Descubrimos la conmovedora historia de una modelo y actriz de éxito que experimentó una profunda conversión religiosa y abandonó todo para mostrar al mundo su fe
Amada Rosa Pérez había alcanzado la fama y la gloria, como modelo de pasarela y actriz de exitosas series de televisión.
Tenía el mundo a sus pies, pero un día se dio cuenta que esa no era la vida que deseaba. Una vida lujosa por fuera pero corrupta por dentro.
Después de ver la vacuidad de los que la rodeaban, obligada a tener relaciones y a abortar a su bebé, Amada cayó a los infiernos de la depresión de los que consiguió salir gracias a la mano de Jesús y de la Virgen.
Esta es la historia de una curación personal que terminó con un final feliz. Amada Rosa Pérez había nacido en la localidad de Corozal, en Colombia, el 2 de agosto de 1977.
Era una niña como cualquier otra que creció feliz y estudió en el colegio hasta que empezó a buscar su lugar en el mundo.
Primero se decantó por la medicina pero pronto lo dejó para centrarse en estudios relacionados con la administración de empresas turísticas. Sin embargo, no conseguía encontrar realmente lo que le gustaba.
Un día se encontraba en un gimnasio cuando un representante de moda le propuso convertirse en modelo. Tenía entonces dieciocho años.
Su parecido con Claudia Schiffer y su carisma delante de las cámaras pronto la llevarían a iniciar una trepidante carrera de éxitos. No había concurso de belleza que se le resistiera y los contratos le llovieron de distintas firmas de moda.
Empezó a viajar por distintos países en los que descubrió lo que escondían las flamantes pasarelas y los deslumbrantes focos que las iluminaban. Detrás del glamour, encontró sexo, drogas y alcohol donde lo importante era la apariencia y la consecución del éxito a cualquier precio.
De las pasarelas saltó a la pequeña pantalla donde consiguió papeles en series tan populares como Padres e hijos, Yo soy Betty, la fea o Vuelo 1503.
Pero en 2007, Amada dejó de repente los platós de televisión y desapareció de la vida pública. Años después reaparecía para explicar la razón de la que sería la decisión más importante y trascendental de su vida.
El detonante para abandonarlo todo fue un tumor que le afectó al oído perdiendo un cuarenta por ciento de audición.
Pero había algo más profundo. En todo aquel tiempo en el que el mundo conoció a una Amada Rosa Pérez que deslumbraba con su belleza y aparecía en series de éxito se sentía perdida y confundida.
Ella misma lo explicó al periodista y director de cine español Juan Manuel Cotelo Oñate en su película Tierra de María. “Me sumergía en lo efímero, lo superficial, lo banal”, un mundo que no le satisfacía. Porque a pesar de tener todo lo que aparentemente la sociedad cree que es el éxito, Amada no había encontrado lo que verdaderamente buscaba, paz. “¿Por qué si tengo todo, no tengo nada?” se preguntaba.
En aquella época de excesos, Amada se quedó embarazada y todos los que la rodeaban la convencieron para que se deshiciera de su bebé.
“Ojalá hubiera encontrado la ayuda de alguien que me dijera algo positivo, bonito”, se lamentaba Amada, alguien que le dijera que “ser mamá no es malo, que ser mamá es una bendición, no es una desgracia como lo pintan hoy en día la cultura y el mundo”.
La presionaron diciéndole que el bebé sería el fin de su carrera como profesional y terminó abortando. “Las consecuencias del aborto son gravísimas”, explicó, no solo a nivel físico, también y sobre todo, a nivel emocional. “Depresiones profundas, un vacío emocional. […] Tenía pesadillas, soñaba con bebés, escuchaba niños llorando”.
Compartió su angustia con otras mujeres que habían pasado lo mismo y descubrió que tenían los mismos sentimientos. Sentimientos suicidas, autodestructivos. Buscó respuestas en el esoterismo y buscó creer en cosas que no le dieron esa paz que tanto anhelaba.
Hasta que un día entró en una iglesia y empezó a rezar a la Virgen y a Jesús y se dio cuenta que había encontrado sus respuestas. “Entendí la infinita misericordia de Dios”.
Fue al rezar el rosario que empezó a sentir la paz que llevaba toda la vida buscando. Su devoción a la Virgen fue lo que la salvó. Amada explica que ahora camina “con los pies en la tierra pero con mi mirada fija en el cielo” y ha conseguido encontrar su lugar en el mundo. “Soy feliz y tengo la paz que tanto anhelaba”.
En la actualidad vive con su marido y su hijo y solo sale a la arena pública para explicar su experiencia vital y su conversión. “Yo ya no me siento modelo – afirma contundente Amada – Modelo es la Virgen”
Nota: Las citas están extraídas de la película Tierra de María de Juan Manuel Cotelo
Sandra Ferrer, Aleteia
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