Para las familias Cristianas...
EXISTEN TRES ALTARES
El primero de ellos es la Santa Eucaristía, donde Cristo se ofrece en sacrificio por nosotros y nos da su cuerpo divinizado y glorioso; al comer su carne y beber su sangre la vida divina viene alimentada en nosotros.
El segundo altar es el tálamo nupcial, donde el matrimonio realiza un sacramento, que es imagen del amor de Cristo a su Iglesia. Los esposos, antes de realizar el acto conyugal, rezan siempre a Dios; se ponen de rodillas y le piden al Señor estar en su presencia, teniendo al cuerpo en gran honor y gloria. Saben que contribuir con Dios en dar la vida a un ser humano es algo inmenso, porque aparece una persona que antes no existía y que ahora vivirá para toda la eternidad. Tener un hijo o no tenerlo es una cuestión importante. Por eso, la Iglesia en su tradición ha visto que los hijos son un don de Dios, una bendición, como dicen los salmos y el Antiguo Testamento.
El tercer altar es la mesa donde la familia come y recibe los bienes de Dios para alimentarse. Enseñamos a comer juntos a los padres y a los hijos en esta mesa, en la cual también se les pasa la fe en una celebración doméstica que se celebra los domingos, el Día del Señor. En ella se transmite la fe a los hijos y se hace presente la Escritura. Los padres preguntan a los hijos cómo la Palabra que acaban de escuchar, sea un Evangelio, o un pasaje del Antiguo o Nuevo Testamento, ilumina su vida. Les preguntan los problemas que tienen en la escuela, en la universidad, con sus hermanos o con ellos mismos. La experiencia está siendo maravillosa porque en estas celebraciones domésticas acontece el Señor. En el Camino existen muchísimas familias numerosas cuyos hijos están casi todos en la Iglesia. A través de esta celebración se puede ayudar a los hijos frente a una sociedad hostil a los valores y a la realidad de Vida Eterna que es el Evangelio.
Fuente ( El Kerigma, Kiko Argüello)
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