“Yo lo vi, no es una fantasía”. El Pontífice volvió a saludar a los fieles ‘cara a cara’ en la Audiencia General y confió sus sentimientos.
«Me alegro de reanudar este encuentro cara a cara, porque les diré algo: no es agradable, hablar delante a la nada, de frente a una cámara”, dijo el papa Francisco que ha vuelto hoy a presidir la Audiencia General ante un público de cerca de 300 fieles presentes en el Patio de San Dámaso ubicado en el Palacio Vaticano después de siete meses de ausencia debido a las restricciones sanitarias a causa de la pandemia.
“Ver a cada uno de ustedes me hace feliz, porque todos somos hermanos en el Señor y mirarnos, nos ayuda a rezar los unos por los otros. Gracias por su presencia, su visita. Lleven el mensaje del Papa a todos. El mensaje del Papa es que yo rezo por todos y pido que recen por mí. Unidos en la oración”.
El líder de la Iglesia Católica se presentó esta mañana sin mascarilla, después de ser vacunado meses atrás y manteniendo la distancia física de seguridad de frente a las barras que lo separaban de la alegre y colorida multitud.
Lució sonriente, afectuoso, conversó con las personas que llevaban sus mascarillas. Recibió regalos, como una rosa blanca por parte de un grupo de religiosas. Entre el público, sacerdotes de India que le pedían oración por el país que sufre los efectos de la segunda ola de la pandemia.
El pontífice predicó hoy sobre el combate de la oración: “Rezar no es sencillo, aunque todo el mundo puede rezar. El silencio, la concentración, la oración son ejercicios no fáciles, y a veces la naturaleza humana se rebela”.
El milagro contado por el Papa
Y así contó una historia relacionada con la advocación de la Virgen de Luján, la patrona de Argentina; cabe recordar que el Papa pidió a los fieles del mundo unirse en la oración del rosario para pedir por el fin de la pandemia en el mes de mayo.
“Había una familia (obrera) con una hija de nueve años con una enfermedad que los médicos no sabían qué era…’La niña no pasa la noche, es una infección y no podemos hacer nada’, le dijeron los médicos a la madre». Ella llamó a su esposo que estaba trabajando.
“Ese hombre quizá no iba todos los domingos a misa, pero tenía una fe grande”, anotó el Papa
“Él salió llorando, dejo a su mujer y a su hija en el hospital, tomó el tren y recorrió 70 kilómetros hacia la Basílica de la Virgen de Luján, la patrona de Argentina”.
“La basílica estaba cerrada, eran casi las 10 de la noche y él se agarró a las rejas de la basílica y rezó toda la noche a la Virgen, luchando por la salud de su hija.” El Papa dijo que no era una fantasía, que, por el contrario, él era testigo.
“Al final, 6 a.m, se abrió la iglesia, el hombre entró y saludó a la Virgen, después de haber pasado toda la noche en combate (rezando)”.
“Cuando llegó, busca a su esposa y no la encuentra. Después ella lo recibe sonriente”. La mujer le cuenta a su esposo que los médicos no tienen explicación durante la noche algo extraordinario pasó.
“Ese hombre combatiendo con la oración tuvo la gracia de la Virgen”, contó Francisco.
«Y esto lo he visto yo, la oración hace milagros, porque la oración va al centro de la ternura de Dios”.
¿Qué hacer cuando no se recibe la gracia?
Francisco dijo que al pedir una gracia cuando no se cumple, la actitud correcta es no perder la esperanza, pues llegará otra gracia con el tiempo.
Insistió invitado a los fieles en combatir espiritualmente, orando a Dios, convencidos, con amor, con muchas ganas, para que se cumpla la voluntad de Dios y mantenerse en la lucha en la oración.
“A veces pedimos una gracia que necesitamos, pero la pedimos así, sin ganas, sin luchar…¡Así no se piden las cosas serias!”, afirmó. “La oración es un combate y el Señor está siempre con nosotros”.
Rezar no es sencillo
“Rezar no es sencillo, aunque todo el mundo puede rezar. El silencio, la concentración, la oración son ejercicios no fáciles, y a veces la naturaleza humana se rebela».
Francisco enumera algunos de los obstáculos para la oración: “por ejemplo el desánimo, la tentación del activismo, la decepción, pensar que no somos escuchados, y así podemos enumerar más”.
Y recordó la enseñanza de san Ignacio de Loyola que explicaba que la oración es seguir a Jesucristo, para no dejarnos vencer por los «engaños del Maligno”.
“Tengamos la certeza de que cuando rezamos nunca estamos solos […]el Señor Jesús, aunque no percibamos su presencia, siempre está a nuestro lado, nos reanima con su gracia, nos sostiene, nos guía y nos protege”.
Por ultimo, el Papa saludó a los fieles: “Pidamos al Señor que, especialmente en los momentos de aridez, duda y tentación, nos conceda la fuerza del Espíritu Santo para orar con humildad, confianza y perseverancia.
Que la Virgen Santa nos ayude con su intercesión maternal para que no nos apartemos nunca de Jesús. Que Dios los bendiga. Muchas gracias”, concluyó.
Ary Waldir Ramos Díaz, Aleteia
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