¿Qué diferencia hay entre irse a vivir juntos y casarse? ¿Te planteas dar un paso más en tu relación? El matrimonio nos abre nuevas posibilidades para amar y ser amados
Aunque en el amor no existan garantías, el matrimonio crea un ambiente propicio para aumentar las posibilidades de la felicidad. A diferencia de una relación libre o convivencia, responde de manera natural y auténtica a la invitación que nos hace el enamoramiento.
Cuando dos personas se enamoran no son llamadas a vivir cualquier tipo de unión. El amor los invita a una relación en donde se quiere y expresa una donación recíproca, un amor comprometido, exclusivo, permanente, altruista y fecundo.
Eleva nuestra capacidad para amar
La diferencia entre irse a vivir juntos o casarse no es el papel, que es un instrumento de prueba, o una ceremonia, que es hacer público lo que los novios viven, sino el hecho de que los que se casan realizan un nuevo acto de amor por el cual se comprometen a amarse para siempre.
Esa medida de entrega, de compromiso, de querer querer, genera energías, ideas, esfuerzos y actitudes que no se realizan si el planteamiento de la relación es estar juntos hasta que se acaben las ganas de estarlo o de prueba o por un tiempo pasajero.
El acto de casarse con esa medida de entrega, aunque no elimina las limitaciones o defectos de las personas, en sí mismo es un hecho que genera un bien para los novios y eleva las capacidades de la pareja para amar a un nivel que no se llega sin ese acto voluntario.
Amantes son los que simplemente se quieren, cónyuges son los que además de quererse y porque se quieren con esa medida que les propone el amor, deciden comprometerse a quererse. Esa es la gran diferencia.
Hay un acto de amor, de entrega total en un momento presente de todo lo que uno es y lo que puede ser.
El «para siempre» fortalece el compromiso y el amor
El amor auténtico invita a una unión permanente y no pasajera para vivir“siempre con el otro”.
El simple deseo de querer estar con el otro es algo meramente afectivo. Un amor muy frágil, que tiene fecha de caducidad muy rápido. El casarse es un paso para decidir concretar esa unión con un claro “siempre contigo”.
Mediante un acto concreto del presente, la boda, los enamorados se proyectan en el tiempo. La palabra comprometer significa “meterse en el futuro con esa otra persona”. Esa forma concreta es entregándose comprometidamente.
Motiva a dar lo mejor de nosotros
Otra tendencia del enamoramiento es el altruismo que es el darle lo mejor de uno mismo al otro. Una actitud que se genera en uno mismo y que diferencia al soltero del casado: enriquecerse con la diversidad de la persona que ha elegido para compartir la vida.
El matrimonio es aquello que la humanidad ha llamado en toda cultura y todo tiempo histórico una unión entre un hombre y una mujer que tienen toda la riqueza para complementarse en su diversidad sensual, racional, fisiológica, emocional y espiritual.
El bien de los cónyuges como fin del matrimonio son esos cambios que se hacen en la manera de ser persona para vivir una relación de dos como uno, porque casarse es “uno pero todavía dos” donde las individualidades no se absorben. Es una realidad de ser dos como uno. No es una pareja, es un matrimonio.
Vea también El Sacramento del Matrimonio: El amor humano en el plan divino - San Juan Pablo II
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