De cara al 25 aniversario de la Conferencia Mundial sobre la Mujer de la ONU que se celebró en Beijing la Santa Sede ha enviado un mensaje al presidente de Naciones Unidas en el que defiende la dignidad de la mujer, pero advirtiendo que el aborto no es precisamente un elemento que mejore la vida de las mujeres.
La intervención fue realizada por Francesca DiGiovanni, la mujer de mayor alto rango en el Vaticano, y que actúa como subsecretaria en la Sección de Relaciones con los Estados de la Santa Sede.
En su intervención, recordó que la Santa es una “firme promotora de la dignidad de la mujer, basada fundamentalmente en el reconocimiento de que la dignidad de todo ser humano, hombre o mujer, es la base del concepto de derechos humanos universales”.
La cultura del descarte
Sin embargo, DiGiovanni alertó que durante el último cuarto de siglo pese a los avances para las mujeres “hemos visto la difusión de lo que el Papa Francisco llama una ‘cultura del descarte’, que ha traído nuevas formas de pobreza y explotación a muchas mujeres así como nuevas amenazas a su vida y dignidad”.
Y en su intervención se centró en cuatro puntos clave:
El primero se refiere a sacar a las mujeres de la pobreza. En este sentido habló de una igualdad a la hora de acceder a un empleo, remuneración, etc… pero igualmente esta funcionaria vaticana señala que “el avance económico de las mujeres no debería obligarlas a elegir entre el trabajo y el deseo de tener una familia”.
El segundo aspecto es la educación. DiGiovanni indicó que “la Iglesia Católica, a través de miles de instituciones educativas, muchas de las cuales están dirigidas por religiosas, en numerosos lugares ha llenado los vacíos para garantizar que las niñas también reciban instrucción. Además, también se debe brindar un apoyo adecuado a los padres para que puedan cumplir con su derecho y responsabilidad primordiales de educar a sus hijos, niñas y niños”.
El tercer punto es la atención médica. “Cientos de millones de mujeres y niños carecen de atención médica básica y de una nutrición y saneamiento adecuados. En lugar de invertir recursos para remediar esas deficiencias y mejorar la salud y el bienestar general de las mujeres, algunas han hecho demasiado hincapié en ciertos aspectos de la salud sexual y reproductiva de la mujer, incluida la supresión de su capacidad para la maternidad. Otros buscan constantemente el reconocimiento de los llamados nuevos derechos, que no se encuentran en el mandato de la Cuarta Conferencia Mundial ni en los tratados internacionales de derechos humanos: las mujeres merecen algo mejor. Su salud debe ser atendida de una manera más integral, en particular, en aquellas situaciones de emergencia, donde lo que a veces se considera una ‘solución inmediata’ en realidad implica más violencia, aislamiento y desesperación”, agregó.
Por último, la representante vaticana habló de la “deshumanización y la violencia” que padecen muchas mujeres. En este sentido, explicó que “las mujeres y las niñas continúan sufriendo de la cultura hedonista y comercial generalizada que las reduce a objetos sexuales y sus cuerpos a productos de consumo, como ocurre en la pornografía, la subrogación y la trata de personas”.
ReL
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