa en qué momento recibamos el llamado de Dios sino que no seamos sordos a su voz. Porque si, por el contrario, gozamos de buena salud, podemos optar por el apostolado: el ejemplo arrastra, y si trabajamos con alegría y mucho ánimo, ayudaremos a que más personas vean al Señor en nuestro trabajo evangelizador.

Hay que darle sentido a la vida, un sentido de eternidad, porque nadie sabe en qué momento será requerido por el Padre eterno. Ojalá que nos encuentre preparados.

Mónica Muñoz, Aleteia

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