Queremos llevar el amor del Hijo de Dios a todos los hombres. Ha permitido que le abran el Corazón con una lanza para que esté abierto para todos. Que el Corazón de Jesús nos ayude a ser sus testigos. Para ello invocamos la ayuda de la Madre de Dios, Nuestra Señora del Sagrado Corazón de Jesús.
jueves, 23 de enero de 2020
3 rasgos de las personas que escuchan de verdad
¿Escuchas a tus amigos cuando acuden a ti?
La conversación forma parte muy importante de nuestras relaciones con los demás. Con ella logramos despejar dudas, crecemos en la amistad, conocemos mejor otras formas de ver la vida…
Quién no suspira por encontrar a alguien que escuche de verdad. Un amigo en quien poder confiar y a quien poder acudir cuando pasamos por una situación complicada que no sabemos resolver solos.
Pero no todas las conversaciones son igual de beneficiosas. Encontrar a alguien que escucha de verdad no siempre es fácil. Por lo general, tendemos más a querer hablar y poco a escuchar.
Querer el bien de la otra persona
La escucha es una manifestación de amor hacia la otra persona: el motivo es el bien del otro y el objetivo es conseguir ese bien.
Podemos plantearnos si nosotros somos una de esas personas que escuchan de verdad y que atienden a otras personas con el único fin de buscar su bien.
No quiere sacar información más allá de lo que se necesita para resolver la situación que la persona plantea. No se aprovecha de la necesidad de hablar que tiene la otra persona para entrar en confidencias que no vienen al caso. No quiere curiosear.
El cometido de la persona que escucha no es juzgar sino ayudar.
NO JUZGA
Quien escucha, en primer lugar acompaña al que habla y muestra empatía: se pone en el lugar del otro.
El que habla no necesita que le digan si está bien o mal lo que ha dicho o hecho (a no ser que él pida una valoración).
NO PRETENDE INSTRUIR
El objetivo principal no debe ser “dar lecciones”. Mucho menos lecciones prefabricadas. Cada alma es singular y necesita un trato singular.
La conversación tampoco debe ser momento para el lucimiento personal sobre las propias experiencias o sobre conocimientos adquiridos.
Muchas veces la persona que se nos acerca solo necesita compartir un dolor o una preocupación, sin necesidad de que le digamos “qué debe hacer” a continuación. Eso no quita que a veces alguien pida consejo al que escucha.
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