El siglo XXI es motivo de gran preocupación para los jóvenes: el éxito académico, la opinión de los demás en las redes sociales, la ecología, las guerras... El mundo puede dar miedo. Sin embargo, se invita a los jóvenes a vivir en él y a encontrar su lugar. Por lo tanto, la primera salida de un adolescente no es una ocasión para acentuar sus reticencias o reactivar una ansiedad latente.
La fiesta que se avecina es un momento alegre. Sin embargo, una fiesta también es una ocasión para aprender a disfrutar con moderación. Por lo tanto, los padres no deben dejar que sus hijos se lancen a la aventura sin informarles sobre cómo comportarse ante el alcohol, las drogas o la atracción sexual. Ya sea porque "todo el mundo lo hace" un joven mal informado puede dejarse llevar y luego arrepentirse de su comportamiento.
Puntos básicos

Antes de la fiesta, es normal que padres e hijos tengan clara la información básica: dónde se celebra la fiesta, con quién, de qué hora a qué hora. La cuestión de la hora de regreso debe discutirse juntos, indicando claramente al joven que debe respetarse el horario establecido.
Si este horario tuviera que cambiar por alguna razón, el joven tendrá la responsabilidad de ponerse en contacto con sus padres. Durante el Jubileo de las Familias, el Papa León XIV invitó a los padres a educar a sus hijos "en la libertad a través de la obediencia".
Consejos de precaución
Por un lado, el adolescente deberá procurar llevar consigo sus pertenencias personales y permanecer acompañado de amigos de confianza. Aislarse puede provocar situaciones de riesgo. Por otro lado, si se sirven bebidas alcohólicas, el joven debe ser consciente de que es necesario que controle su consumo.
Es aconsejable recordarle que el alcohol puede alterar su capacidad de juicio y que, si la fiesta se celebra en un bar, solo debe beber las bebidas que se hayan abierto delante de él y no terminar una copa que haya dejado a un lado para ir a bailar (las drogas disueltas en las copas siguen existiendo).
Cuando los padres se toman el tiempo de repetir estos consejos de simple precaución, permiten que los jóvenes se sientan completamente libres. Los adolescentes siempre tienen derecho a rechazar una bebida ya abierta, a pedir ayuda si algo va mal, a decir "basta" si una situación les hace sentir incómodos.
Recordar esta verdad antes de la fiesta permite al adolescente estar seguro de que "no" es una respuesta completa y suficiente que no requiere ningún argumento ni justificación.
Estar alerta, pero saber divertirse

Ser consciente de que algunas situaciones pueden ser peligrosas (alcohol, drogas, sexualidad) no significa ceder al miedo hasta el punto de no disfrutar de la velada.
El joven ha aceptado esta invitación para ver a sus amigos, divertirse y pasar un buen rato juntos. Mostrar moderación y prudencia no significa desterrar la alegría de las relaciones humanas.
Si bien los padres tienen la tarea de recordar algunos buenos consejos antes de la fiesta, esta celebración es también una oportunidad para alegrarse por su hijo. Los padres que confían en su hijo y en su capacidad para manejar las situaciones que se le presenten le permiten crecer.
Un ambiente seguro
A la vuelta, no es necesario bombardear al adolescente con preguntas y comprobar si se ha cumplido cada punto mencionado. Crear un clima propicio para el diálogo permite al joven abordar las situaciones que le han resultado delicadas, respetando al mismo tiempo su intimidad.
De este modo, el joven podrá desarrollarse plenamente, adquirir comportamientos que le ayudarán a afirmarse y a tener confianza en sí mismo, para finalmente disfrutar con alegría de las alegrías de la vida.
Caroline Moulinet, Aleteia
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