Carlos Díaz Rodríguez
Todos los que, en algún momento, tenemos la tarea de hablar en público en un contexto relacionado con la fe o el compromiso social desde el Evangelio, ya sea que seamos laicos(as) o sacerdotes, debemos preguntarnos, con toda honestidad, ¿si estamos predicando a Jesús o lo hemos dejado en un segundo plano? Sin duda, temas como la ecología son importantes. Tan es así que contamos con la Doctrina Social de la Iglesia que apunta hacia la necesidad de cuidar la naturaleza como parte clave de nuestra identidad cristiana; sin embargo, si solamente hablamos del medio ambiente, omitiendo su vínculo con el Génesis, la presencia de Dios en la historia, el valor de la vida interior, el significado de los sacramentos, el sentido profundo de la liturgia llegará un momento en que alguien, con justa razón, nos diga: “¿Y Dios?”. Es cierto que podemos predicarlo de forma explícita o implícita dependiendo del contexto de que se trate. El primer caso, por ejemplo, se da en una homilía mientras que, el segundo, lo vemos cuando el Papa visita un país y, en la ceremonia de bienvenida frente a las autoridades políticas, habla de los valores cristianos, pero sin desarrollar una catequesis como la que lleva a cabo los miércoles en la audiencia general. Todo esto es normal y forma parte de entender el contexto.
El problema lo tenemos si, en espacios que se prestan para explicar el valor de la oración o del diálogo entre la fe y la ciencia, se decide no hacerlo para “evitar incomodar” al pensamiento dominante. Cuando no predicamos a Jesús, terminamos por predicarnos a nosotros mismos o a una ideología de moda. En una sociedad democrática la diversidad también demanda que la propuesta de la fe se escuche, no en el sentido de crear partidos políticos religiosos, sino en cuanto a que las personas puedan tener acceso a los grandes aportes que trae consigo la espiritualidad católica; sobre todo, frente a situaciones que el Estado no puede remediar por si solo como la crisis de sentido que muchos experimentan.
La Iglesia, en medio de sus múltiples tareas, tiene una que es prioritaria y es la de compartir la fe con todas las personas. De ahí que no debemos perder la oportunidad de hacerlo. Predicar a Jesús no quiere decir lanzar al aire frases piadosas desconectadas de nuestro día a día, pero sí hablar sobre las cosas partiendo del Evangelio. Leer la realidad desde ahí y, entonces, hacer presente a Dios en la realidad actual.
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Les propongo dos libros electrónicos que he escrito y que pueden ser de su interés:
Título del libro: Proceso de Dios:
"El proceso de Dios", es un pequeño libro que reflexiona sobre puntos importantes de la fe desde una perspectiva teológica y filosófica. Es concreto y, al mismo tiempo, profundo, capaz de responder las preguntas propias de aquellos que se cuestionan en su relación con Dios.
Título del libro: Líneas escolares:
¿Cómo abordar la emergencia educativa? ¿Cuál es el futuro de los colegios católicos? ¿Qué cambios tienen que darse? Éstas y otras preguntas son las que se abordan en el libro. Lo interesante es que el autor trabaja como maestro y, por lo tanto, los puntos que ha escrito parten de su experiencia en la realidad, en la "cancha de juego". Una interesante reflexión de todos los que de una u otra manera saben lo complejo que es educar en pleno siglo XXI y, al mismo tiempo, lo necesario que resulta seguirlo haciendo.
Nota:
Al comprar alguno de los dos libros contribuyes al apostolado que llevo a cabo en favor de la fe y la cultura. ¡Gracias!
Duc in altum, Aleteia
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