Queremos llevar el amor del Hijo de Dios a todos los hombres. Ha permitido que le abran el Corazón con una lanza para que esté abierto para todos. Que el Corazón de Jesús nos ayude a ser sus testigos. Para ello invocamos la ayuda de la Madre de Dios, Nuestra Señora del Sagrado Corazón de Jesús.
martes, 1 de diciembre de 2020
Un Adviento en pandemia: Dios vendrá de otra manera
Veo los vacíos del corazón y el motivo por el que caigo con frecuencia en compensaciones... y deseo que Dios calme mis miedos y me llene de paz
Será un Adviento distinto, lo sé, con posadas diferentes, con abrazos no como los de antes, con saludos navideños de otra manera, con ausencias dolorosas, con miedos más palpables, con dolores reconocibles y justificados, con cansancio después de tanto tiempo de confinamiento y pandemia.
Será un Adviento diferente y una Navidad muy distinta a otras que he vivido. Me preparo para reconocer a ese Dios que vendrá a visitarme de otra manera, con otros pasos, con otra voz.
Y aumentará mi deseo de que esta Navidad me cambie de verdad por dentro. Calme mis miedos más ocultos e inconfesables y me ayude a sentir que todo va a salir bien.
Dios quiere que confíe en su promesa. Recuerdo en este tiempo que mi vida está en manos de Dios y eso es lo importante.
No quiero pensar que todo se acaba cuando parece que nada sale bien. En medio de la noche brilla una luz. Siento que Dios está a mi lado, abrazando mi carne.
A la espera de la paz
El Adviento me habla de algo que ha de venir y tengo que esperar. Más que de algo, es de alguien, de una persona que puede cambiar mi vida para siempre. Si yo me dejo.
El Adviento me invita a desear lo que aún no tengo. Miro el vacío de mi vida, su inconsistencia y tomo consciencia de todo lo que aún me falta para ser feliz.
Veo los vacíos del corazón y el motivo por el que caigo con frecuencia en compensaciones. Tengo un gran vacío dentro de mi corazón.
Son carencias de mi historia, de mi familia. Ha crecido en mi interior la inseguridad y busco seguridades exteriores que compensen mi falta de estabilidad.
Guardo resentimientos por heridas del pasado. Es esa necesidad mía de ser amado. Y deseo entonces que Dios compense todo, que me llene de paz y calme mis miedos.
Adviento es oportunidad
Esta realidad de mi corazón herido me anima a pedirle que haga un milagro conmigo. Deseo un cambio en mi vida que a lo mejor aún no veo.
Busco una resurrección desde la muerte en la que me siento a gusto sin entender nada. El Adviento es una oportunidad que se me brinda para experimentar un cambio que todavía no llega.
Es la oportunidad que tengo para comenzar un nuevo camino, una nueva etapa, y navegar un nuevo océano que se dibuja ante mis ojos.
Carlos Padilla Esteban, Aleteia
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