¿Alguna vez te pasó que llegaste a la oración con el corazón cargado… y se deshizo en lágrimas? ¿Sentías que querías decirle tantas cosas a Dios… pero Él solo escuchó tus sollozos?
Muchas veces, muchos nos hemos sentido a sí. Quizás quisiéramos decirle: “Señor, que se haga tu Voluntad", pero nos encontramos atragantándonos con un: “Ya no más, Señor, no puedo más…".
Dios escucha esas oraciones. No es sordo a nuestras lágrimas. No es indiferente. De hecho, quizás desde su Cruz podamos escucharle decir: “Sufro contigo".
Si hoy tienes una pena grande, déjala en sus manos. Sus manos crucificadas.
Si hoy tienes un dolor hondo, confía en que Él sana. Quizás no según nuestras fórmulas, tal vez no anestesiando el sufrimiento… pero dándole un sentido nuevo, pleno, verdadero.
Preguntas para reflexionar:
¿Le hablo a Dios de mis dolores… o pretendo estar bien, incluso ante Él?
¿Creo verdaderamente que Él me escucha, me entiende, me quiere?
¿Seré capaz de ver en mis dolores un propósito?
Mabe Andrada, catholiclink
Vea también Un estudio demuestra que la gente
no soporta 15 minutos de silencio a solas
No hay comentarios:
Publicar un comentario