El infierno de la guerra en Afganistán no desanima a las mujeres de convertirse en madres, dando testimonio con el nacimiento de tantas vidas nuevas una gran esperanza para el futuro
La edición del 5 de noviembre de Corriere della Sera Buone Notizie informa sobre la guerra casi olvidada en Afganistán que, junto con los horrores que la caracterizan, también recoge momentos alegres de una vida naciente que se abren a la esperanza.
Cien partos todos los días
En Khost hay un hospital materno-infantil dirigido por Médicos sin Fronteras, y actualmente confiado a Marina Castellano, una enfermera de Turín de 58 años. Fue allí, hace unos días, donde se produjo el último ataque, que provocó seis muertos y decenas de heridos.
Cada día, en medio de la explosión de bombas y el crepitar de kalashnikovs, se producen alrededor de un centenar de nacimientos. Junto a la muerte se produce la vida, atestiguada por los gritos de alegría y lágrimas de estos bebés, que se verán obligados a crecer abandonando pronto su infancia.
Madres entre las bombas
Marina, presente en esa tierra atormentada que ha entrado en su corazón por segunda vez, cuenta la gran emoción es ver salir a la luz a un niño, y todo lo que gira en torno a su nacimiento, sobre todo en un contexto tan duro como este.
Incluso en nuestro hospital -dice- sucede que la guerra de alguna manera interfiere en la vida de las mujeres que tienen que dar a luz y en la vida de los niños. Muchas veces estas mujeres viven en aldeas alejadas de la ciudad, donde hay batallas, y en el momento del nacimiento no pueden acceder a la atención médica que necesitan, o no pueden llegar al hospital a tiempo porque la carretera no es segura, o tal vez las atropellen en el camino de la casa al hospital. (Ibídem)
Ser una familia a pesar de la guerra
Pero a pesar de todo esto hay familias, muchas familias, que a pesar del infierno de la guerra, insisten en querer tener hijos.
Porque ser una familia en Afganistán es muy importante, tener una familia numerosa es parte de la cultura afgana. Pero sobre todo significa ser una verdadera familia, es decir, ayudarse, apoyarse, estar juntos, compartir. La familia está verdaderamente en el centro de la vida en Afganistán. (Corriere)
Los cuatrillizos
Entre los momentos extraordinarios que vivió Marina en este hospital hay uno cuyo recuerdo es imborrable: el nacimiento de cuatrillizos, que cuenta así:
Lo que me llamó la atención, más allá de los niños, que pesaban más de un kilo cada uno, y que el nacimiento se produjera de forma natural, es la serenidad, el coraje y la alegría que se podía leer en el rostro de la madre. Nunca se quejó, nunca le pidió a nadie nada del dolor, pasó el trabajo de parto en paz y en el momento del parto sonrió a pesar del gran esfuerzo. La imagen, que creo que no olvidaré, de los 4 niños descansando sobre su vientre y ella abrazando a los 4 llorando, mientras lloramos las enfermeras, fue hermosa y conmovedora. (Ibídem)
Hospital de campaña
No todas las situaciones evolucionan de manera tan positiva, muchas veces por la interferencia de la guerra en momentos cruciales del parto: Marina cuenta lo sucedido en el último ataque, cuando una mujer que acababa de llegar al hospital entró con el bebé ya muerto y presa de una violenta hemorragia.
El quirófano no pudo ser utilizado debido al grave peligro que suponían los violentos enfrentamientos en curso, por lo que fue necesario montar uno improvisado en el interior de la habitación del pánico – donde se habían refugiado personal y pacientes –. Se practicó a la mujer una cesárea que al menos le permitió sobrevivir.
Eventos que lamentablemente están en la agenda de ese país, pero como hemos visto, no desaniman a las mujeres afganas de creer en el futuro y tener hijos en el mundo con la esperanza de un mañana mejor, para sus familias sobre todo.
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