¿Hay relación entre el consumo de contenidos pedófilos y la práctica de la pederastia? El caso de Álvaro Iglesias Gómez, conocido como Nanysex.
El pasado mes de mayo, prensa, internet, medios de comunicación y usuarios de redes sociales reflejaban la conmoción generalizada en España tras la puesta en libertad de Álvaro Iglesias Gómez.
Conocido como “Nanysex”, Gómez es considerado el mayor pederasta de España. Dirigía una red de abusadores de niños ofreciéndose como canguro, grababa los abusos y vendía el contenido en internet. Sus delitos sumaron los abusos a más de 100 menores desde que comenzó a abusar con 23 años.
Condenado a 58 años de prisión, la pena le fue finalmente rebajada a 13 años y medio que concluyeron este 2025, siendo puesto en libertad frente a la recomendación expresa de los funcionarios del Centro de Inserción Social de Alcalá (Madrid), que advirtieron de que seguía consumiendo pornografía infantil durante su ingreso penitenciario: la advertencia de los funcionarios de que el recluso no estaba preparado para salir no impidió su puesta en libertad.
La liberación del pederasta Iglesias Gómez, nacido en Collado Villalba (Madrid) tenía lugar solo cuatro días después de que el columnista del New York Times, Nicholas Kristof, se hiciese eco de unas filtraciones por las que la compañía líder de porno online PornHub reconocía disponer de abundante contenido con menores en su portal. Un contenido pedófilo que, según la neuropsiquiatra y Presidente Ejecutivo de la Fundación Humanae, Rafaela Santos, se encontraría ligado a la posterior puesta en práctica bajo crímenes de pederastia.
Cruzada legal por la verificación de edad
Paralelamente, son muchas las naciones que están dificultando el acceso a sitios web pornográficos como Pornhub, RedTube y YouPorn. Es el caso de Francia, donde los gigantes del porno han llegado a cerrar sus webs en protesta por los nuevos requisitos de verificación de edad del país que obligarían a los usuarios a demostrar su mayoría de edad con una tarjeta de crédito o un documento de identidad.
Las autoridades francesas no son las únicas en poner medidas. Estados como Georgia (Estados Unidos) también cuentan las horas para que entre en vigor la legislación que obligará a los usuarios a su confirmación de edad a partir del 1 de julio, bajo la conocida como ley SB 351 o "Ley de Protección de los Niños de Georgia en las Redes Sociales de 2024".
Junto con Francia y Estados Unidos, también Reino Unido endurece sus políticas frente a los proveedores de pornografía por su permisividad con el contenido para menores. Recientemente, La BBC se hacía eco de cómo el regulador británico Ofcom está investigando a 4chan por posibles infracciones de la nueva Ley de Seguridad en Línea del Reino Unido, después de haber recibido quejas en torno al contenido ilegal presente en la plataforma.
4chan no responde a las solicitudes de información del regulador desde abril, lo que constituye una violación de sus obligaciones legales. Con 4chan, también están siendo investigados siete servicios de intercambio de archivos por posible material de abuso sexual infantil, así como el sitio pornográfico First Time Videos por el uso de controles de verificación de edad inadecuados. Las multas pueden alcanzar hasta 18 millones de libras o el 10% de los ingresos globales, y Ofcom podría incluso bloquear el acceso desde el Reino Unido.
El origen: porno, dinero y tecnológicas
Según el columnista del The Times, las filtraciones y documentos internos a los que ha tenido acceso remiten a datos como los de mayo de 2020. Un año en el que Pornhub admitía contar con 706.000 vídeos disponibles para los usuarios mostrando violaciones o agresiones a menores. Algo que justificaban argumentando que no se revisaban los vídeos para su supresión hasta que se denunciaba al menos 16 veces.
Un número elevado de denuncias, las que además también son complicadas por la compañía mediante trabas como permitir la denuncia tan solo a usuarios registrados, lo que según uno de los documentos internos de Pornhub “reducirá considerablemente el volumen total de denuncias”.
Tras una profunda investigación de los documentos internos de la compañía, Kristof observó que la motivación de Pornhub era “una búsqueda incesante de cuota de mercado sin preocuparse demasiado por quienes aparecen en los vídeos”. Los documentos, agregó, “subrayan lo primitivo que puede ser ese afán de lucro” e invitan también a plantearse la confianza depositada en las empresas tecnológicas para “vigilarse a sí mismas”. A pesar de los cambios implantados por Pornhub en los últimos años, “hay evidencias que sugieren que no ha hecho lo suficiente para eliminar de la plataforma los vídeos que aparentan ser de violaciones a menores”.
Sitio para todos, también pedófilos
De hecho, Kristof cita un informe interno que reconoce que los vídeos con aparentes abusos sexuales infantiles habían sido vistos 684 millones de veces antes de ser eliminados.
“Los informes internos parecen mostrar a los ejecutivos obsesionados con ganar dinero atrayendo al mayor público posible, incluyendo pedófilos. En uno de ellos, los directivos de Pornhub propusieron prohibir palabras en las descripciones de los vídeos, como "infantil" y "niño", y recomendaron que el sitio siguiera permitiendo "brutal", "infancia", "fuerza", "snuffs", "reticente", "menor"”…
Algunos de los documentos citados fueron presentados por Pornhub en el marco de investigaciones legales, demandas y denuncias, como fue el sonado caso de Serena Fleites, una joven de 13 años que en 2014 fue presionada por su novio para que hiciera un video explícito que luego él publicó en Pornhub. Tras viralizarse, fue objeto de burlas y críticas, dejó la escuela, comenzó a consumir drogas e intentó suicidarse en varias ocasiones mientras Pornhub continuaba lucrándose con su vídeo, con millones de visualizaciones. Gracias a que Kristof escribió sobre ella en el artículo Los niños de Pornhub, la compañía eliminó millones de videos como el de Fleites y a realizó cambios significativos en sus políticas y prácticas.
Amenazado de muerte, pero con alguna victoria
“Aunque he escrito sobre terroristas, gánsteres y extremistas, recibí más amenazas de muerte después de ese artículo que por cualquier otro que haya escrito”, relata el columnista del Times.
Pese a que los directivos de la distribuidora pornográfica parecían preocuparse por el contenido ilegal, Kristof consideraba la “contradicción interna” de los mismos, al ver que términos como “adolescente” -término que alude a una edad muy amplia- era el segundo más buscado, mientras que el algoritmo arrojaba otras palabras clave como “12 años”, “niña pequeña”, “menor de 10 años” o “menor de edad”, todos ellos con cientos de miles de búsquedas.
El artículo de Kristof tuvo -menos de las deseadas- consecuencias positivas. La primera, que nunca se sabe el alcance o influencia que puede tener un artículo en internet, aunque fuese menor de la deseada. En su caso, de forma directa, cuenta que Pornhub dejo de permitir descargas, reforzó sus políticas de contenidos de menores o de violencia sexual y reforzó los sistemas de verificación de edad y consentimiento. De forma indirecta, ayudó a muchas personas como Fleites, cuyos vídeos eran subidos sin siquiera conocerlo y tras sufrir agresiones sexuales.
El consentimiento, ¿origen del problema?
Para el columnista del The Times, Google no solo “forma parte del problema”, sino que también “ha sido fundamental” en el modelo de negocio de muchas compañías de pornografía al arrojar sus webs entre los primeros resultados de búsquedas.
En el siempre abierto debate sobre la pornografía, son muchos los que consideran que la cuestión que debe regir su existencia es la de si se trata de contenidos consensuados, libres y “respetuosos” -si es que esto puede ocurrir en la industria- o forzados y con formas de violencia o vejación. Sin embargo, son pocos los que hablan abiertamente del peligro intrínseco de la pornografía al margen de sus derivadas más o menos cuestionables. Y eso es lo que relaciona a las plataformas digitales de pornografía con agresores sexuales de menores en serie como el recién liberado Álvaro Iglesias Gómez.
Precisamente en 2004, cuando Iglesias Gómez cometía sus últimos delitos sobre menores, la neuropsiquiatra Rafaela Santos comenzaba su andadura como presidenta ejecutiva de la Fundación Humanae, de apoyo a personas con problemas psicológicos. Entrevistada por El imparcial respecto a la pornografía, aludía a las facilidades de acceso que ofrece internet, lo que afecta especialmente a quienes ya arrastran una adicción previa a la pornografía.
El problema es el porno "a secas": "A más consumes, más deseas"
Como en todas las adicciones, explicaba, “cuanto más consumes, mayor es el deseo que se genera. El problema es que horroriza pensar el abuso que se produce en niños cada vez más pequeños”.
Partiendo de la base de la diferencia entre la pedofilia -quien siente atracción hacia niños o adolescentes- y la pederastia -el que abusa en la práctica de ellos- la neuropsiquiatra establece cierta relación entre ambas conductas, pues “muchas veces, después de consumir lo que ven a través de las redes, tratan de buscar su protagonismo y es cuando empiezan ellos mismos a grabar a los menores”.
En el caso de Iglesias Gómez, alias Nany Sex, el reporte de los hechos remite a 2002 y 2004, cuando grabó y distribuyó reiterados abusos y posteriormente los distribuyó entre sus cómplices también condenados, así como desde Internet. Posteriormente perpetuó sus abusos presentándose como canguro o profesor de cursos de informática para niños.
En 2008, año de la condena, El Confidencial informaba de que la Fiscalía de Madrid pidió hasta 175 años por 23 delitos de abuso sexual para Nanysex, pena que finalmente fue rebajada.
"Cuando lo normal satura, buscas nuevas experiencias"
Ya en prisión, funcionarios del Centro de Inserción Social de Alcalá, donde cumplía los últimos años a los que fue condenado, alertaron que el recluso seguía consumiendo pornografía infantil, lo que no evitó su puesta en libertad este 2025.
Tiempo atrás, mientras Iglesias Gómez cumplía condena, la neuropsiquiatra Rafaela Santos ya alertaba de un “pansexualismo” por el que “todo incita a la gente al tema de la sexualidad” y que, pese a que la atracción a menores es “una patología”, cuanto más grave es el problema menos culpa sienten quienes la presentan.
Precisamente por ello llama la atención que el sistema penitenciario no haya dado muestras de reflexionar más sobre su puesta en libertad, pues el mismo Iglesias presumía ante otros internos de “nunca haber tenido sexo con alguien mayor de 36 meses”, mostrando ausencia total de empatía hacia las víctimas.
¿Qué relación tiene dicho perfil con la pornografía convencional? Sin abordarlo personalmente, Santos insistió en que “cuando una persona tiene una excitación sexual fuera de lo normal, hay que buscar por qué. Quizá es que, cuando lo normal ya le tiene saturado, tiene que buscar nuevas experiencias. Hay que buscar el fondo de ese interés sexual desviado”.
José María Carrera, ReL
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