Gabriela Bossis, Diario 'Él y yo'
1116. 15 de junio de 1941. "Entra en el Océano infinito, en la Paz tranquila como una
hermosa aurora. ¿Recuerdas los tintes que tomó el cielo aquella vez en Nápoles, cuando se levantaba el sol? ¿Recuerdas aquel firmamento, aquel mar, en una serenidad de matices innumerables? Considera lo que pueden ser las Perfecciones de Mi Corazón en su Infinitud. ¿Cómo podrías percibir todas sus Bellezas?
Adora, pues, lo que no conoces. Y todos vosotros seréis recompensados por haber creído en la obscuridad. Pon tu frente sobre la Mía, para que puedas penetrar en Mis Pensamientos."
hermosa aurora. ¿Recuerdas los tintes que tomó el cielo aquella vez en Nápoles, cuando se levantaba el sol? ¿Recuerdas aquel firmamento, aquel mar, en una serenidad de matices innumerables? Considera lo que pueden ser las Perfecciones de Mi Corazón en su Infinitud. ¿Cómo podrías percibir todas sus Bellezas?
Adora, pues, lo que no conoces. Y todos vosotros seréis recompensados por haber creído en la obscuridad. Pon tu frente sobre la Mía, para que puedas penetrar en Mis Pensamientos."
1117. 17 de junio de 1941. Comunión. "Eres Tú, mi Señor, Tú solo Quien me ha llevado por todos mis caminos”. El: "Agradécemelo. Yo Soy el que mira y tú sabes de cuánto Amor están cargadas Mis Miradas. Yo Soy el que te habla. Soy el Visitante que deja siempre algún regalo como recuerdo de su paso.”
Más tarde, después de haber leído una carta mortificante: "Déjate aplastar. En silencio y agradeciendo," Días monótonos. ''¿Qué más da? Cualquier trabajo puede demostrarme tu amor. Yo viví y morí por Amor a las almas. ¡Cuánto Me agrada que ores por ellas!"
1118. 19 de junio de 1941. "Señor, deseo que llegue ya tu fiesta del Sagrado Corazón, que es mañana." "Todos los días serían Mi Fiesta si tú Me lo desearas así, Mi Gabriela. Todos los días una fiesta de Amor, desde el amanecer hasta la caída del sol. Soy Yo el que te manda el sueño y esto es todavía una manera de amarte. Mientras tú duermes, Yo no te quito de encima la Mirada.
Entonces, ruégale a tu santo Ángel que ofrezca en tu nombre todas las respiraciones de tu reposo, para la Gloria del Padre; como el río Loira, que nunca se detiene, ni de día ni de noche. ¡Qué sencillo es el amor! Despiertos, se ama; dormidos, también se ama; y en el Cielo no hay interrupciones, pues allí todo es pura actividad. Que tu deseo del Cielo sea grande. Pídemelo cada día, diciendo simplemente: 'Gran Amigo mío, dame pronto el Cielo en que habitas; Esposo mío, Bienamado, invítame a nuestra mansión, porque no conviene que dos esposos vivan separados. ¿Piensas dejarme todavía largo tiempo languideciendo ante la puerta cerrada de tu Palacio? Y puesto que es en El donde nos vamos a unir en la plena Luz, ¡adelanta la aurora! Sin 'I'i nada me interesa ya sobre la Tierra. Soy como una planta sin agua, como un pajarillo que se sofoca: arrebátame en Ti y no quiero nada más'. Así pídeme. Y al pedírmelo únete a la resignada paciencia de Mi Madre en los últimos lánguidos días de Su Vida.
"Hay que desear ardientemente el Cielo: es desearme a Mí y esto Me glorifica. Aun cuando no Me conoces sino muy mal, deséame; es un triple acto de virtud; de Fe, de Esperanza y de Caridad.
"Mañana, a la hora de la comunión, Me llamarás 'El Corazón de las Misericordias'. Y Me pedirás, como regalo de fiesta, la conversión de Mi pecador. Aun cuando a todos los quiero convertidos, hay sin embargo, de cuando en cuando, alguno cuyo retorno daría al Cielo un verdadero júbilo.
Ayuda a producir alegrías en el Cielo, tú, que eres una de las más miserables, y ve en esto Mi Condescendencia. Me puedes dar con verdad plena el título de 'Corazón de las Misericordias'. "Y tú misma eres una de ellas. Estás, pues, en Mi Corazón como en tu casa, pequeña Mía; estando todavía en la Tierra, Mi Corazón es tu verdadera habitación."
Entonces, ruégale a tu santo Ángel que ofrezca en tu nombre todas las respiraciones de tu reposo, para la Gloria del Padre; como el río Loira, que nunca se detiene, ni de día ni de noche. ¡Qué sencillo es el amor! Despiertos, se ama; dormidos, también se ama; y en el Cielo no hay interrupciones, pues allí todo es pura actividad. Que tu deseo del Cielo sea grande. Pídemelo cada día, diciendo simplemente: 'Gran Amigo mío, dame pronto el Cielo en que habitas; Esposo mío, Bienamado, invítame a nuestra mansión, porque no conviene que dos esposos vivan separados. ¿Piensas dejarme todavía largo tiempo languideciendo ante la puerta cerrada de tu Palacio? Y puesto que es en El donde nos vamos a unir en la plena Luz, ¡adelanta la aurora! Sin 'I'i nada me interesa ya sobre la Tierra. Soy como una planta sin agua, como un pajarillo que se sofoca: arrebátame en Ti y no quiero nada más'. Así pídeme. Y al pedírmelo únete a la resignada paciencia de Mi Madre en los últimos lánguidos días de Su Vida.
"Hay que desear ardientemente el Cielo: es desearme a Mí y esto Me glorifica. Aun cuando no Me conoces sino muy mal, deséame; es un triple acto de virtud; de Fe, de Esperanza y de Caridad.
"Mañana, a la hora de la comunión, Me llamarás 'El Corazón de las Misericordias'. Y Me pedirás, como regalo de fiesta, la conversión de Mi pecador. Aun cuando a todos los quiero convertidos, hay sin embargo, de cuando en cuando, alguno cuyo retorno daría al Cielo un verdadero júbilo.
Ayuda a producir alegrías en el Cielo, tú, que eres una de las más miserables, y ve en esto Mi Condescendencia. Me puedes dar con verdad plena el título de 'Corazón de las Misericordias'. "Y tú misma eres una de ellas. Estás, pues, en Mi Corazón como en tu casa, pequeña Mía; estando todavía en la Tierra, Mi Corazón es tu verdadera habitación."
ReL
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