Este 2 de noviembre, día en que la Iglesia recuerda a los fieles difuntos, es un buen momento para volver la mirada y rezar por aquellos que han perdido la vida debido a la pandemia del coronavirus
Puede ser un ser querido o lejano. Desde México a la zona más austral del continente americano. América Latina es sin duda es una de las regiones del mundo que más ha sufrido (y sufre) los efectos de la pandemia.
Es que los números son verdaderamente desoladores. Empezando por países como Brasil, el «gigante sudamericano» que ha padecido la muerte de más de 600.000 personas. También las duras cifras de países como México (más de 280.000 personas) o Perú (más de 200.000).
El listado doloroso lo continúa países como Colombia (más de 120.000) o Argentina (más de 115.000).
Más abajo, pero no por eso menos conmovedor, países como Chile, Bolivia, Ecuador, Paraguay o Uruguay con cifras que van desde los 30.000 hasta otras apenas superiores a 6.000. Capítulo aparte, además de Centroamérica y Caribe, países como Venezuela o Nicaragua, donde las cifras oficiales han sido objeto de críticas con respecto a la claridad.
Una oración por estos difuntos
Pero más allá de estas cifras, que varían de un momento a otro, en un continente que si se incluye a Estados Unidos llora la muerte de más de dos millones de personas (a nivel mundial ya se superaron los cinco millones de fallecidos), lo que importa es que detrás hay personas y rostros concretos.
A lo largo de todo este tiempo, desde que la pandemia ha llegado a América Latina con la confirmación del primer caso, el 26 de febrero de 2020 (curiosamente un Miércoles de Ceniza), han sido muchas las acciones y jornadas de reflexión con respecto a los difuntos en tiempos de pandemia.
Un tema que también ha tocado el propio corazón de la Iglesia con el fallecimiento de cardenales, obispos, sacerdotes, diáconos y laicos.
Efectivamente, este 2 de noviembre, día en que la Iglesia invita a poner en oración a los fieles difuntos, bien vale la pena recordar una vez más a estas personas que han perdido la vida en este tiempo tan especial para el mundo entero. Una vez más aquello de la cercanía o la lejanía. No importa, solo vale rezar por ellos. Un auténtico gesto de misericordia.
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