sábado, 29 de noviembre de 2025

De Verdi a Wagner en «Dios en la ópera»: fragmentos líricos en un bello concierto en Madrid

 Javier Otero, presidente de la Fundación Operística de Navarra, ofrece todos los detalles

Interpretación de

Interpretación de "Carmen", de Georges Bizet.

El próximo miércoles 3 de diciembre, a las 20:00 horas, el Auditorio Herrera Oria de la Fundación Pablo VI acogerá el primero de los conciertos del triduo de Adviento, Cuaresma y Pascua “Dios en la ópera”. Un evento impulsado por la Fundación Operística de Navarra, la Fundación Cultural Herrera Oria (ACdP) y la Fundación Pablo VI con el objetivo de presentar una selección de grandes obras interpretadas en directo que son el reflejo operístico de Dios en el Adviento, Cuaresma (19 de febrero de 2026) y Pascua (15 de abril de 2026).

Los fragmentos serán interpretados por los solistas de la Fundación Operística de Navarra, que, en el marco del primero de los conciertos, celebra sus tres décadas de andadura bajo la batuta y experiencia de Javier Otero de Navascués.

El también presidente de dicha Fundación Operística y gerente del conocido restaurante madrileño La Favorita, donde los comensales disfrutan a partes iguales de veladas artísticas, operísticas y gastronómicas, desvela a Religión en Libertad las líneas maestras del triduo que se estrena en apenas una semana, y a cuyas entradas pueden accederse desde la plataforma Vivetix.

-“Dios en la Ópera” se inaugura el día de San Francisco Javier, patrono de Navarra y de las Misiones. ¿Por qué ese día?

-Ha sido elegido ese día por varios motivos, primero porque San Francisco Javier es el patrón de Navarra, el de las misiones y un santo muy conocido. Y otro motivo, muy bonito, porque la víspera de este concierto, el día 2, cumplimos 30 años de actividades artísticas profesionales: la primera vez que nuestro grupo, el embrión de lo que luego fue la Fundación Operística de Navarra, hizo algo fue 2 de noviembre de 1995. Dos más tarde creamos la fundación, nuestro vehículo que lleva funcionando vamos a hacer ahora 28 años en diciembre.

-¿Qué puede aportar la ópera a la vivencia espiritual de un tiempo litúrgico tan marcado como es el Adviento?

-El objetivo es que, a través de obras maestras, de 10 fragmentos escogidos de grandísimas óperas de compositores muy instruidos e iluminados en su momento, al ligarlas con los conceptos básicos del Adviento, sea como meterse en los objetivos [del tiempo litúrgico] pero de forma más estética, más bella, más armónica… Es como la misa cantada, que tiene esa particularidad de que, en el sanctus, un coro maravilloso te llena más. La música suma, no resta. Es la suerte de “aprovecharnos” de unas composiciones operísticas excelentes para un fin espiritual.

El programa del triduo

El programa del triduo "Dios en la ópera".

-¿Cree que la belleza que reflejan esas obras es uno de los caminos privilegiados hacia Dios?

- ¿Qué es Dios? La verdad, la bondad y la belleza. Hay que acercarse a la belleza y hacerlo con belleza. Hemos padecido unos 60, 80 años de feísmo en todas las disciplinas humanísticas y hay que huir de eso. Hay que acercarse a la belleza que es Dios. La fealdad no acerca, aleja de Dios. Y hay muchos tipos de belleza. No pensemos que estamos tratando de discriminar a lo que objetivamente no es bello según qué cánones. Estoy hablando de la belleza, verdad y bondad. Y desde luego estas manifestaciones artísticas son bellas, buenas y bondadosas, sobre todo bellas, para el espíritu.

-Durante siglos, gran parte del repertorio operístico ha estado impregnado de temas bíblicos, sacrales o profundamente humanos. ¿Hasta cuándo es así y por qué?

-Las composiciones de ópera han ido de la mano de sociedad. El repertorio de ópera es desde finales del siglo XVIII, todo el XIX y principios del XX. Tú hacías una foto en esos 150 años y encontrabas familias que rezaban el rosario, muchísimas vocaciones, monasterios… Eso lo veías y los compositores lo reflejaban, era la vida cotidiana. Hasta el año 1835, en España había más de 1000 jerónimos y más de 50 monasterios de la orden jerónima.

- ¿Y cómo cambió?

- Tras la primera desamortización, todo eso desaparece y ya nadie conoce más monjes jerónimos porque los han expulsado. Ya no es algo cotidiano. Con la ópera es igual. En La fuerza del destino, de Verdi [estrenada en 1862], aparece un monasterio jerónimo. En el siglo XX no los hay, porque los han quitado.

[Es posible acceder a las entradas para el primer concierto del Triduo Dios en la ópera desde el portal de Vivetix]

- Actualmente, eso se percibe menos, si cabe...

-Hoy, el compositor no se inspira tanto en manifestaciones espirituales porque se han ido reduciendo por todo lo que ha conllevado los “logros” de la sociedad para alejarnos de Dios. Y para mí la clave es que, cuando algo se aleja de Dios, ese espacio no se queda vacío. Y cuando no hay luz, viene la oscuridad. Y a la ópera le ha ocurrido lo mismo.

- ¿Cuál diría que es la última gran obra que representa esa dimensión de la realidad y el trascender humanos?

-Para mí, Turandot es la que cierra el círculo de las obras maestras. Claro que hay operas posteriores, pero seguro que la mayoría de óperas que te sabes son de ese periodo. A partir del Turandot, de 1926, no hay tantas… Las obras de repertorio son hasta principios del XX.

Javier Otero de Navascués, presidente de la Fundación Operística de Navarra.

Javier Otero de Navascués, presidente de la Fundación Operística de Navarra.

-¿Y qué se debería buscar hoy, en 2025, en torno a una ópera huérfana de trascendencia?

-Es sencillo: volver a Dios, a la bondad, a la belleza. Cuando vuelves a Dios, las óperas, los cuadros, las novelas… lógicamente saldrán mejor. El mundo se ha ido alejando con muchísimo esfuerzo y se pregunta: ¿Qué vida material es esta? Recomiendo a todos que se hagan religiosos, que crean.... Serán mas felices. 

-Una dimensión que no solo tiene que estar, sino también que ser transmitida… ¿Cómo se forma a los artistas para que no solo ejecuten música, sino que la comuniquen con tensión y visión espiritual?

-Desde luego, antes de que interpreten, ellos saben que tienen un fragmento que va a trascender según se interprete. Ellos interpretan en la línea del Adviento. Y cobran su caché, lógicamente. Pero lo hacen con gusto, con ilusión. No es lo mismo que cuando te contrata un banco para cantar ópera.

-¿Qué cambia?

-Artísticamente lo haces lo mejor que puedes, pero te falta lo trascendente. Lo humano.

-¿Se puede percibir cuando Dios está en la ópera? ¿Es posible diferenciar cuando un artista interpreta desde la fe o solo desde la técnica, por profesional que esta sea?

-Hay muchísimos fragmentos [en que se percibe], de entre los que hemos elegido algunos en los que están rezando. Rezando de verdad.

-¿Por ejemplo?

-Uno es la oración de Desdémona, el avemaría de Otelo, un avemaría especial donde reza por los pobres, por los poderosos, que son gente que sufre… Es una oración espectacularmente bonita. Y si se interpreta con espíritu, naturalmente que llega, se ve a un apersona cantando y rezando en el escenario, con todo lo que conlleva la composición de Verdi, que es maravillosa.

-Hablando de este primer concierto de Adviento, ¿es complejo hallar los fragmentos de repertorio que logren expresar la espera, el silencio, la tensión espiritual y la esperanza del Mesías?

-Una cosa sencilla que hemos hecho son las “plegarias en la ópera”, momentos de opera en que se está rezando, con referencias directas a Dios. Pero este concierto “tiene miga”, debe encajar con el tiempo litúrgico. Adviento es espera, esperanza, anhelo… 

-¿Podría poner un ejemplo representativo de otros momentos litúrgicos?

-Uno sencillo. Para Pascua, está previsto en el repertorio Cavalleria rusticana, donde se canta la procesión de después del domingo de Pascua… Es tal cual lo que hizo Pietro Mascagni, el Regina Caeli y un cántico a la resurrección del Señor. Preparado el repertorio de Adviento, y una vez que tengamos el éxito que esperamos tener, convocaremos el de febrero y prepararemos un programa ad hoc para Cuaresma y cuando llegue abril, prepararemos el de la Pascua.

-Y en torno a este repertorio de Adviento, ¿hay algún aria que le conmueva de manera especial?

-Hay un fragmento, el final de La traviata, una ópera muy conocida de Giuseppe Verdi, donde Violetta, una cortesana, la dama de las camelias que al descubrir el amor inocente del joven Alfredo se transforma completamente y ya no quiere su vida anterior, rompe con su pasado, enferma y se muere. Pero muere habiéndose confesado, se arrepiente y pide perdón.

-¿Y cómo se interpreta en clave de Adviento?

-En el final, cuando ella tiene tal esperanza de haberse arrepentido, se siente en manos de Dios y al morir dice: Ah! io ritorno a vivere, vuelvo a vivir… Es la muerte de los santos, cuando empieza la vida. Qué esperanza tiene Violetta cuando su ultimo momento dice “vuelvo a vivir”. Es el final, un momento muy bonito.

-¿Cómo valora la aportación de cada uno de los colaboradores en el desarrollo de esta serie de conciertos Dios en la ópera?

-Son tres patas buenísimas. Por un lado, el auditorio maravilloso y los medios de difusión que tiene la Fundación Pablo VI, espectacular y con innovaciones punteras de última generación… Por otro lado, qué mejor que propagar la fe con la Fundación Ángel Herrera Oria a través de la actividad cultural y humanística como es la ópera. Y nosotros, la Fundación Operística de Navarra, nos especializamos en la parte artística pero también con causa religiosa.

-¿Un último gran deseo antes de la gran noche del 3 de diciembre?

-Nuestra gran ilusión es llenar este concierto, y consecuentemente, haremos los siguientes.

José María Carrera Hurtado, ReL

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